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Kenia vota una nueva Constitución para evitar los enfrentamientos tribales por el poder

Kenia vivió ayer, entre el temor y la expectación, la primera prueba de fuego de su sistema democrático. Dos años y medio después de unas elecciones presidenciales que desataron la violencia sectaria y causaron 1.300 muertos, más de 12,5 millones de ciudadanos estaban llamados a las urnas para votar en referéndum la aprobación de la nueva Constitución. Una tarea pendiente desde hace 20 años en la principal potencia económica de África oriental, afectada por la corrupción, el clientelismo político y las divisiones tribales. Un anterior intento de reforma constitucional fue rechazado en 2005.

Resultados provisionales indicaban a medianoche que más de dos tercios de los electores habían votado a favor de la nueva ley fundamental.

"Los kenianos han aprendido la lección. Hemos estado al borde del precipicio y tenemos que demostrar al mundo que somos capaces de celebrar elecciones libres y transparentes", dijo el presidente de la comisión electoral independiente, Ahmed Hassan, la víspera de la votación.

La manera en que el país vivió ayer la jornada electoral pareció darle la razón. A pesar de las largas colas que se registraron desde primera hora de la mañana en muchos de los 27.689 colegios electorales, la votación se desarrolló de forma pacífica y el recuento de las papeletas empezó nada más cerrarse las urnas, a las cinco de la tarde, hora local (una hora menos en la España peninsular). Una decisión no casual: en 2007 el retraso en la publicación de los resultados contribuyó a alimentar el caos poselectoral y la disputa por la victoria entre el presidente Mwai Kibaki y su rival y ahora primer ministro, Raila Odinga.

Ambos se encontraban ayer en el mismo frente, apoyando la aprobación de la reforma como parte del acuerdo de reconciliación nacional que puso fin a la oleada de violencia en enero de 2008. El texto modifica profundamente la arquitectura institucional del país con el objetivo de evitar las divisiones que han asolado el país. Establece un sistema bicameral y una mayor distribución del poder entre la presidencia, el Parlamento y los poderes regionales. La figura del primer ministro, prevista en un primer borrador, ha sido finalmente eliminada. Una de las cuestiones más controvertidas que la reforma abarca es la propiedad de la tierra: el texto permite revisar las propiedades adquiridas de forma ilegal.

Según los analistas, sería precisamente esta la razón de la oposición a la nueva Constitución del ex presidente Daniel Arap Moi. Sobre el ex mandatario, que gobernó con mano de hierro el país durante 24 años bajo un sistema de partido único, pesa la acusación de haber facilitado la adquisición de tierras y otros privilegios a los miembros de su grupo étnico, los Kalenjin.

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