El nazi de Mickey Mouse
Los cuadros del italiano Max Papeschi unen símbolos como los personajes de Disney o de los Simpson con imágenes apocalípticas para criticar la globalización
Una mujer desnuda tumbada en el suelo. Una imagen sensual si no fuera por su cabeza, la de Mickey Mouse, y por la esvástica enorme encima de ella. Desde hace tres semanas, es lo que ven a diario los judíos de Poznan, en Polonia, al salir de la sinagoga. El cartel, gigante, está colgado en el edificio justo enfrente. Promociona una exposición de arte contemporáneo en la Abnormal Gallery, aunque no todos coinciden en su valor artístico. Han llovido acusaciones de apología del nazismo. Un concejal de la ciudad dijo que es "simplemente repugnante". Otros pasaron a la acción y una noche despedazaron el cartel. La organización de la muestra volvió a colocarlo en su sitio al cabo de unos días.
En Polonia han despedazado el manifiesto de su exposición y lo han acusado de apología del nazismo.
"Mis obras son la consecuencia de reflexiones sobre la globalización. Hoy en día una élite del 0,00001% decide el destino del mundo"
"El Vaticano es una multinacional al igual que McDonald's. Y el Papa se viste peor que Lady Gaga".
Max Papeschi, el artista italiano autor del manifiesto y protagonista de la exposición que empieza el próximo 4 de septiembre en la ciudad polaca, jura que no se hizo aposta. "No estaba pensado para posicionarlo ante una sinagoga, es solo porque el edificio es de propiedad del organizador de la muestra. No quería ninguna polémica", asegura en conversación telefónica. Difícil creer que no fue, al menos en parte, una estrategia publicitaria. En cualquier caso, lo cierto es que le regaló visibilidad.
Su arte ya estaba provocando debates desde antes. Serán "consecuencias lógicas de reflexiones sobre la globalización y el consumo masivo", como sostiene Papeschi, pero obras como Greetings from Auschwitz, en la que el payaso Ronald sonríe ante un campo de concentración con el cartel de McDonald's, o Welcome to the jungle, con el Pato Donald en el medio de la guerra de Vietnam, causan por fuerza una reacción en el observador, ya sea positiva o negativa.
Papeschi juega con los símbolos de la globalización, los convierte en pesadillas, muestra sus caras más terroríficas. "Las decisiones sobre el destino del mundo las toman las grandes multinacionales. Es una elite del 0,00001% que dirige el planeta. A nivel nacional ya no se decide casi nada. Uso sobre todo los iconos americanos, porque son los más conocidos, pero hablo en general de la parte rica de la Tierra", afirma el artista.
Tampoco le ahorra críticas al Vaticano. The Holy Spirit muestra dos monjas con cara de muñecas, conmovidas ante un pene con alas. En Pope Bart First, unos aviones militares se despegan detrás de un Papa con la cabeza de Bart Simpson. "El Santo Padre se viste como Lady Gaga. Y la Iglesia es otra de las multinacionales, al igual que McDonald's. En el fondo, lleva a cabo campañas publicitarias y busca mercados para vender su producto. Ahora que está perdiendo fuerza en Europa, se dirige a África y Asia". Papeschi se refiere sobre todo al Vaticano, porque es lo que mejor conoce, "pero al fin y al cabo las otras religiones hacen lo mismo".
En el fondo, pese a la innovación y a la fuerza polémica, sus obras son todas bastante parecidas. Un símbolo famoso, ya sea Mickey Mouse, Shrek o Jesús Cristo, ante un escenario apocalíptico. Un tirón que tarde o temprano podría acabarse. "Es cierto, por eso tengo pensadas obras distintas para 2011. Serán collage fotográficos, pero más centrados en la auto-destructividad humana. Y estoy dedicándome también a los videos".
Un payaso en el pasillo de la muerte
Terminada la Academia de Arte dramático en Milán, en 1995 el italiano, quien no quiere desvelar su edad ("en torno a los 40") se fue a Paris, a trabajar de guionista en un teatro. Volvió a Italia a los dos años y empezó a colaborar en varios programas televisivos, escribiendo los textos. En 2004 hasta llegó a rodar un largometraje, Happy House, que sin embargo fue un fracaso: ni llegó a las salas.
A principios de 2008, Papeschi estaba preparando otra pieza teatral. Se llamaba Ronald the butcher boy y trataba de un soldado americano que volvía de Irak con deshonor por un escándalo de torturas a prisioneros iraquíes. Acababa trabajando como payaso en una cadena de comida rápida. Un día se le cruzaban los cables y con una mitra masacraba a los clientes. Encarcelado, y a punto de recibir la inyección letal, contaba su historia a un policía.
El manifiesto del espectáculo era el payaso de McDonald's con uniforme y fusil, riéndose ante una explosión. Lo colgó en Internet. "Lo vieron varios críticos y me tomaron por artista. Le expliqué que era un director de teatro pero me propusieron hacer una exposición y desde entonces no he parado". Una muestra al mes, entre Italia, Estados Unidos, Alemania, Suecia y ahora Polonia. Y el dinero suficiente para llegar "por lo menos a finales de mes". La sospecha es que sea mucho más, pero Papeschi se niega a hablar de cifras. Prefiere pasar a la pregunta siguiente, sobre España. "Me encantaría exponer allí, pero de momento solo ha habido algunos contactos. Por cierto, si usted me consigue una galería, le regalo un cuadro", bromea.
Los titulares de sus obras están todos en inglés, el italiano busca visibilidad internacional. Su país le sabe a poco: "El público italiano lleva 20 años atontado". Lo resume en Greetings from Italy: un payaso con un traje, acompañado por dos mujeres desnudas con cabeza de monos, hace la peineta al espectador. Una alusión a Silvio Berlusconi. "La política italiana te roba el dinero mientras te manda al carajo".
Babelia
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