Un archivo documenta la recuperación reciente del espacio público en Europa
Profesionales analizan en Barcelona los riesgos y retos de las ciudades globales
Los terrenos baldíos y abandonados de la antigua estación ferroviaria de Reudnitz (Leipzig) son ahora un parque urbano público. Han sufrido una transformación similar al cauce del río Gállego a su paso por el pueblo español de Zuera, cuya mejora medioambiental le valió en 2003 compartir con el parque alemán el Premio Europeo del Espacio Público Urbano, un galardón bienal convocado por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) en colaboración con otras instituciones europeas. Estos proyectos y otros muchos que concurrían al galardón configuran ahora un archivo que puede consultarse en Internet. Su presentación coincidió el pasado viernes con un debate organizado en el CCCB sobre los riesgos y retos del espacio público en las ciudades contemporáneas.
El premio y el archivo (http://urban.cccb.org) se centran en la recuperación de aquellos espacios urbanos degradados más que en la mejora de las plazas y parques tradicionales de los centros de las ciudades. Abundan los cauces de ríos a su paso por aglomeraciones urbanas o la rehabilitación de solares de viejas fábricas o instalaciones. Ver el antes y el después ayuda a comprender el esfuerzo y el reto que supone dignificar estas zona para darles un uso público. Pero es un trabajo ingente y su recuperación tiene un componente político que planeó durante todo el debate que el pasado viernes reunió a especialistas de diferentes disciplinas en el CCCB bajo el título Las ciudades (in)visibles. Espacios de riesgo, espacios de ciudadanía.
El director del centro, Josep Ramoneda, abrió las jornadas. "El espacio público marca los límites de la idea de ciudad. Por esto, ver como de la nada se configuran espacios públicos en las ciudades más desarticuladas no deja de ser un elemento esperanzador. Y, al mismo tiempo, el desprecio por el espacio público de algunos partidos conservadores de la misma Europa es significativo de la idea de democracia que tienen los gobernantes".
"Las periferias urbanas actuales son las más asquerosas de toda la historia", afirmó el arquitecto Oriol Bohigas, que defendió a ultranza la ciudad compacta mediterránea y acusó a muchos jóvenes arquitectos de aceptar sin problemas el modelo de ciudad difusa americana sin plantearse "los intereses especulativos que la promueven". Las miles de urbanizaciones de casas aisladas o adosados que han difuminado el límite entre ciudad y campo, y en general carentes de espacios públicos, son un fenómeno global. Para el arquitecto italiano Luca dal Pozzolo, esto ha provocado que los centros históricos se estén transformando en parques temáticos especializados en el ocio y el turismo, por lo que abogó por una vuelta a la diversidad de usos.
El filósofo Olivier Mongin insistió también en la estrecha relación entre espacio público y democracia y reclamó un retorno no tanto del espacio público en el sentido físico de lugar, sino como un espacio de tensiones que facilite "un marco común para el desacuerdo", una posibilidad que dijo está desapareciendo.
"Lo que me interesa de este debate", afirmó a su vez el arquitecto Manuel de Solà-Morales, "es la discusión entre el límite entre lo público y lo privado, que en estos momentos es muy indefinido. Por eso el concepto que defiendo es el de espacio colectivo, que representa la fuerza de la ciudad para obligar al privado a responder de una imagen pública y el proceso constante de los ciudadanos para colectivizar lo urbano". También sobre esta división entre público y privado habló Dieter Steiner, director del Centro de Arquitectura de Viena, que recordó que el proceso de privatización -"que dentro de poco llamaremos berlusconismo"- afecta a todo, incluso a muchos espacios públicos que hace décadas habían sido recuperados para la ciudad.
Para el arquitecto Eduard Bru, es la gente, más que la voluntad del arquitecto, "la que decide qué es un espacio público". En un debate más teórico que práctico en el que se habló poco de cómo intervenir en estos nuevos espacios públicos desde la arquitectura, o desde una disciplina cada vez más en alza como es el paisajismo, Bru reivindicó más humildad a los arquitectos y reclamó que se situaran "los menos trastos posibles en los espacios públicos y que éstos fueran renovados en función de la experiencia del uso de la gente".
Sí pusieron algunos ejemplos el arquitecto danés Jan Gehl -que explicó el proyecto de regeneración del caso urbano de Copenhague iniciado en 1962- o el estadounidese Raymond Gasti, que explicó sus esfuerzos para dotar de más espacios públicos a Nueva York. Y sobre esta ciudad se centró la ponencia del arquitecto madrileño Alejandro Zaera, que explicó el proceso del proyecto de su estudio para el concurso de la zona cero de Nueva York, realizado, indicó, no tanto a partir de los condicionantes simbólicos de la zona, sino de problemas arquitectónicos formales.
El archivo y el debate se enmarcan en el Programa Gaudí (www.gaudi-programme.net), en el que participan 14 entidades europeas coordinadas por el Instituto Francés de Arquitectura.
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