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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fresco histórico

La telarañaConviene decirlo desde el comienzo: La teranyina no es un filme redondo. Tal vez porque está producido en el seno de una cinematografía raquítica como es, hoy por hoy, la catalana, la película se resiente de la falta de una auténtica tradición artesanal en lo que a la adaptación histórica se refiere (a pesar de que, sobre todo en los primeros años de la transición, tantas películas se hicieron con la historia como referente), que la hace caer en errores superables, sobre todo de ambientación, en los que rara vez sucumben otras producciones (francesas, británicas, italianas), hay una descompensación de interés entre sus dos segmentos principales, aquellos que atañen a la vivencia privada y los que tienen lo público como eje.Y sin embargo, lo que nadie les puede negar es ambición. Concebida como un fresco histórico que, explicando un momento de la historia de Cataluña a partir de un lugar imaginario, la textil ciudad de Feixes (que no es otra que Terrassa), narra en realidad la convulsiones que afectaron a todo un país durante la Semana Trágica, La telaraña propone con inteligencia una disección de la sociedad de clases de la época a base de contraponer los dos extremos de la pirámide social, la gran burguesía textil y el proletariado fabril subalterno, mediante una intriga que es, a la vez, policiaca y moral, y la resolución de la cual sólo un personaje del relato -la prostituta- podría ser capaz de interpretar... si no fuera porque es al espectador a quien compete esa tarea.

Director: Antoni Verdaguer

Guión: Jaume Fuster, Vicenç Villatoro, A. Verdaguer y Jaume Cabré, basado en la novela homónima de este último. Fotografía: Macari Golferichs. Música: Ramón Muntaner. España, 1990. Intérpretes: Fernando Guillén, Amparo Soler Leal, Sergi Mateu, Ramón Madaula, Jordi Dauder, Alfred Luchetti, Anna Lizarán, Patxi Bisquert. Estreno en Madrid en cine Roxy B.

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Previsibilidad

Es en el desarrollo de esa trama policíaca, sobre todo cuando lo colectivo intersecciona con lo privado, cuando el filme se hace previsible. Gana en cambio, y mucho, cuando se dedica a la disección inclemente, airada incluso, de esa familia Rigau corrompida por su deseo de poder. Ahí logra Toni Verdaguer, cuyo trabajo resulta siempre solvente, de buen nivel, crear un clima tenso -véase la relación entre los dos hermanos, o la dominación que el personaje que encarna Sergi Mateu ejerce sobre su criada, una Anna Lizarán a quien tanto quisiéramos ver en un papel cinematográfico más ambicioso- y al mismo tiempo, dar un veredicto personal, rotundo, inapelable, sobre la corrupción y el ansi a de hegemonía a una clase social bajo cuya dirección, no olvidemos, se ha construido la Cataluña de nuestros días.Hay un elemento más sobre cuyas bondades conviene insistir: el propio coraje de llevar adelante, en las actuales condiciones, una producción costosa que, a pesar de sus debilidades, intenta suplir con imaginación la falta de medios, hace de la necesidad virtud y, hasta donde puede, resulta incluso la premonición de un cine catalán que puede llegar a ser posible, desde el punto de vista de producción, actuación y medios técnicos. Si intenta ser Visconti y se queda en, digamos, Mauro Bolognini, no es por falta de talento o de rigor: es, sencillamente, por un simple problema de contexto. En todo caso, conviene rescatar su apuesta: por un cine adulto y hecho aquí con lo que hay a mano -que no es poco-. Rescatemos, en definitiva, su apuesta de futuro.

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