Veinte años después
Los grandes éxitos teatrales alcanzados por Tennessee Williams hacen que un buen número de sus obras más comerciales sean adaptadas al cine y dirigidas por algunos de los mejores realizadores norteamericanos. Richard Brooks hace La gata sobre el tejado de zinc (1958) y Dulce pájaro de juventud (1962); John Huston, La noche de la iguana (1964); Elia Kazan, Un tranvía llamado deseo (1951); Joseph L. Mankiewicz, De repente... el último verano (1959); etcétera. En todas aparecen los tortuosos y típicos personajes sureños de Williams interpretados por grandes «estrellas» y se notan los esfuerzos de los directores por introducir nuevas escenas y tratar de diluir su origen teatral. Los mejores resultados los consiguen Kazan y Mankiewicz porque únicamente se dedican a adaptarse a la obra y a dirigir a los actores de forma minuciosa.Hoy, quizá excesivamente olvidado, Joseph L. Mankiewicz es uno de los grandes del cine norteamericano, perteneciente a la generación que debuta después de la segunda guerra mundial. Tras una larga etapa como guionista y productor, hace su primera película en 1946, a los 39 años, de la mano del genial Ernst Lubitsch. Guionista y co-guionista de la mayoría de sus películas, sus obras reposan sobre sólidos guiones minuciosamente construidos, con abundantes y perfectos diálogos. Entre sus películas destacan Eva al desnudo (1950), La condesa descalza (1954), Cleopatra (1963) y La huella (1972), su último trabajo cinematográfico.
De repente
.. el último verano (Suddenly, Last Summer). Director: Joseph L. Mankiewicz. Productor: Sani Spiegel. Guión: Gore Vida¡, Tennessee Williams. Intérpretes: Elizaberth Taylor, Katherine Hepburn, Montgomery Clift . EEUU, 1959. Local de estreno: Vergara.
Todas las películas basadas en obras de teatro de Tennessee Williams tienen serios problemas con la censura del general Franco. Sus diálogos son alterados o están prohibidas durante unos cuantos años, en la medida en que los condicionamientos sexuales de los personajes chocan con la asexuada forma de vida que trata de imponer el dictador. Ninguna despierta las iras de los censores como De repente... el último verano, que únicamente se estrena veinte años después de realizada y cuando el país vive una situación muy diferente. Al clima general de enloquecimiento en que transcurre la acción y a los impulsos eróticos que mueven a los protagonistas se une una disparatada escena final que transcurre en un pueblo con nombre mexicano, que puede ser confundido con Italia. pero que se rueda en la Costa Brava y es España, que hiere el sutil patriotismo de los censores.
Primero sin haber visto la película y después tras conocerla en el pase para censura, los críticos-censores de la época hacen, de forma anónima, una campaña de prensa contra la película que les ha irritado y que sólo ellos han visto en España. La acusan demostrar a los españoles como hambrientos caníbales y a los productores, de traidores por haber aprovechado las facilidades que se les han concedido para rodar en España, para hacer una obra que es un insulto para los españoles y una puesta al día de la leyenda negra.
La historia de la multimillonaria dama sureña enloquecida por la muerte de su único hijo y que trata de comprar a un cirujano especializado en el cerebro para que realice una lobotomía a su bella sobrina que le haga olvidar para siempre el homosexualismo de su primo y el trágico fin que éste le depara, veinte años después continúa siendo la mejor adaptación, cinematográfica de una obra de Williams, un prodigioso trabajo de Katherine Hepburn, Montgomery Clift y Elizabeth Taylor, y una de las mejores películas de Mankiewicz. Así como la última prueba de una censura torpe, malintencionada y cargada de mala conciencia, que no sabe apreciar la calidad, no se entera de lo que ve y aprovecha la menor ocasión para subrayar su alta e impopular misión redentora.
Babelia
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