El viaje iniciático de Vicky Peña
La actriz se convierte, en 'Homebody/Kabul', en una mujer convencional y neurótica que sorprende con una decisión audaz
A principios de los setenta, Montserrat Carulla, icono del teatro catalán, le advirtió a su hija Vicky Peña (Barcelona, 1954) con una sonrisa y toda su experiencia: "Ya sabes dónde te metes". Lo sabía, no sólo por ella, también por su padre, Felipe Peña. El mundo de la interpretación había sido su mundo desde siempre, pero sólo lo tuvo claro ya de mayor. "Pasó mucho tiempo hasta que me di cuenta de que aquello que tenía delante de las narices era mi oficio, mi vida y mi pasión", recuerda ahora.
Vicky Peña respondió a su vocación de forma tardía, pero ha protagonizado una sólida trayectoria que la ha confirmado como una de las grandes actrices españolas. Su trabajo en Homebody/Kabul lo corrobora cada noche. Los elogios de este viaje que inició hace un mes en el Teatro Español de Madrid, son unánimes. Allí se le podrá ver hasta el 29 de abril. Y, a partir del 5 de mayo, a Sevilla, Málaga y Granada, entre otras ciudades.
La obra, de Tony Kushner, es un alegato contra las atrocidades de los talibanes y de los poderes del primer mundo, que se estrenó con éxito en numerosos países y ahora pone en escena Mario Gas. Se inicia con un monólogo de una hora, en el que esta actriz se convierte, con una sabiduría y registros únicos, en una mujer inglesa de clase media, culta, neurótica, perdida en sus insatisfacciones y en sus cruentos viajes interiores.
Realidad reconocible
Peña se enfrenta a su primer Kushner, que le impactó nada más leer: "Me emociona esa mujer occidental con su vida acomodada y una realidad reconocible en cualquiera de nosotros; pero con un interior personal, anímico, espiritual y moral roto, destrozado por el tiempo que le ha tocado vivir". Y añade con esa voz de dobladora que siempre parece surgir de lo más profundo: "Como muchos de nosotros, está descompuesta y no sabe cómo verbalizarlo, a quién dirigirse y qué hacer con su vida. Es un alma herida que adopta una actitud sorprendente en una mujer convencional".
Con su personaje comparte el malestar interior: "El que tenemos muchas personas de este primer mundo civilizado y conformista que sabemos que lo que está pasando nos va a estallar entre las manos en cualquier momento".
Aunque es conocida por todo aficionado al cine y al teatro, la actriz no es famosa. Tampoco lo ha necesitado para ser reclamada por directores de cine como Jaime Camino -memorable su interpretación de Carmen Polo de Franco en Dragon Rapide-, Gerardo Herrero, Montxo Armendáriz, Ventura Pons, David Trueba y Pilar Miró; o para actuar en escena bajo la dirección de Lluis Pasqual, Konrad Zsiedrich, Ricard Salvat, Helder Costa, entre otros. Pero es, sobre todo, la actriz fetiche de Gas, quien ha marcado su carrera con trabajos inolvidables como La reina de belleza de Leenane, de Martin McDonagh, que interpretó junto con su madre y el musical Sweeney Todd, de Sondheim. Mujer comprometida con su tiempo -"Trato de no acomodarme, ni tener vergüenza de palabras como solidaridad"- también canta, y bien, y ha iniciado su carrera como directora.
Después de Homebody/Kabul volverá a sus proyectos. Entre ellos la dirección escénica (retomará Los días felices, de Beckett, su recital De Mahagony a Youkali y montará a un autor anglosajón).
Babelia
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