Peculiar 'thrilIér' metafísico
Alejada de los actuales thrillers, donde la acción se justifica por sí misma, y del habitual tratamiento del fenómeno terrorista, Réquiem por los que van a morir, basada en un pasado best seller de Jack Higgins, muestra el proceso reflexivo que sufre un miembro del IRA que abandona la organización.A partir del motivo que produce su deserción -un atentado fallido contra un transporte militar que hace volar por los aires a un autobús escolar-, la acción se traslada de Irlanda del Norte al East End londinense, donde, para conseguir el pasaporte que le facilite su salida de Inglaterra, tendrá que aceptar asesinar al competidor de un cabecilla del hampa.
Allí se verá acosado por la policía, por sus antiguos camaradas, por el gánster y por un sacerdote católico, que intentarán, respectivamente, apresarle, recuperarle, liquidarle y conseguir su arrepentirniento, mientras su crisis de conciencia, perdida la fe en la causa que eligió, le llevan a la conclusión de que ninguna idea merece poner la vida en juego ni matar por defenderla.
Réquiem por los que van a morir
Dirección: Mike Hodges. Guión: Edmund Ward y Martin Lynch.Producción: Peter Snell para Samuel Goldwyn. Reino Unido, 1987. Intérpretes: Mickey Rourke, Bob Hoskins, Alan Bates, Samm y Davis. Estreno de Madrid: Palacio de la Música, Cid Campeador, Novedades y California (versión original).
La muerte, meta última de todo ser, en su dualidad física y espiritual, impregna constantemente la atmósfera de la narración, presentando un universo humano donde a menudo los protagonistas serán incapaces de realizar su cometido profesional, al tiempo que realizan acciones contrarias a su condición, en las que el bien y el mal coexisten, dependiendo la significación de sus personalidades de su elección final.
El veterano realizador Mike Hodges (cuyo título más popular es Rash Gordón) dosifica la acción y utiliza un distanciamiento adecuado, manteniendo la intriga, al tiempo que permite asistir al proceso anímico de los personajes, en un clima donde lo excepcional es asumido por la realidad, con la presencia del fatalismo y del componente religioso del desenlace final.
En la aceptación de la historia fillmica es determinante el trabajo de Mickey Rourke, cuyo gesto y mirada se prolongan en su peculiar entonación y acento irlandés (matiz sólo discernible, lógicamente, en la versión original), y también la presencia del siempre estupendo Bob Hoskins, en una realización donde los elementos formales están al servicio total del guión, que subrayan con acierto la peripecia vital del protagonista. Antihéroe presentado con un cierto halo de romanticismo, cuyos significativos refugios son la iglesia (escenario que ocupa buena parte de la proyección) y un prostíbulo, mostrando las alternativas paraíso-infierno, que su espíritu rechaza por igual.
Babelia
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