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Reportaje:

La huella del expolio como valor añadido

Los mapas recuperados por la Biblioteca Nacional conservarán el rastro dejado por su ladrón

El nombre de César Ovilio Gómez Rivero figurará en por lo menos 11 libros incunables de la colección de la Biblioteca Nacional (BN). Y no es porque este ciudadano uruguayo nacionalizado español haya escrito un tratado científico. El homenaje se lo ha ganado a pulso el "ladrón confeso" que entre 2004 y 2007 sustrajo 16 láminas de 11 libros de la custodiada Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional. Ahora, por decisión de los responsables de la Biblioteca, su poco o nada honorable legado quedará grabado en estas joyas de papel rescatadas.

Tras estallar la noticia de los robos en agosto del año pasado, un operativo conjunto entre la Guardia Civil y el FBI permitió recuperar 11 láminas. Ocho fueron devueltas por el abogado de Gómez Rivero en Buenos Aires, dos fueron encontradas por el FBI en Nueva York y una más apareció en Australia. Todavía hay cinco piezas desaparecidas. Gómez Rivero, de 63 años, ha sido imputado en Argentina por fraude en grado de tentativa, por querer vender las piezas en el mercado. Permanece en su chalet de Buenos Aires bajo libertad vigilada, en espera de una apelación interpuesta por su defensa.

"El robo forma parte de la historia de estos ejemplares y la respetaremos"

Milagros del Corral, directora de la Biblioteca Nacional, ha dicho que la restauración de las láminas recuperadas y de los libros a los que pertenecían no puede borrar las huellas del expolio. "El robo forma parte de la historia de estos ejemplares y tras consultar con colegas de otros países hemos decidido respetarla" afirmó ayer en el acto de presentación del proyecto de restauración de los mapas. Por tanto, los mapamundis de la Cosmografía de Ptolomeo fechados en 1482, de un azul intenso original, conservarán un cuño con las iniciales de Gómez Rivero, que usó para ocultar el sello de la biblioteca, así como un falso certificado de autenticidad, fechado en 1953. "Con una cuchilla cortó las páginas, las pegó con un celo comercial y las maquilló para limpiar el currículo de la obra", explica Arsenio Sánchez, encargado de la restauración, mientras sostiene el preciado mapamundi y señala el doblez que hizo Gómez Rivero para esconderlo entre su ropa y sacarlo de la sala de consulta.

Otras de las páginas que se han podido recuperar dan cuenta de la excentricidad del traficante de mapas. Se trata de varias escenas de caza del Libro de ballestería y montería de Alonso Martínez de Espinar, impreso en 1644, con el que no se tomó la molestia de usar la cuchilla. "Arrancó las páginas y dividió el libro en dos, dañando la estructura", por lo cual, afirma Sánchez, "hará falta desmontar el libro y volverlo a encuadernar".

Pero "la habilidad que tenía para robar no la tenía como restaurador", prosigue Sánchez. "En otro mapamundi de Ptolomeo, de 1508 -el primero que da cuenta del Nuevo Mundo- trató el papel con agua por lo que se ha perdido el color y se ha afinado la lámina".

El proceso de restauración de las piezas, que pueden llegar a costar 100.000 euros en el mercado, tardará dos meses. Entonces estos incunables y raros volverán a la Sala Cervantes con una nueva página en su historia y bajo estrictas medidas de seguridad.

"Hemos incorporado nuevas tecnologías, se ha reforzado la vigilancia y, aunque no ha gustado mucho la medida, los investigadores que quieran acceder a los libros deben acreditar su lugar de residencia", cosa que no tuvo que hacer el habilidoso García Rivero. Cuando la Guardia Civil le fue a buscar a la dirección que había dejado, se encontraron a las puertas de El Corte Inglés de la calle de Serrano.

La directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, y el encargado de restauración muestran algunas de las láminas recuperadas.
La directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, y el encargado de restauración muestran algunas de las láminas recuperadas.ÁLVARO GARCÍA

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