El estilo y la paradoja
Tan sólo dos películas bastaron para hacer de Spike Lee un triunfador en el siempre imprevisible cine americano. Si con su primer filme, Nola darling, producción independiente y con un coste bajísimo, obtenía una rentabilidad notable y suscitaba el interés de la industria por su cine, con Haz lo que debas, distribuido por una multinacional, logró la consagración internacional y, sobre todo, generó dos fenómenos contrapuestos: por una parte, colocó sobre un tapete ya de por sí caliente el siempre espinoso tema de las relaciones raciales, pero desde una óptica de pluralidad de enfoques que, aparentemente, no permitía una única lectura posible. Por la otra, generó una corriente de continuadores que encontraron un lugar -tan provisional como se quiera- para el cultivo de ficciones similares dentro de la industria.Tras la más bien vacilante Mo'better blues, Lee vuelve a la carga. Y lo hace, como en sus filmes anteriores, con un producto concebido con el único fin de provocar la discusión, de desatar la polémica. Jungle fever plantea similares problemas ya tratados en sus antecesoras, esta vez a partir de situaciones más difíciles de abordar, aparentemente más incómodas. Lee propone esta vez no una ficción sobre prostitutas, músicos o empleados de poca monta cuyo común denominador era el color oscuro de su piel y, consecuentemente, su situación de subordinación, sino la historia de un arquitecto, hijo de un pastor protestante y feliz padre de familia. Un desliz amoroso le alejará de la felicidad conyugal, pero también le expondrá a los instintos más irracionales cuando los suyos sepan que la elegida es una hermosa chica blanca de origen italiano que tiene respecto a él una situación de inferioridad laboral, toda vez que es su secretaria.
Fiebre salvaje (Jungle fever)
Dirección y guión: Spike Lee. Fotografía: Ernest Dickerson. Música: Stevie Wonder, Terence Blanchard. Producción: Spike Lee / 40 Acres and A Mule para Universal, EE UU, 1991. Intérpretes: Wesley Snipes, Annabella Sciorra, John Turturro, Samuel L. Jackson, Lonette McKes, Ossie Davis, Anthony Quinn, Ruby Dee. Estreno en Madrid: Minicines, Ideal Multicines y Bellas Artes (V. O.).
Lógica del gueto
Como ocurría en Haz lo que debas, también aquí los personajes se comportan según la feroz lógica del gueto, de la desigualdad, del desprecio. Lee monta con elegante ironía una secuencia tras otra, con notable economía narrativa, para llegar a lo que realmente le interesa: las reacciones que suscita la aventura amorosa. Magistral es en este sentido la concisión con que muestra, mediante breves secuencias encadenadas con un mismo referente espacial, el nacer de la relación entre los amantes intersexuales, como también constituye una lección de economía la presentación del contexto familiar de la muchacha. Y como ocurría en sus filmes anteriores -la repetición la hace marca de estilo-, la paradoja termina enseñoreándose del filme, y no sólo porque las situaciones, los temas que la película trata lo sean; no sólo porque, antes y fuera de la película, el gueto como organización social ya lo sea en sí mismo, sino porque la forma en que se muestra la evolución de los personajes en el filme también es brutalmente paradójica.A la postre, Jungle fever vuelve a servir como vehículo de polémica, a la vez que confirma el oficio de Spike Lee, a quien se debe considerar como el verdadero artífice de la renovación formal del último cine americano. Su diagnóstico vuelve a ser inclemente -no se puede huir de la lógica del gueto-, como inclemente es el reconocimiento de que la única igualdad racial posible en una sociedad como la norteamericana está en el consumo de crack. No obstante, una duda planea sobre el filme: todo lo que en él se propone ya lo hemos visto antes, y en filmes del propio Lee. ¿Hasta cuándo podrá seguir con su discurso sin caer en peligrosas, estériles reiteraciones?
Babelia
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