"Hay una absoluta falta de debate en el arte contemporáneo"
La mejor introducción al optimismo de lo que será Arco 2007 la ha puesto su directora, quien hace unos días afirmaba que "la feria ya está vendida". Sin arrogancia, ni tampoco dudas, Lourdes Fernández es consciente de que los condicionantes son una triste realidad, en la vida y en el arte, aunque también posee demasiado humor como para atenuarlos. Como no podía ser de otra forma, esta donostiarra (1961) se ha pasado más de un año aplicando a la feria de arte madrileña las recetas culinarias de su buen amigo Juan Mari Arzak -encargado este año de los fogones de la sala VIP, reservada a coleccionistas y galeristas- basadas en la renovación de las viejas fórmulas sin traicionarlas. Mañana inaugurará su primer Arco en los pabellones 7 y 9 de Ifema, en Madrid.
"Arco es un lugar de intercambio, difusión y transacción económica. Debe ser una plataforma de mercado"
"Nuestra experiencia con Corea nos ha hecho pensar que con Oriente los parámetros van a ser muy diferentes"
Pregunta. Usted sostiene que el éxito de Arco vendrá de su reorganización y profesionalización. ¿Con qué dificultades se ha encontrado?
Respuesta. Me he encontrado con un proyecto de gran magnitud que necesita tiempo, atención y esmero, y esto a veces dificulta poder pararse a reflexionar, diseñar una estrategia o repensar las líneas estructurales de la feria. Además, profesionalizar la feria supone evitar ciertas confusiones y, sobre todo, ser muy exigente y selectivo en las elecciones de cada uno de los aspectos que la rodean. Y esto no gusta a todo el mundo. Pero también he de decir que me he sentido apoyada por quienes creen en un proyecto que será bueno para todos.
P. Usted pasó de trabajar en la Marlborough a dirigir la galería DV en San Sebastián, y en 2004 a gestionar la bienal Manifesta V. Éste es su primer Arco. ¿Cómo adapta estos cambios a su perfil de historiadora?
R. Son los propios cambios los que le condicionan a uno. Para bien o para mal, mi formación hizo que me inclinase más hacia el mundo de los museos. Comencé en el Museo d'Orsay de París, pero luego, sin querer, me encontré desarrollando mi carrera profesional en el mundo del comercio del arte. Mi bagaje fue determinante en el trabajo con los artistas en la DV. En Manifesta lo viví con mayor intensidad, pues muchos aspectos del proceso de trabajo de los comisarios habrían resultado muy difíciles de entender o desarrollar si no hubiera tenido esos conocimientos.
P. Rosina Gómez-Baeza dejó Arco para dirigir la I Bienal de Arte de Canarias y el Centro de Arte Contemporáneo (La Laboral) de Gijón. ¿Ser director de una feria garantiza una buena jubilación, a pleno rendimiento?
R. La dirección de Arco da un abanico de posibilidades que después uno ha de saber escoger y optimizar. Siempre he dicho que en el mundo del arte, si cada uno supiera estar donde tiene que estar, habría mucha menos confusión.
P. Arco ha sido una feria, por una parte, muy criticada, pero por otra, excesivamente protegida por los medios de comunicación. ¿La evolución de Arco pasa por su absoluta independencia como mercado y por estar dispuesta a ser objeto de una nueva percepción crítica que la vincule estrictamente a la industria cultural?
R. Sin ninguna duda. Creo que parte de la profesionalización de la feria radica precisamente en ese aspecto, en una percepción crítica que la sitúe en el lugar más correcto. No sabría decir si es industria cultural únicamente; en nuestro caso, es una feria de arte contemporáneo y el arte será siempre su protagonista. Arco es un lugar de intercambio, difusión y transacción económica. Debe ser una plataforma de mercado y un generador del mismo.
P. ¿Y dónde cree que debe estar la ética del crítico en el marco de la industria cultural, las bienales, las grandes muestras?
R. Para mí, no es lo mismo hacer una crítica de una bienal que de una feria. Una bienal tiene un discurso, un proyecto determinado y un objetivo claro. Los parámetros de una feria son diferentes. El problema de este país es que no hay crítica, como la puede haber en otros ámbitos de la cultura, como el cine, que también es una industria que mueve muchísimo dinero. Una película realizada por un gran director puede hundirse por una crítica nefasta. Esto es lo que yo echo en falta en el arte contemporáneo. Hay una absoluta falta de debate.
P. ¿Le interesan a Arco las audiencias no iniciadas?
R. Las audiencias no iniciadas nos tienen que interesar a todos, no sólo a Arco. Me niego a aceptar que solamente ese mundo de expertos ha de tener acceso a la información. Otra cosa es cómo segmentamos ese público. Arco está dirigida a todas las audiencias, pues se trata de crear conocimiento futuro.
P. Hoy toda ciudad quiere tener su bienal de arte, lo que demuestra esa ansia por ocupar un lugar en el mapa. ¿No está ocurriendo lo mismo con las ferias? Los artistas quieren estar en las dos; de hecho, ya casi no hay mucha diferencia, hacen obras tanto a la medida de un stand como para un pabellón. ¿Qué le deja una feria o una bienal a la individualidad del trabajo de un artista?
R. En mi opinión, todavía es diferente una bienal de una feria. Tenemos el ejemplo de Art Unlimited en Basilea, que se parece a una bienal, pues permite ciertos formatos que sobrepasan los límites de lo que es convencional en una feria. Creo que la individualidad de un artista está mejor preservada en una bienal que en una feria. Aunque depende siempre de la actitud del artista.
P. ¿Qué papel desempeñan las ferias en el proceso de apreciación y validación artística?
R. El mercado no sólo valida económicamente; también da un estatus al artista, al igual que un museo o una bienal.
P. ¿Podría definir su propia estrategia como directora de Arco y con qué argumentos le recomendaría a un galerista o a un coleccionista venir a Madrid?
R. Hay dos estrategias. El cambio de pabellones previsto para el año que viene, lo que supone reorganizar toda la feria espacial y estructuralmente. Hemos trabajado para que haya galerías nuevas, un total de 50. Tenemos que aprovechar el momento que está viviendo España respecto a otros países. Me refiero a la situación económica, que nos permite tener un mercado más proactivo, por lo que hay más galerías a las que podemos invitar a venir con el convencimiento de que si les funciona, como ha pasado con las austriacas, van a volver. Y aprovechar la situación estratégica de España respecto a Latinoamérica.
P. ¿No siente que tiene una gran competidora en Basilea-Miami?
R. Basilea-Miami ha absorbido el mercado americano y de Latinoamérica, pero es una feria que ocurre en América. Arco tiene todavía ahí una baza importante, pues es la feria que ocurre en Europa y que atrae el mercado latinoamericano, sobre todo por nuestro acercamiento cultural y la vecindad con Portugal. Y claro, está Brasil, que será el próximo país invitado. Para Arco, es más incómoda Frieze, en Londres. Las galerías de Latinoamérica cruzan el charco para ir a otro sitio que no es Arco. También confío mucho en la India, no sé si por su ascendente british. Y no tanto en China. Nuestra experiencia con Corea del Sur nos ha hecho pensar que con los países de Oriente los parámetros van a ser muy diferentes.
P. Con Corea la relación ha sido, digamos, tumultuosa. Ha trascendido muy poco, aunque los efectos podrán verse en los próximos días...
R. Si para algo me ha servido la experiencia con Corea es para saber que en una sección importantísima de Arco donde se invita a un país se han de aplicar exactamente los mismos criterios de calidad que para el resto de la feria. Dicho esto, los críticos tendrán que hacer ahora su trabajo.
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