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El Palazuelo de París, en Palma

La Fundación March presenta una muestra con inéditos que se verá en el museo de Cuenca y en el Oteiza de Navarra

Germinaciones mínimas, lienzos con gestos y geometrías y estallidos de color sin apreturas. Una muestra de un centenar de obras de Pablo Palazuelo (Madrid, 1916-2007) que la Fundación Juan March presenta en su museo de Palma desde hoy hasta el 30 de octubre da una nueva perspectiva sobre la trayectoria de uno de los artistas capitales del arte contemporáneo español, a los tres años de su muerte.

La exposición Palazuelo. París, 13 Rue Saint-Jacques (1948-1968), centrada en su etapa francesa incluye diversos lienzos inéditos y se mostrará posteriormente, en noviembre, en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, y en marzo de 2011 en el Museo de la Fundación Museo Jorge Oteiza de Alzazu, Navarra.

Palazuelo que estudió arquitectura en Oxford partió hacia París en 1948, mellado por la guerra -fue piloto de la aviación franquista- y agobiado por la dictadura, buscó "el camino... como un laberinto", según recuerda recoge el comisario Alfonso de la Torre al reflexionar sobre "la imaginación introvertida". Se fue de París cuando todo el mundo dijo haber ido allí, en 1968.

El lenguaje de Palazuelo -un solitario, disciplinado, "el mundo que cabe en una habitación"- se documenta en sus notas y bocetos, algún poema, ilustraciones para literatos y en muchos apuntes. También en algunos cuadros con otros apuntes en el envés del lienzo salvado. En los aledaños y la negación del cubismo, con las estelas de Klee y Kandisky, el artista madrileño trazó sus caminos. Muy conocidas son sus etapas de la segunda mitad del siglo XX, desde cuando, por ejemplo, expuso con Miró, Chillida, Oteiza y Tàpies en Madrid, en 1959.

En el Museo March de Palma se muestra una escultura -apenas una flor mínima- del autor que fue muy amigo y cómplice de Chillida desde sus inicios. Compartieron galería, la Maegth -que vetó a Palazuelo su trayectoria de "pintor que hace esculturas"-que aporta parte fondos no expuestos. También estuvo en la mismo equipo de la galería con Joan Miró, quién en 1951 le mandó una carta en la que elogia las telas que ha visto de Palazuelo: "encontré en ellas toda la fuerza racial española -austeridad de Zurbarán, ascetismo de los místicos, y esos con sus destellos de sensibilidad- y eso en sentido universal, claro está".

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