_
_
_
_
Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¡Esa boca!

Diego A. Manrique

El prolongado enfrentamiento de la comunidad gay con Beenie Man llega a un nuevo capítulo en Barcelona. Siempre nos hemos preguntado qué pasaría si el público de la world music pudiera entender lo que cantan algunos de los exóticos artistas que tan calurosamente acogen. Serían recibidos con risitas e incomprensión. La hipótesis se puede aplicar a Beenie Man: su patois es tan denso que resulta ininteligible en Inglaterra o Estados Unidos. Sugerir que sus letras puedan incitar actos homófobos en España supone desconocer el talante del público potencial (y su nivel de inglés).

También es insultante obligar a un artista a firmar un compromiso de buenas intenciones y prohibirle interpretar ciertos temas. Huele a ejercicio de poder: "Eres un salvaje del Tercer Mundo y te vas a enterar". Se pretende meter en cintura a un género radicalmente incorrecto como es el dancehall, que refleja la degeneración de la vida en Jamaica: sus autores pueden celebrar la violencia y lanzar amenazas con nombre y apellidos. También encarna la creciente sexualización de muchas músicas populares: sus textos son tan candentes como esos bailes que se practican en las pistas jamaicanas.

Más información
Revuelta contra la homofobia de la música jamaicana

El dancehall tiene una economía de subsistencia: suele ser vetado en emisoras jamaicanas y sus creadores viven de los conciertos fuera de la isla. Siguiendo el ejemplo del reggae, busca infiltrarse en el mercado internacional, diversificando las formas y rebajando los mensajes. Eso ha hecho Beenie Man tras fichar con Virgin en 1998. En realidad, ya se había moderado antes, al convertirse al rastafarianismo después de trabajar con Sly Dunbar y Robbie Shakespeare, tras grabar a Marley. Al igual que Buju Banton, Beenie Man pasó a denunciar la banalización del uso de las armas, que dejó numerosas víctimas en el negocio del dancehall.

Sin embargo, su nueva fe no significa que Beenie Man se haya transformado en modélico hombre tolerante. El rastafarianismo carece de autoridad central y está abierto a interpretaciones que van desde lo relajado a lo intransigente. Las diferentes tendencias sí coinciden en la visión del sexo: machista, patriarcal, heterosexual. Como muchas minorías, trasladan su odio hacia grupos aún más indefensos: hay testimonios de linchamientos de gays y lesbianas jamaicanos, aunque resulte simplón el establecer una relación de causa y efecto entre la odiosa letra de Batty man fi dead y esos asesinatos.

También se necesita todo un ejercicio mental para intentar entender el apoyo cerrado de Beenie Man por parte de los músicos jamaicanos. Es un artista querido, que pisa los escenarios desde los cinco años; su primer elepé, The ten year old DJ wonder, data de 1983. Intérprete de grandes recursos, ha sabido mantener el interés de su público natural con duetos y diferentes productores.

Es el mismo reflejo de autodefensa que hemos visto en el hip-hop. Saben que determinadas acusaciones tienen fundamento pero no aceptan imposiciones ajenas. Sacan la bandera de la libertad de expresión, ante la cual no hay otra respuesta que el rechazo personal: ignorar a los creadores que nos ofenden... y tomar nota de actitudes que, aunque no se griten con la contundencia de Beenie Man, laten más cerca de lo que creemos.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_