Torrente Ballester sale del escondite

Casi 12 años después de su muerte, todo en la vida y en la obra de Gonzalo Torrente Ballester (Ferrol, 1910-Salamanca, 1999) puede seguir resultando igual de misterioso que aquella fauna de niebla y piedra incrustada con magia y furia entre las callejas de Villasanta de la Estrella, trasunto jacobeo, en las páginas de aquel libro fascinante que su autor dio en llamar Fragmentos de Apocalipsis. Todo en la obra del escritor de Los gozos y las sombras y La saga / fuga de J. B. permanece y crece, nada se precipita en el pozo del olvido pese al tesón de tantos, pese a la desidia de muchos, pese al ninguneo crítico y editorial al que por tiempos se sometió a la personalidad y la literatura de uno de los grandes del siglo XX, alguien que apenas si cuenta con una sola edición crítica que echarse a la boca.

El escritor prohibió que se publicaran antes de los diez años de su muerte

En los textos habla con absoluta libertad del franquismo y de la religión

Todo en el planeta GTB puede permanecer misterioso y permanece; por ejemplo, la inquebrantable secta de los lectores de su obra se pregunta desde hace ya tiempo, en voz baja, sin hacer ruido pero yendo a lo suyo, muy al estilo del autor, qué diantres pasa con los tres cuadernos ocultos de Mi fuero interno, colosal diario político-literario que el escritor elaboró en la década comprendida entre 1954 y 1964 y que posteriormente -1967- decidió donar a la Universidad de Nueva York en Albany... donde tantos avatares después permanecen escondidos en una caja fuerte.

Solo dos personas han podido leer a día de hoy estos inéditos de Torrente. Una de ellas es un bibliotecario de Albany, quien lo hizo de oficio para poder expurgar de aquellos tres cuadernos de papel cuadriculado escritos alternativamente a lápiz y a bolígrafo, con letra de miope, toda referencia a los hijos del escritor: esa era una de las cláusulas ineludibles que figuran en el documento de cesión de los cuadernos a la universidad estadounidense en la que Torrente fue profesor. Documento en el que el autor de Off-side escribe exactamente: "Todo lo referente a mis hijos María José, Gonzalo, María Luisa y Javier Torrente Malvido deberá permanecer inédito hasta la muerte de todos y cada uno de ellos". La otra persona que ha leído los cuadernos es Joanna Sabadell Nieto, titular de Literatura Española Contemporánea en Albany y depositaria universal de Mi fuero interno.

"Desde un punto de vista de la historia política, literaria y religiosa de este país en aquellos años del franquismo, los diarios son impagables... Estamos ante el testimonio de un intelectual que habla con absoluta libertad en una época en la que no la había", cuenta desde el otro lado del teléfono Joanna Sabadell, aún víctima del aplastante jet lag tras su periplo Filadelfia-Madrid-Vigo.

Porque será precisamente en Vigo -hoy mismo y en el marco del congreso que sobre la vida y la obra de Torrente Ballester organiza la fundación que lleva su nombre con motivo del centenario de su nacimiento- donde esta profesora e investigadora española afincada en EE UU desgranará ante sus colegas el contenido y el espíritu con que fue escrito Mi fuero interno. Una obra cuya edición en España, asegura Sabadell, verá la luz antes del final del año que viene.

Mi fuero interno está integrado por tres cuadernos de colegial de unas 100 páginas cada uno, "escritos a mano con una letra de miope que casi ni se puede leer y que cuentan con lujo de detalles las tormentas interiores de un autor como Torrente, alguien que ha venido siendo víctima de un olvido sangrante desde un punto de vista de la crítica y del mundo de la edición", explica en un tono entre fascinado y molesto Carmen Becerra, directora de la Fundación Torrente Ballester y del congreso de Vigo, en el que tomarán parte durante cinco días numerosos expertos en la obra del escritor gallego llegados desde España, Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra, Polonia, Holanda, Uruguay o Puerto Rico.

Carmen Becerra y Joanna Sabadell coinciden de principio a fin en subrayar la importancia del contenido de los cuadernos ocultos de Torrente. Se trata de una rica sucesión de reflexiones del autor de La novela de Pepe Ansúrez en torno a cuestiones como la apropiación de la religión católica por parte de Franco, a disquisiciones sobre su propia evolución ideológica (Torrente llegó a afiliarse a Falange tras el alzamiento y frecuentó el círculo de intelectuales falangistas integrado en el llamado Grupo de Burgos, junto a Laín Entralgo, Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales o Dionisio Ridruejo), críticas al régimen y comentarios más o menos piadosos, más menos despiadados, acerca de la crème literaria de la época, Cela, Bergamín, Alfonso Sastre y por ahí... "Y también hay comentarios sobre ministros y generales de Franco, algunos de ellos, por cierto, incluidos en los procesos de Garzón contra los crímenes del franquismo", añade Joanna Sabadell.

Según ella, uno de los ingredientes más fascinantes de estos diarios de Torrente Ballester es la absoluta libertad con que fueron escritos, producto de la falta de presión de la censura franquista (que ya había cercenado otras obras anteriores de Torrente, pero que no sabía de la existencia de estos textos) y también de la falta de presión editorial, puesto que en un principio no estaban destinados a convertirse en libro.

"Los tres citados cuadernos no podrán ser examinados ni publicados hasta diez años después de acaecida mi muerte", dejó escrito Gonzalo Torrente Ballester en la escritura de donación de Mi fuero interno a la State University of New York at Albany. Cansado de Franco, cansado de una oposición con excesivo protagonismo del Partido Comunista, cansado de sentirse en peligro él y su familia ("En el caso de que mi muerte acaeciera durante algún viaje a España y por razones políticas, ruego la inmediata publicación del texto...", añadió en la escritura, en un claro aviso a navegantes), uno de los grandes autores de la literatura española del siglo XX decidía poner sus diarios en manos de una universidad estadounidense. Han pasado no 10, sino 11 años de su muerte. Ha llegado la hora. Los cuadernos de Mi fuero interno empiezan a ver la luz fuera de su caja fuerte.