Sueños en el museo nómada
La arquitecta Zaha Hadid presenta su pabellón de arte móvil con obras de 20 artistas - La instalación irá desde Hong Kong a Tokio, Nueva York, Londres, Moscú y París
Una concha blanca de caracol acosada por rascacielos. Es la primera impresión que provoca sobre el terreno el edificio curvilíneo de seis metros de altura erigido al borde del mar, encima del aparcamiento del viejo Star Ferry y frente a ese vestigio colonial que es el Consejo Legislativo, a punto de ser devorado por las montañas de cristal. Enclavado, como si de una premonición se tratase, en el corazón de este homenaje a la opulencia decadente que representa el distrito central de la isla de Hong Kong.
El edificio de 700 metros cuadrados de fibra de vidrio viajará hasta 2010
La arquitecta dice que su obra se parece a "un bucle, a una espiral"
Pero su creadora, la arquitecta Zaha Hadid (Bagdad, 1950), no parecía sentir ayer vértigo alguno durante la presentación de esta nueva obra que empezó a gestarse a finales de 2006. "De hecho, he dado un paseo muy agradable por los alrededores. Pero las mejores vistas las he disfrutado desde mi habitación en el hotel, a muchos metros de altura. A este edificio hay que mirarlo desde arriba para obtener su mejor perspectiva".
"Se parece a un bucle, a una espiral". Así resumió Hadid su nuevo proyecto durante la pasada edición de la Bienal de Arte Contemporáneo de Venecia, en junio de 2007. Curvas infinitas que llevan al visitante al mismo lugar por donde entró, tras guiarle a través de una exposición con obras de veinte artistas contemporáneos llamada Mobile-Art. Porque a fin de cuentas, este edificio blanco, cuyas formas orgánicas de fibra de vidrio ocupan 700 metros cuadrados y pesan 95 toneladas, no es ni más ni menos que un contenedor; la piel de un museo nómada que tiene previsto viajar hasta 2010 desde Hong Kong a Tokio, Nueva York, Londres Moscú y París.
El paseo a cielo abierto al horizonte de Hong Kong, a media mañana de ayer, por el patio que conduce al interior de esta especie de nave espacial con escalas no auguraba en absoluto la confusión claustrofóbica del visitante nada más entrar al edificio. El horizonte de torres descomunales queda reducido en cuestión de segundos a un laberinto de curvas escasamente iluminadas con una estética entre futurista y antiséptica. Pero pronto empieza otro juego, el de las obras de arte.
En el interior alternan instalaciones, fotografías y videocreaciones que firman desde la francesa Sophie Calle hasta la japonesa Yoko Ono -quien cierra la exposición-, pasando por una selección de artistas de varias nacionalidades configurada por Fabrice Bousteau, el comisario de la muestra. Todos ellos recibieron el encargo de inspirarse en el célebre bolso acolchado de Chanel, el modelo 2.55, para concebir veinte obras dispuestas a viajar junto a este pabellón de arte-móvil. El resultado, abierto al público de Hong Kong desde el pasado 27 de febrero, ha sellado una nueva alianza entre el mundo de la moda y del arte cuyos réditos podrán ser valorados a lo largo de los dos próximos años de vida del proyecto. El comisario Bousteau asegura haberlo concebido como "una película en tres dimensiones; una ficción que dura treinta minutos".
Al principio la experiencia se convierte en un batiburrillo sonoro, gracias al reproductor de MP3 que ha de llevarse conectado durante la exposición y que proyecta al visitante la inquietante voz de la actriz francesa Jeanne Moureau. A medida que se avanza en círculos a través de las obras aparecen, entre otras, las hechizantes fotografías del japonés Nobuyoshi Araki proyectadas sobre una pantalla, donde una mujer desnuda y encadenada se confunde con imágenes de flores impregnadas con pintura al óleo. Siguen las instalaciones más gamberras del colectivo ruso Blue Noses o la artista suiza Sylvie Fleury, y junto a la obra de esta última se explica la participación de Sophie Calle en este proyecto. La representante de Francia en la Bienal de Venecia del año pasado con su instalación Prenez soin de vous (Cuídate) -para la que pidió a 107 mujeres de una gran variedad de campos profesionales que interpretaran una carta de ruptura que la artista había recibido en forma de correo electrónico- decidió en esta ocasión colocar un anuncio en la revista japonesa Art It durante el otoño de 2006 en busca de un artista que aceptara desarrollar por ella su obra en la exposición Mobile-Art. El creador suplente, el japonés Soju Tao, siguió las indicaciones de Calle y pidió a distintos viandantes que vaciaran sus bolsos para comprarles el contenido y construir con esos elementos el retrato de cada dueño. Son sólo algunas de las veinte historias que habitan este pabellón al que se accede de manera gratuita. Los organizadores aseguraban ayer haber recibido 22.000 visitantes desde su apertura al público el pasado 27 de febrero.
A lo largo de su laureada carrera, Zaha Hadid no se ha mantenido ajena a este tipo de construcciones efímeras. La única mujer ganadora del premio Pritzker de arquitectura (2004) tiene en su haber varios montajes de exposiciones, como la desarrollada en la cúpula del milenio de Londres entre 2000 y 2001. Pero, a diferencia de aquellos proyectos, Hadid ha concedido a este edificio desde su concepción en Inglaterra su carácter errante. Un museo nómada que la arquitecta asegura anhelar desde su época de estudiante. Las más de 700 piezas diferentes de su estructura, que no superan los 2,25 metros de ancho, se desmontarán a partir del 5 de abril y viajarán para ser reconstruidas a lo largo de cuatro semanas en Tokio, la próxima parada. Y así sucesivamente. Por eso, señala Hadid, "se reinventará en cada nuevo escenario". "Y mantendrá ese juego de contradicciones, ese diálogo entre los espacios naturales y los artificiales, el interior y el exterior, lo claro y lo oscuro".
¿Pero qué pasará con el edificio después de la exposición, cuando termine en París en 2010? Hadid desconocía ayer la respuesta. Fabrice Bousteau, el comisario de la exposición, aseguró que un proyecto concebido para moverse no debería quedar anclado cuando terminen sus dos años de vida. ¿Sería razonable entonces considerar su destrucción? "Más que destrucción, me parecería interesante su transformación en otra cosa. Veremos qué pasa, aún no sabemos nada", argumentó Bousteau. Por el momento, permanece al borde del mar que rodea la misma isla donde su creadora tiene pendiente de finalizar en diciembre de este año la Innovation Tower de la Universidad politécnica de Hong Kong.
Si bien a nadie se le escapa el estudiado impacto visual que este museo-móvil pretende provocar en el perfil de todas las ciudades a las que tiene previsto viajar en el futuro, tampoco debe obviarse la importancia comercial de las capitales en liza. Al fin y al cabo, ¿de qué estamos hablando? ¿Arquitectura? ¿Arte? ¿Moda? ¿Negocio? El diseñador alemán Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel y principal impulsor del proyecto Mobile-Art, respondió ayer a este periódico a estos interrogantes antes de entrar en el cóctel de celebración de este evento internacional, bien entrada la noche hongkonesa: "Hoy día, el arte es un gran negocio".
Proyecciones
- Entre las obras que alberga el pabellón de Zaha Hadid destacan las fotografías del japonés Nobuyoshi Araki (arriba), o las animaciones de su compatriota, la dibujante Tabaimo (abajo).
Babelia
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