Final agridulce en la Monumental
José Tomás, Juan Mora y Serafín Marín despiden seis siglos de historia taurina en Cataluña
Llegó la hora. La plaza de la Monumental se ha quedado en silencio. Ha sido un día de sentimientos encontrados. Por un lado, la fiesta con José Tomás como cabeza de cartel y, por otro, el momento triste del adiós. En la calle, también sentimientos opuestos, los de aquellos llegaban al coso sabiendo que era su última tarde de toros y los que brindaban con cava que la fiesta se acabara en Cataluña.
Invasión de aficionados entre sonrientes y llorosos, algunos con bolsas para guardar la arena de su afición. Barcelona se ha volcado hoy con su última tarde de toros. El resultado ha sido lo de menos, las emociones han mandado. Por eso no ha importado que Juan Mora no cortase trofeos. La afición ha querido que saliera en volandas con los dos héroes. José Tomás y Serafín Marín han puesto cabeza y corazón en sus toros para despedirse de una afición ejemplar. Nada más romper el paseíllo han sacado a saludar no solo a los toreros, sino también a la cuadrilla, los hombres de plata.
Lleno en la Plaza Monumental de Barcelona
Seis toros de la ganadería de El Pilar justos de presentación y fuerzas.
- Juan Mora: ovación y ovación.
- José Tomás: dos orejas y saludos.
- Serafín Marín: ovación con saludo y dos orejas.
Todo parecía preparado para un día festivo. Sin embargo, los toros de El Pilar han dificultado un mayor lucimiento artístico. No solo porque ha faltado una presentación un poco más cuidada, sino también porque solo el segundo se ha prestado para que José Tomás desplegara su mejor tauromaquia. El torero de Galapagar ha dado su mejor versión con muleta y capote. Ha vuelto a ser el de siempre. Un torero puro, fino y comprometido en cada lance. Basó la faena en la mano izquierda. Mas clásico imposible. Después tuvo detalles como pases de trinchera sometiendo al animal y faroles de adorno antes de tomar el estoque. Ha cortado dos orejas y ha llegado la polémica. El mulillero se ha tomado la justicia por su mano y ha querido darle también el rabo. No lo ha aceptado el torero. En el quinto, José Tomás ha tirado de recursos técnicos para hacerse con un animal más reservón y complicado. Ha sido todo entrega. El José Tomás de siempre, por fin.
Muy diferente ha sido el caso de Serafín Marín, torero local criado en esta plaza, que no solo ha tenido que luchar contra un mal lote sino también contra las emociones. Ha dado la sorpresa en el tercero, lanceando con un capote de fantasía en el que ha incluido la palabra "libertad". Por detrás llevaba la senyera. Todo lo que no han puesto los toros lo ha puesto él en ambos animales. Quizás han sido un exceso las dos orejas, pero era el final feliz a la tarde más triste. Los aficionados los han llevado a hombros junto a una pancarta que decía: "Continuará..." Ojalá.
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