La revolución sexual de los setenta, según Martin Amis
El escritor británico lee en el Hay de Granada el inicio de su próxima novela
Martin Amis llegó con la chaqueta al hombro, media sonrisa, un sutil contoneo de cadera y un manuscrito entre las manos. El motivo de su buen humor quedó claro a los pocos minutos de escuchar su intervención. Cuando no escribe, vive, y ahora acaba de terminar su última novela, seis años de trabajo que por fin se han resuelto, una novela sobre la revolución sexual, sobre la decrepitud física, sobre un hombre que se mira al espejo y ya no se reconoce.
El escritor británico quiso compartir con el público del Mapfre Hay Festival Alhambra, que anoche se clausuró en Granada, las primeras impresiones sobre su nueva obra. Y lo hizo con una costumbre que el escritor de obras como Dinero parecía haber perdido: reírse de sí mismo y de su oficio.
Según Maruja Torres, "la familia es el núcleo fatídico del mundo árabe"
"Yo quería hablar de esto, de envejecer", dice el autor de 'Dinero'
La viuda embarazada es el título de la novela. Amis (Oxford, 1949) leyó sus primeras páginas y confesó que por primera vez en su vida había incluido tres epitafios. El primero es una cita del pensador ruso Alexandr Herzen (de quien toma el título y la idea de que lo que queda después de una revolución no es algo que nace, "sino una viuda embarazada"); el segundo remite al significado de la palabra narcisista y el tercero está tomado de un poeta único cuya brutal masculinidad sigue provocando hoy escalofrío: Ted Hughes. En su versión en verso de La metamorfosis, de Ovidio, Hughes escribió: "Ahora estoy preparado para hablar de cómo el cuerpo se transforma / En otros cuerpos". Y de todo eso, dice Amis, habla su novela.
"El libro está situado en el presente y en la revolución sexual de los años setenta, que arrancó en 1963. Ocurre en un castillo de Italia y como en toda revolución hay cosas que se van, cosas que llegan y cosas que se quedan. Dicen que la revolución sexual de los años setenta fue de otra manera en España, que aquí, después de la muerte del general Franco, se pasó del siglo XIX al XXI en dos semanas, al menos sexualmente". "El personaje de la novela", continuó el escritor, "rondaba los 20 años en los setenta y ahora pasa de los 50. Es curioso, pero la literatura jamás me avisó de lo que me iba a pasar al hacerme mayor. Nunca me dio una pista. Y yo quería hablar de esto: de envejecer".
Amis, que siempre ha arrastrado fama de ser un hombre seductor, que fue niño actor en la película Viento en las velas, y que ha escrito abiertamente sobre sus problemas dentales (le gusta presumir de cómo la pérdida de su dentadura en la cuarentena le hermana con dos de sus mitos, James Joyce y Vladímir Nabokov), apuntó entre muchas carcajadas: "Cuando uno sobrepasa los 50, el espejo pierde el poder de decirte lo que eres. Y lo que empieza como una película de terror acaba convertido en una película snuff".
El escritor británico señaló que el proceso de escribir una novela es averiguar qué es esa novela y qué significa. Quizá por eso leyó las primeras páginas con poderosa satisfacción, pero sin un ápice de pomposidad. Ficción y ecos autobiográficos en una novela que arranca con una frase rotunda y enigmática: "Ésta es la historia de un trauma sexual. (...) Todo lo que sigue es real. Italia es real. El castillo es real. Las chicas y los chicos son reales (Rita es real, Adriano, increíblemente, pero también es real). Ni siquiera se han cambiado los nombres. ¿Para qué? ¿Para proteger su inocencia? No había inocentes. O, quizá, todos ellos eran inocentes pero nadie puede protegerles".
El Hay Festival se clausuró ayer después de cuatro días entregados a los posibles caminos de la palabra, en los que han participado escritores como el turco Orhan Pamuk, el argentino Andrés Neuman y los españoles Javier Cercas, David Trueba y Félix Romeo. Ayer se habló de William Shakespeare y del mundo árabe, de poesía y de literatura y, otra vez, de periodismo. La escritora y periodista Maruja Torres charló con el redactor jefe del suplemento cultural Babelia, de EL PAÍS, Guillermo Altares, sobre su última novela y premio Nadal, Esperadme en el cielo, y sobre Barcelona, "su esposa", y Beirut, "su amante". Al escuchar a Martin Amis criticar la falacia occidental de la "multiculturalidad" ("yo soy multirracialista, que no es lo mismo", dijo el británico), Maruja Torres confirmó la idea de no poder aceptar culturas "atrasadas" en el trato a la mujer.
"El Líbano", manifestó la escritora y periodista, "es diferente a Afganistán u otros países del Golfo y pese a que allí encuentro espacios de ternura que aquí hemos perdido, y de que también hay lugar para las libertades, lo que se impone es un patriarcado que resulta igual para una mujer cristiana que musulmana. La familia es el núcleo fatídico del mundo árabe, donde lo que quieren es una hija guapa, que se case virgen con un hombre rico. Y ese yugo familiar, me temo, ¿acaso no nos recuerda algo?".
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