Dos presos se fugan de la cárcel de Picassent tras romper barrotes y descolgarse con sábanas
Los reclusos supuestamente aprovecharon el alboroto que se produjo en la prisión cuando los otros internos seguían por radio desde sus celdas el partido Barça-Atlético
Dos reclusos del Centro Penitenciario Valencia II, en la localidad de Picassent, se fugaron en la noche del sábado tras utilizar unas sábanas para descolgarse, romper los barrotes de una ventana y forzar un portón de entrada al recinto, según ha adelantado Las Provincias y han confirmado a EL PAÍS fuentes penitenciarias. La huida se produjo entre las 21.00 horas, cuando se realizó un recuento en el que ambos aún estaban en su celda, y las 23.00, hora de la primera ronda nocturna de seguridad y en la que se detectó su ausencia, según han detallado fuentes penitenciarias. Los presos son Sergio C. D. y David M. G., de nacionalidad española, con condenas por delitos contra la propiedad y que estaban recluidos en el módulo 2, que alberga a presos conflictivos. Fuentes penitenciarias apuntan que los presos pudieron aprovechar el alboroto que se produce habitualmente en la cárcel cuando los internos siguen desde sus celdas por la radio un partido de fútbol destacado, como el que disputaban justo a esa hora el FC Barcelona y el Atlético de Madrid, para huirse sin que el ruido que produjeron les delatara.
Según la primera reconstrucción de la fuga, los dos internos consiguieron abandonar sus celdas y, tras forzar los barrotes de una ventana haciendo palanca con una barra, se descolgaron hacia el patio con una soga que habían fabricado con sábanas. Una vez fuera, acudieron al portón por el que entran las mercancías en el centro penitenciario y, tras forzarlo, abandonaron el recinto. Su salida no fue detectada por los efectivos de la Guardia Civil responsables de la seguridad del recinto. Instituciones Penitenciarias se ha limitado a afirmar que los hechos fueron puesto en conocimiento de las Fuerzas de Seguridad para iniciar la investigación que permita su arresto. Tras conocerse la huida, un portavoz del sindicato Acaip-UGT, el mayoritario entre los funcionarios, denunciaba que la cárcel de Picassent “está obsoleta. Las instalaciones son viejas y muchos sistemas de seguridad pasiva no funcionan. Actualmente no tiene condiciones para albergar a internos con perfiles conflictivos”, añade a este diario.
Con esta doble fuga, ya son 24 el número de evadidos en las cárceles españolas desde 2003, según la estadística oficial de Instituciones Penitenciarias. Esta cifra de fugados representa una mínima parte de los quebrantamientos de condena registrados estos dos últimos decenios ―más de 10.000, según una estimación de este diario a partir de varias respuestas parlamentarias del Gobierno―. Tres cuartas partes de esta cifra las protagonizaron reclusos que aprovecharon el disfrute de un permiso para no regresar a prisión. Otra parte se produjo durante salidas de los reclusos para acudir a los juzgados, cuando están ingresados en centros hospitalarios o al realizar una actividad cultural fuera de la cárcel. La población reclusa en España era a finales de noviembre de 59.513 personas, aunque al año pasan por ellas en algún momento cerca de 80.000, según detallan fuentes penitenciarias.
La anterior evasión la protagonizó hace un año, el 23 de diciembre de 2023, Yousef Mohamed Lehrech, alias El Pastilla, un joven acusado de haber cometido dos asesinatos, que estaba recluido en la prisión de Alcalá-Meco (Madrid). Durante la visita de unos familiares, aprovechó que estaba entreabierto un rastrillo (sistema de doble puerta de barrotes que separa dependencias) y una sucesión de negligencias del personal del centro para salir caminando tranquilamente por la puerta principal de la cárcel. Fue detenido un mes y dos días después en Alemania.
También fue célebre la que protagonizaron, en diciembre de 2020, Jonathan Moñiz, El Piojo, y su hermano Miguel Ángel, que escaparon de la cárcel de Valdemoro tras romper los barrotes de una ventana, recorrer los tejados del centro y saltar la valla del perímetro con una soga fabricada por ellos. Un tercer interno que les acompañaba fracasó en el intento. Los hermanos Moñiz fueron detenidos meses después por separado. Días después de aquella evasión, Interior impartió instrucciones a los directores de todos los centros penitenciarios para revisar los sistemas de seguridad e instar a que se aplicaran las medidas contempladas en los protocolos para evitar fugas.
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