El fulgor póstumo de Juan Muñoz
Grenoble se agrega a las ciudades europeas que reconocen el gran legado del artista español
Juan Muñoz es uno de los escasos artistas contemporáneos españoles que ha logrado el reconocimiento internacional y cuya obra figura en los museos más importantes del mundo. Su trayectoria quedó truncada en 2001, debido a una muerte fulminante a los 48 años. Ahora, la ciudad francesa de Grenoble expone en su museo -hasta el 28 de mayo- nueve obras escultóricas y 82 dibujos. Al fondo, uno de los grandes acontecimientos del próximo año: la antológica que prepara la Tate Modern del artista español, exposición que, posteriormente, será trasladada al Guggenheim de Bilbao.
Para Guy Tosatto, director del museo y comisario de la primera gran exposición consagrada a Muñoz en Francia (celebrada en Nimes, en 1994), la obra de Muñoz es "la del primer artista de magnitud que, practicando la escultura, decide volver a la figuración. Se plantea y resuelve a su manera el dilema de cómo ser moderno y reanudar el hilo roto de la tradición". Las influencias absorbidas por el madrileño son muchas. En un primer momento, durante sus años de aprendizaje en Londres, "Naum Gabo era una referencia obligada". Luego fue ampliando su familia artística de manera que allí tuvieran cabida muchos: de Richard Serra y Robert Smithson ("porque con ellos el espacio pasa a ser un elemento esencial") a Giorgio de Chirico (porque en su pintura "la estatua asume el papel de tiempo detenido, de indiferencia al transcurso del tiempo"), tal y como Muñoz le revelara a Paul Schimmel en una entrevista del año 2000. Por el camino, Muñoz se reconcilió con el barroco y, en concreto, con Borromini, con Velázquez y, quién sabe, si con Buñuel.
El recorrido de la muestra de Grenoble se abre con El ventrílocuo mirando un interior doble, una escultura-instalación en la que el visitante es confrontado a la imagen, en negativo, de dos puntos de vista sobre un apartamento moderno. Su mirada la comparte con el muñeco del ventrílocuo, que mueve los labios sin emitir sonido alguno, esperando que seamos nosotros quienes le pongamos voz.
Luego descubrimos sus dibujos de personajes solitarios, algunas veces relacionados con su escultura, en la mayoría de los casos existentes de manera independiente, por el placer de manejar el yeso o la tinta, el lápiz pastel o el carboncillo. En una oportunidad se inspira en una foto que reúne la Callas y Visconti y la cantante se transforma en Cristina Iglesias, la artista y compañera de Muñoz. En otro caso nos ofrece una serie de dibujos narrativos que estaban pensados para ilustrar una edición del relato de Joseph Conrad An outpost of progress.
Entre las obras que más allá llevan el tema de la identidad Three seated masks on the wall, tres hombres sentados, en lo alto de muro, dos de ellos riendo, el tercero sacándose una máscara y descubriendo detrás de ella un rostro idéntico al reproducido en la máscara. Cuando se sabe además que el modelo para esa triple escultura de resina es el de uno de los hermanos de Juan Muñoz, Vicente, entonces aún parecen más abiertos los batientes de la puerta abierta al juego de espejos.
Las apariencias son engañosas. Hanging figure se basa en la figura alegre de un equilibrista en una tela de Degas. En la escultura de Muñoz la proeza atlética se transforma en tortura o suicidio.
Un enano en lo alto de un pedestal barroco, por fin obligando a una mirada contraria a la habitual de arriba abajo, o cien chinos sonrientes y sin pies -Many times- que envuelven al o a los visitantes, y los transforman a ellos en los intrusos, en los contemplados, son otros ejercicios sobre el cómo cambiar el sentido y la costumbre en la mirada, como también lo es el suelo óptico que se despliega sobre un vacío de un cielo negro jaspeado de unas pocas estrellas -o de un mar con crestas de espuma-.
Las obras expuestas no modifican la apreciación que podíamos tener de Muñoz sino que le confirman como una figura mayor. Muchas de ellas proceden de colecciones privadas, otras del taller del artista, una parte importante de galerías neoyorquinas o londinenses y tres de las esculturas pertenecen a colecciones públicas francesas.Tosatto: "Resuelve el dilema de ser moderno y reanudar el hilo roto de la tradición"
Babelia
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