Pompa y circunstancia
Los pequeños detalles delatan a los directores grandilocuentes. En un pasaje de la, de todos modos, notable Expiación, su director, Joe Wright, decidió construir un impresionante plano-secuencia en una playa, con cientos de extras, exuberantes decorados, decenas de movimientos interiores y variadas acciones, que poco venía a aportar a la narración y mucho a la brillantez técnica del producto. Eso sí, a algunos espectadores se nos olvidó por un momento lo que nos estaba contando la película y lo que decían los personajes, para acabar fijándonos únicamente en los alrededores y lo que tardaba en haber un corte para cambiar de plano. En ese instante, la secuencia se convertía en vacua vehemencia.
EL SOLISTA
Dirección: Joe Wright.
Intérpretes: Robert Downey Jr., Jamie Foxx, Catherine Keener.
Género: drama. EE UU, 2009. Duración: 117 minutos.
En El solista, la nueva obra de Wright, se nota la mano de la puesta en escena a cada minuto. El autor británico, quizá consciente de que el material con el que le ha tocado lidiar raya peligrosamente con el de infinidad de telefilmes basados en hechos reales, experimenta con montaje, encuadres, iluminación y movimientos, y el resultado es un pequeño relato de superación ilustrado como si estuviésemos ante la película que fuera a cambiar el devenir del cine.
Columnista de prensa en busca de historia descubre a sin techo con pasado universitario, de evidentes problemas psiquiátricos, que toca un destartalado violín por las solitarias esquinas de Los Ángeles. ¿Hay tema para una columna? Por supuesto. ¿Hay tema para una película? También.
Sin embargo, el pomposo Joe Wright parece más preocupado por visualizar una sinfonía de Beethoven con una especie de salvapantallas caleidos-cópico que por indagar en uno de los grandes temas de su drama: el aprovechamiento del periodista de una tragedia ajena para sus propios propósitos, a la manera del Truman Capote de A sangre fría.
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