Meloporno
En dos elementos tradicionales de probado éxito se basa este filme: el primero, el melodrama. A través de él se nos narra la aventura, no nueva precisamente, de una hija que abandona padre y hogar para vivir a su manera. El segundo componente de la fórmula es una especie de documental superficial sobre el mundo de la pornografía en Norteamérica. A fin de acentuar contrastes y hacer el filme más del gusto de cierta clase de público, a la muchacha se la ha convertido en miembro de una comunidad religiosa puritana, con lo que las tintas se oscurecen aún más si cabe.El contraste, sin embargo, más que favorecer la narración, le resta verosimilitud en todo momento, sobre todo a partir de la desaparición de la protagonista. De ella sólo llegamos a saber vagas anotaciones. Las razones de su huida, su verdadera personalidad, escamoteada a lo largo del relato, se nos ofrece en cuatro frases poco antes de que el filme termine con un final feliz, que ni cierra la aventura ni, por supuesto, satisface a nadie.
Hardcore: un mundo oculto
Guión y dirección: Paul Schrader. Intérpretes: George C. Scott, Peter Boyte, Seaseon Hubley, Dick Sargent, Leonard Gaines, David Nichols. Fotografia: Joe Marquette. Música: Jack Nitzsche EEUU. Dramática. Locales de estreno: Lope de Vega y Juan de Austria
Pues la verdad es que toda esta trama infantil del padre, defendido a ratos por George C. Scott, convertido en investigador privado en busca de su hija por gracias a recursos infantiles, no viene a ser sino un pretexto bastante pobre para mostrarnos esa visión superficial de un mundo que hoy día hasta los adolescentes conocen. Realizado para pequeños burgueses en la medida que la censura comercial lo permite, seguramente defraudará a la mayoría, pues no en balde las pantallas españolas ofrecen asiduamente documentales y filmes sobre el sexo, si no mejores, sí más duros que éste, realizado, se diría, para sesiones de cine dominicales, y en el que lo erótico se halla más en las palabras que en las imágenes. Lo único salvable en la historia es el personaje de la amiga de la protagonista. El resto, metafísica incluida, moral más o menos convencional y otros sermones habituales, no dejan de ser meros juegos de palabras, destinados a impresionar favorablemente a un público no interesado en exceso por el más allá, sino por el más acá de un sexo envilecido e industrializado.
Babelia
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