Guerra, diáspora, racismo... arte
Cuatro jóvenes artistas africanas simbolizan con su obra los males del continente
En una de las escenas más famosas de Adivina quién viene a cenar esta noche, de Stanley Kramer, Sidney Poitier suda la gota gorda mientras soporta las miradas recriminatorias de sus blanquísimos futuros suegros. Billie Zangewa (Malawi, 1963) ha recreado esta escena en un cuadro y lo ha titulado La inquisición. El protagonista es aquí igual de negro que Poitier.
Con mucho sentido del humor y con un dominio primoroso de las sedas, Zangewa plasma la situación de discriminación que sufren en el mundo las mujeres de su raza. Es una de las cuatro jóvenes artistas africanas que exponen en la sede de Casa África en Las Palmas hasta el 27 de febrero. Las otras tres son Aïcha Aïdaira (Senegal, 1969), Bill Kouélany (República del Congo, 1965) y Otobong Nkanga (Nigeria, 1974). La muestra está arropada por una serie de encuentros con escritoras africanas, conciertos y cine.
Están convencidas de que a través de su obra lograrán lo que se propongan
Las cuatro están convencidas de que a través del arte conseguirán lo que se propongan. Es su llave para entrar en otros mundos y difundir la esencia y la esperanza de África. Están seguras de que ser negras y mujeres no determina una forma de crear, pero sí reconocen una forma común de aunar tradición y modernidad. La guerra, la diáspora, el miedo y la ecología son algunos de los temas a los que se enfrentan estas artistas.
Danielle Tilkin, historiadora experta en África, es la comisaria de la exposición titulada Re/presentaciones: Ellas, explica que ha escogido a estas artistas porque ha ido conociendo su obra a través de expertos que habían tenido la ocasión de ver sus trabajos en algún acontecimiento internacional.
Tilkin, gran conocedora de la obra de Louise Bourgeois, entre otras grandes artistas del siglo XX, cuenta que desde hace más de veinte años quiere hacer una gran exposición centrada en la forma de crear de las mujeres. "Sigo intentando que algún gran museo se interese y, mientras, ayudo a descubrir talentos como el de estas jóvenes creadoras".
Cuando se le pregunta sobre lo que este cuarteto tiene en común, la comisaria señala la forma de combinar tradición y modernidad. Por ejemplo, las telas, los tejidos tan importantes en la cultura africana están aquí muy presentes. La senegalesa Aïcha Aïdaira utiliza retales de paños para contar historias íntimas. "En Senegal", explica, "el paño es algo tan sagrado que sólo lo tejen los hombres. Nosotras podemos manipularlo, pero sólo ellos son los encargados de tejerlos". Sus retales reproducen un telar, esa es su forma de transgredir la realidad.
Otra curiosa constante en las piezas expuestas es la presencia de las agujas. La obra de la nigeriana Otobong NKanga se centra en las agresiones que sufre el planeta. Protesta contra la explotación abusiva de los recursos naturales con piezas en las que atraviesa los troncos de los árboles con una lluvia de agujas de coser.
La congoleña Bill Kouélany entra de frente en el tema de la violencia y exhibe una serie de obras con siluetas masculinas cuyas piernas y brazos adoptan formas de armas letales. Son hombres que caminan a lo lejos con aire desafiante. La misma amenaza que sufre su continente y, de manera especialmente dura, las mujeres africanas.
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