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El terrorismo islamista

EE UU amplía la batalla contra Al Qaeda

La Casa Blanca ordena cerrar su Embajada en Yemen ante la amenaza de un ataque terrorista - Reino Unido secunda a su aliado y retira a los diplomáticos

Antonio Caño

Estados Unidos anunció ayer el cierre de su Embajada en Yemen, un escenario en el que se prepara la reproducción inminente de la batalla que el Ejército norteamericano libra contra Al Qaeda en otros países del mundo. La medida de Washington fue inmediatamente secundada por Reino Unido, cuyo Gobierno comparte la preocupación por el nuevo peligro generado en Yemen y organizará el próximo día 28 en Londres una conferencia internacional para decidir una respuesta coordinada.

Es posible que algunos acontecimientos no esperen hasta esa fecha. La tensión crece vertiginosamente desde que el autor del atentado frustrado del día de Navidad, Umar Farouk Abdulmutallab, confesó que el entrenamiento y el material necesarios para su misión los recibió en Yemen de parte de la rama de Al Qaeda en ese país, que lleva el nombre de Al Qaeda en la Península Arábiga. El sábado, Barack Obama vinculó directamente a esa organización con el suceso del avión de Detroit y ese mismo día el jefe de las fuerzas militares estadounidenses en la región de Oriente Próximo, general David Petraeus, se entrevistó en Saná, la capital de Yemen, con el presidente de ese país, Alí Abdulá Salé.

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El ministro de Relaciones Exteriores yemení, Abubaker al Qirbi, ha negado en declaraciones a la prensa que su Gobierno esté colaborando con el de Estados Unidos en la preparación de un golpe contra Al Qaeda, pero teniendo en cuenta la cooperación militar secreta que ambos países han mantenido en el pasado y el aumento de las amenazas de Al Qaeda, no puede descartarse una acción de castigo contra la organización en un futuro cercano. Petraeus prometió doblar la ayuda militar de EE UU, que actualmente es de 67 millones de dólares (47 millones de euros) anuales.

El principal asesor de asuntos de terrorismo en la Casa Blanca, John Brennan, manifestó ayer que la Administración dispone de suficiente información como para anticipar que Al Qaeda prepara algún tipo de ataque en Saná en los próximos días. "Sabemos que Al Qaeda está ahí, sabemos que tenemos que cuidar nuestros pasos", declaró Brennan al confirmar que se había decidido el cierre de la misión diplomática en la capital yemení con el fin de no exponer al personal estadounidense y yemení a riesgos innecesarios. El 17 de septiembre de 2008, dos coches bomba explotaron en la puerta de esa embajada y mataron a 19 personas. Otros incidentes de menor importancia se han producido desde entonces en ese lugar.

El lunes pasado, Al Qaeda en la Península Arábiga hizo público un mensaje en el que pedía la colaboración de los musulmanes para la expulsión de los estadounidenses y de otros occidentales del territorio en el que vivió y sentó su doctrina Mahoma.

Esa rama de Al Qaeda, fundada a principios del año pasado, se ha robustecido extraordinariamente gracias a la contribución de los combatientes yemeníes y saudíes que decidieron abandonar Irak y de algunos presos liberados de Guantánamo que se sumaron a la dirección. Aparentemente liderada por un joven audaz llamado Naser Abdel Karim al Wahishi, al menos dos saudíes antiguos detenidos en Guantánamo actúan como sus lugartenientes.

El grupo ha adquirido suficiente fuerza como para convertirse, como dijo Obama el sábado, en un objetivo "prioritario" en una región del mundo muy susceptible a una mayor desestabilización. Yemen tiene frontera con Arabia Saudí, el mayor exportador de petróleo del mundo, y está separado por el estrecho de Adén de otro de los mayores focos de extremismo islámico, Somalia, donde actúa la temida milicia islamista Al Shabab.

Estados Unidos tiene, por tanto, razones estratégicas de sobra como para intentar impedir la expansión de Al Qaeda en Yemen. Las otras razones que hacen pensar en una posible acción militar son de orden de política doméstica estadounidense.

Desde el episodio del avión de Detroit, Obama ha estado sometido a constantes críticas, principalmente de antiguos miembros de la Administración de George Bush, por su supuesta debilidad ante el terrorismo. Esas críticas han sido capitaneadas por el ex vicepresidente Dick Cheney, quien ha advertido que la nación está hoy más insegura que bajo el Gobierno de Bush.

John Brennan negó ayer esas críticas y aseguró que, como demuestran los hechos, la Administración de Obama no ha cesado ni un instante de actuar contra los grupos terroristas. Para Cheney y sus colaboradores, ésta es una oportunidad de revancha. Aunque no hubo víctimas, el caso de Detroit ha sido suficiente como para que los antiguos gobernantes intenten pasar factura por Guantánamo, las torturas, la actuación de la CIA y otras medidas que duelen a los republicanos.

Soldados yemeníes en un camión ante la entrada de la Embajada de Estados Unidos en Saná, en 2008.
Soldados yemeníes en un camión ante la entrada de la Embajada de Estados Unidos en Saná, en 2008.ASSOCIATED PRESS

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