La utópica arquitectura bolchevique, en peligro
Una exposición en Caixafòrum sobre la vanguardia rusa denuncia el abandono de las construcciones soviéticas
Funcionalidad, eficacia arquitectónica, ahorro, creatividad y atrevimiento formal: estas son algunas de las ideas en las que se basa la arquitectura de la Revolución Soviética, que promovió un nuevo lenguaje para una nueva sociedad. El Estado surgido tras la revolución de 1917 requería nuevos edificios: casas comuna para los miles de trabajadores que emigraron a la ciudad, como la de Narkomfin; fábricas que permitieran liberar a las mujeres de las pesadas labores domésticas, como la de pan de Moscú y la cocina industrial Nárvskaya, que prestaba servicios de comedor a los habitantes de Leningrado; clubes deportivos, como el Dinamo y Rusakov, para promover una mano de obra sana y productiva; centrales eléctricas, depósitos de agua; gigantescas presas para hacer frente a los ambiciosos planes de industrialización, y centros para promulgar las políticas y la propaganda de Estado, como las sedes del periódico Pravda o el famoso mausoleo de Lenin de la plaza Roja.
Para construirlos, arquitectos rusos como Mélnikov, Guínzburg y Vesnín respondieron con un estallido de creatividad excepcional marcado por la huida de los órdenes clásicos y de los dictados burgueses del pasado, y por la radicalidad de las propuestas. La exposición Construir la revolución. Arte y arquitectura en Rusia 1915-1935 (Caixafòrum de Barcelona, hasta el 17 de abril) reivindica mediante 230 obras la arquitectura de la Unión Soviética respondiendo a estos principios revolucionarios y denuncia su degradación actual.
"En realidad, la exposición bebe de tres fuentes principales que dialogan entre sí", explicó una de las comisarias, Mary Anne Stevens, de la Royal Academy of Arts de Londres, durante la presentación de la exposición. Una de las fuentes son las pinturas y los dibujos de artistas como Popova, Ródchenko y Màlevich conservados en la colección Costakis del Museo de Arte Contemporáneo de Tesalónica (Grecia). Otra, algunas de las 500.000 fotografías originales de los años veinte y treinta que el Museo Estatal de Arquitectura de Moscú conserva con todos los detalles técnicos de los edificios durante su construcción y que se exponen por primera vez. Y la tercera, las fotografías de gran formato que el británico Richard Pare realizó entre 1992 y 2010, en las que documenta la degradación que han sufrido la mayoría de estos edificios.
En la exposición también se pueden ver tres maquetas: la de la Casa de Mélnikov, con sus ventanas hexagonales; la del club de trabajadores Rusakov, con sus increíbles planos inclinados, y la de la Torre Tatlin, un proyecto para el monumento a la Tercera Internacional que había de tener 400 metros de altura y que acabó siendo eso, un proyecto.
Las enormes fotografías de Pare son el resultado de 12 años de trabajo y un documento de primer orden sobre el periodo. "Durante este tiempo he buscado para hallar edificios ignorados durante décadas y maltratados al estar ocultos por otros edificios posteriores", comentó ayer. Sus imágenes, realizadas con negativos de 8x10, permiten observar con nitidez los detalles de las construcciones, transmiten una sensación de abandono y dejadez, pero dejan ver la excelencia de estos edificios, su actualidad y sus atrevidas propuestas, como el garaje Gosplan y su enorme óculo de cristal, y los interiores curvilíneos del complejo residencial Chekistol, en Ekatiremburgo. "En los libros de arquitectura solo había unas líneas sobre ellos, he tenido que buscarlos y fotografiarlos la mayoría de las veces sin permiso oficial", explicó con su inseparable cámara al hombro.
"La mayoría de los edificios están amenazados por la falta de un inventario y la especulación inmobiliaria, ya que en Rusia no existe conciencia ni interés por este periodo y solo se destinan recursos a rehabilitar edificios de siglos anteriores", explica Irina Korobina, del Museo de Arquitectura de Moscú. "Gracias a esta exposición se creará una conciencia internacional que podrá ayudar a recuperarlos y rehabilitarlos", asegura. Tras Barcelona, la exposición viajará a Madrid (8 de mayo y 18 de septiembre) y a Londres (de octubre de 2011 a enero de 2012).
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