Militares, diplomáticos y diputados dan la espalda al presidente de Yemen
Tres generales clave y decenas de oficiales se suman a la protesta popular
Tres generales yemeníes se sumaron ayer a la protesta en favor de la democracia, colocando al presidente Ali Abdalá Saleh contra las cuerdas. La decisión de los militares, secundada por decenas de oficiales de menor graduación en todo el país, ha dividido de facto al Ejército y transformado la posibilidad de represión en riesgo de guerra civil. Así se reflejaba en las calles de Saná, donde los blindados de los desertores protegían a los manifestantes acampados en la plaza de la Universidad, mientras los leales rodeaban el palacio presidencial.
"Anunciamos nuestro apoyo pacífico a la revolución pacífica de la juventud y a sus peticiones, y cumplimos nuestro deber (...) garantizado la seguridad y la estabilidad de la capital", declaró el general Ali Mohsen Saleh al Ahmar, responsable de la región militar del Noroeste, en la cadena de televisión Al Yazira.
Algunos analistas creen inminente la dimisión de Ali Abdalá Saleh
Su decisión constituye la deserción de más alto nivel y un duro golpe para Saleh. El general Ali Mohsen es miembro de la influyente tribu de los Al Ahmar, que dirigen la federación tribal Hashed, a la que también pertenece el clan Sanhan del presidente. Además, había sido uno de sus principales aliados desde la época en que siendo un joven teniente coronel accedió a la jefatura del Estado, y dirigía la lucha contra la rebelión huthi. Sin embargo, la gestión de ese conflicto y, sobre todo, su oposición a que Saleh fuera sucedido por su hijo, les habían distanciado últimamente.
Los otros dos generales que expresaron su apoyo a la protesta fueron Mohammed Ali Mohsen al Ahmar, jefe de la región militar del Este, y Hamid al Qosheibi, responsable de la región de Amran. También presentaron su dimisión el gobernador de la provincia de Adén, Ahmad Qaatabi, y media docena de embajadores. Sus voces se sumaron a la cascada de responsables -entre ellos el líder de los Al Ahmar- que han decidido distanciarse del régimen tras el tiroteo del pasado viernes contra la protesta, que dejó 52 muertos y decenas de heridos.
El general Ali Mohsen, que acusó a Saleh de "reprimir a manifestantes pacíficos" y "empujar el país hacia la guerra civil, hizo que algunos blindados de la Primera División Acorazada (la mejor del Ejército yemení junto a la Guardia Republicana) tomaran posiciones en torno a la plaza de la Universidad. Las imágenes de televisión mostraron a los antigubernamentales entregando flores a los soldados.
"Las Fuerzas Armadas no dudarán en cumplir con su deber (...) y hacer frente a cualquier plan de golpe contra la legalidad constitucional", respondió el ministro de Defensa, Mohammad Nasser Ali, leyendo un comunicado en la televisión nacional. Sus palabras parecían anunciar la posibilidad de un enfrentamiento con los jefes militares que se han alineado con los miles de manifestantes que exigen la dimisión de Saleh.
Al menos media docena de carros de combate de la Guardia Republicana, una unidad de élite dirigida por Ahmed, el hijo de Saleh, protegen desde hace dos días el palacio presidencial, según testigos. A media mañana de ayer, también se desplegaron varios blindados ante el edificio de la televisión, el Banco Central y el Ministerio de Defensa.
"Lo ocurrido ha cambiado por completo el panorama. De la posibilidad de que el régimen desatara una represión, hemos pasado al riesgo de una guerra civil", explicaba un observador occidental en Yemen.
Fuentes diplomáticas yemeníes se mostraban más optimistas. "Se trata de un paso adelante, que abre las puertas a una solución", aseguraba un interlocutor dando a entender que el presidente podría dimitir y que el general Ali Mohsen constituye una alternativa.
El analista político Abdulá al Faqih esperaba la dimisión "en las próximas horas, máximo en dos o tres días". "Saleh ha perdido el apoyo del cuerpo diplomático, no tiene Gobierno ni puede formar uno, le han abandonado 70 diputados y hasta su propia tribu le ha pedido que se vaya", resumía desde Saná. "Por supuesto, aún cuenta con la lealtad de la Guardia Republicana, pero dudo mucho que recurra a la violencia más de lo que lo ha hecho", concluía.
Sin embargo, la cadena de televisión Al Arabiya citó al presidente yemení diciendo que se mantenía firme y que la mayoría de los yemeníes le apoyaba. Saleh envió un mensaje al rey Abdalá de Arabia Saudí, en el que, según un funcionario citado por la agencia Reuters, le pedía la mediación en la crisis de su ministro de Exteriores, el príncipe Saud al Faisal. Otras fuentes temen que pueda haber solicitado ayuda militar.
El relevo de Saleh constituye una de las mayores preocupaciones de sus principales aliados, Estados Unidos y Arabia Saudí. Para ambos países, el presidente yemení constituye un baluarte frente a la extensión de Al Qaeda en la península Arábiga. Sin embargo, numerosos analistas políticos locales opinan que son precisamente sus políticas las que permitido desarrollarse a Al Qaeda.
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