Fuego de mis entrañas
Después de ser rechazada, por problemas, de censura, por importantes editoriales, en 1955 el escritor ruso exiliado Vladimir Nabokov (1899-1977) consigue publicar Lolita, su novela más famosa, en Francia, en una pequeña edición en inglés. Sólo cuatro años después se publica en Estados Unidos.En 1962 el productor James B. Harris y el realizador Stanley Kubrick convence a Nabokov para que escriba una imposible adaptación de su propia, obra maestra. De nuevo por problemas de censura, los tres hacen una tímida versión de Lolita protagonizada por un excelente James Mason, en gran parte porque la debutante Sue Lyon tiene muchos más años que su personaje, pero alcanza reputación entre los críticos y éxito de público.
Lolita
Director: Adrian Lyne. Guionista: Stephen Schiff. Fotografía: Howard Atherton. Música: Ennio Morricone. Estados Unidos, 1997. Intérpretes: Jeremy Irons, Dominique Swain, Melanie Griffith, Frank Lañgella. Estreno en Madrid: Avenida, Cid Campeador, Amaya, Palafox, Conde Duque, Luna (versión original subtitulada)..
Ahora, 35 años después, el irregular realizador Adrian Lyne se plantea una versión más fiel de la obra original. Tanto porque la debutante protagonista Dominique Swain tiene la edad de Lolita, como por dejar muy claras las plenas relaciones eróticas que mantiene con su padrastro, Humbert Humbert. No obstante, sigue siendo puritana al no incluir el más leve desnudo, lo que no impide que se convierta en un escándalo, le cueste mucho encontrar distribución y todavía no se haya estrenado en Estados Unidos. En el irregular resultado sobra, el prólogo ambientado en 1921, en la Riviera francesa, que trata de justificar la pasión del protagonista por las niñas al morir de tifus su encantadora amiga, encarnada por la atractiva Emina Griffiths-Malin, antes, de poder consumar su amor, así, como una pesadilla de Humbert Humbert. Sin embargo, está muy bien dado el atractivo erótico que despliega Lolita, con su aparato corrector de dientes su peculiar manera de comer chicle y mover las piernas, además de sus constantes coqueteos, así como la imposible pasión que se plantea con su padrastro.
Como, todos los que durante un cierto tiempo han trabajado en publicidad, Adrian Lyne, planifica con un exceso de inútiles primeros planos y hay muchas escenas que parecen auténticos anuncios. Algunas veces, como la escena del primer beso que Lolita da a Humbert Humbert, destroza buenos momentos, pero en conjunto la versión de Lyne poco tiene que ver con la genial novela original y es más verdadera- y mejor, que la de Kubrick, por mucho que moleste a sus admiradores y en contra de los de Nabokov.
La pareja Jeremy Irons y Dominique Swain es espléndida, bastante mejor, que la formada por James Mason y Sue Lyon. Frank Langella, que encarna al malvado Clare Quilty, permanece en un discreto segundo plano y no tiene la excesiva presencia que en la otra versión le daba un demasiado cómico Peter Sellers.
Babelia
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