Irán dice que quien negocia con Israel participa en sus crímenes
Los ayatolás alientan las manifestaciones antisionistas
"Mantener relaciones comerciales con Israel equivale a compartir su responsabilidad en la muerte de mujeres y niños inocentes", manifestó ayer Mahmud Ahmadineyad. El presidente de Irán, que compareció ante la prensa para denunciar los bombardeos sobre Gaza, criticó a los países árabes que mantienen lazos diplomáticos con el agresor. No obstante, evitó en todo momento que su condena desbordara el ámbito de la retórica y dijo desconocer que un grupo de estudiantes iraníes ha ofrecido 1,5 millones de dólares (1,15 millones de euros) por asesinar al presidente egipcio, Hosni Mubarak.
"No he oído nada al respecto", respondió a un periodista. Sin embargo, en una de las manifestaciones contra el ataque a Gaza, un autodenominado Movimiento Estudiantil por la Justicia ofreció medio millón de dólares (más tarde triplicado) por la cabeza de Mubarak. La reacción era fruto del malestar que ha causado la negativa de Egipto a abrir su frontera con la Franja para aliviar la presión sobre los civiles palestinos. Pero, tras alentar esa ira, Teherán parece haber dado marcha atrás.
En realidad, el régimen iraní se encuentra atrapado entre su deseo de abanderar la causa palestina y la realidad política. Apenas dos días después de que Israel desencadenara su ofensiva contra el feudo de Hamás, el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, ungió con el aura del martirio a todos aquellos que caigan en la lucha contra el "régimen sionista", según la terminología oficial.
Aunque su pronunciamiento no llegó a ser una fetua, dio el pistoletazo de salida a una campaña mediática que alentó manifestaciones contra los "asesinos de bebés", como el diario ultraconservador Kayhan ha pasado a denominar a los israelíes. Hasta 70.000 jóvenes se inscribieron como voluntarios al martirio y un puñado de ellos mostró su disposición a unirse a la lucha. Pero el refuerzo de sus bazas negociadoras ante el cambio de inquilino en la Casa Blanca no puede hacerse a costa de alienar a sus vecinos árabes, con quienes tanto costó a Irán reparar las relaciones tras la guerra con Irak de los ochenta.
Jamenei agradeció "el entusiasmo de los jóvenes piadosos", pero les dijo que sus "manos estaban atadas al respecto". Mientras que el presidente del Parlamento, Ali Lariyaní, viajaba a varias capitales árabes con mensajes conciliatorios. El analista Kamal Nazer Yasin incluso opina que Irán pidió a Hezbolá que evitara abrir un segundo frente contra Israel desde el sur de Líbano, dejando que fuera un grupúsculo palestino el que disparara unos cohetes simbólicos contra el norte de Israel. Una escalada del conflicto podría terminar siendo contraproducente. En opinión de varios observadores, Irán necesita una victoria moral de Hamás, su único aliado suní en el mundo árabe, porque eso debilitaría a Israel y a los aliados árabecuencia reforzaría su peso regional.
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