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Indignación en el muro

Un artista cubano proyecta la imagen de Orlando Zapata sobre el Consulado cubano en Barcelona

Lo hizo antes en Nueva York, sobre la fachada de la misión cubana ante las Naciones Unidas, y ayer lo repitió sobre la del Consulado de Cuba en Barcelona. Con un pequeño generador de obra, un ordenador y un proyector, el artista cubano Geandy Pavón (Victoria de las Tunas, 1974) hizo aparecer sobre los muros del céntrico edificio del paseo de Gràcia el fantasmagórico rostro en blanco y negro de Orlando Zapata, el preso cubano que falleció el pasado 23 de febrero tras una prolongada huelga de hambre.

El proyecto Némesis, como lo ha bautizado, es una performance artística que, por descontado, tiene una intencionada carga política. Pavón conoce bien los mecanismos. Ayer estaba acompañado por el reducido grupo de exiliados que le han dado apoyo logístico, pero su intención no es convocar multitudes (entre otras cosas, dice, porque la acción no cuenta con permisos), sino aprovechar el gancho mediático y simbólico de la imagen. "Hacía algun tiempo que había empezado a trabajar con proyecciones, pero hasta ahora no había tratado ningún tema cubano o político", comentaba ayer Geandy Pavón, que tiene como referentes en este proyecto a artistas de raíz conceptual como Jenny Holzer o Krysztof Wodiczko. Con todo, su trayectoria artística está muy alejada de este tipo de trabajos ya que su pintura es clásica, casi académica, con bodegones y otros géneros históricos que revisa con pincelada certera. "El mío es un arte autotélico, remite al propio arte", dice. "Todo él es un estudio sobre el barroco y el fenómeno de la pintura en sí misma".

"El castrismo está dejando de estar de moda", afirma Geandy Pavón

¿Qué le movió a cambiar de registro? "La indignación. Sabía que había mucha gente en Cuba muriendo debido al sistema, pero nunca lo había sentido tan cerca", explica. Y eso que se exilió a Nueva Jersey (Estados Unidos) con su familia en 1996 gracias a que, tras mucho insistir, pudieron demostrar que su padre había sido preso político. "Estuvo preso 18 años, pero nunca hubo juicio", aclara. "Salió gracias a una amnistía de 1974 propiciada por intelectuales franceses. Mi padre había sido un revolucionario e incluso fue responsable de seguridad del Che cuando este era ministro de Justicia, pero después discrepó de Fidel y se apuntó a los movimientos que luchaban contra el castrismo. Hay mucho maniqueísmo en esto de Cuba y hay que tener claro que no todos los que discrepan son reaccionarios derechistas; al contrario, mi viejo aún se considera un revolucionario antiimperialista".

Pese a su historia familiar, explica que, como otros jóvenes cubanos, lo único que quería era escapar y hacer su vida. "Pensaba que podías vivir y hacer arte sin que todo esto te afectara, pero no es así. Desearía que ser cubano fuera como ser sueco, pero lo ontológico en el ser cubano es mucho más complejo, tienes que explicarte siempre, decir si eres del interior o del exilio, implica un posicionamiento ideológico". Con todo, pese a que cree que el Gobierno cubano también dejará morir de hambre al opositor Guillermo Fariñas -"que no pide un cambio de regimen sino solo que dejen salir para curarse a 26 presos de conciencia que están muy enfermos"-, está convencido de que hay salida. "Algo está cambiando. Por primera vez en 50 años el castrismo está dejando de estar de moda. Se ha pasado del mito literario a la realidad de una dictadura en la que hay disidentes que piensan diferente. Esto les desborda".

Su proyecto, dice, molesta al Gobierno cubano porque "a nivel de imagen les perjudica más que una bomba, es terrorismo blanco. Nunca se les había atacado tan directamente desde el arte".

Proyección, anoche, del rostro de Orlando Zapata sobre el Consulado de Cuba en Barcelona.
Proyección, anoche, del rostro de Orlando Zapata sobre el Consulado de Cuba en Barcelona.JOAN SÁNCHEZ

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