Ejercicios escolares
En la producción argentina Moebius se da la insólita circunstancia de que es la primera de, nada menos, una escuela de cine, la creada por Manuel Antín, cineasta de prestigio y antiguo cargo político en materia cinematográfica.Y hay que reconocer que ante Moebius se desvanece de inmediato cualquier tipo de reticencias: se trata ni más ni menos que de un filme inteligente, bien compuesto, con vacilaciones no muy diferentes de las que atenazan con harta frecuencia a las producciones comerciales al uso y que encierra, además, una metáfora interior tan curiosa como efectiva.
De hecho, el filme cuenta una historia típica del género fantástico, a cuyas normas de puesta en escena se pliega casi siempre. En la amplia red subterránea del subte, el metro bonaerense, se pierde todo un convoy, con pasajeros y todo. No hay explicación para tan inusual asunto. No la tiene el jefe de explotación del metro, ni el ingeniero a cargo del mantenimiento, ni el responsable de la aseguradora, ni siquiera un oscuro funcionario del hospital militar: todos ellos esperan que un joven matemático, topólogo para mayores señas, sea capaz de descifrar el enigma.
Moebius Dirección: Gustavo Mosquera, Natalia Urruty, y Emiliano Torres
Guión: María Angeles Mira, G. Mosquera, Arturo Oñativia, N. Urruty, Gabriel Lifshitz y Pedro Cristiani. Fotograria: Abel Peñalba. Música: Mariano Núñez West. Producción: Verónica Cura para la Universidad del Cine. Argentina, 1996. Intérpretes: Guillermo Angelelli, Roberto Carnaghi, Annabella Levy, Jorge Petraglia, Miguel Ángel Paludi. Estreno en Madrid: Real Cinema.
Gusto visual
Con un ritmo a veces vacilante, unos actores que no responden siempre a la altura requerida, un guión que se toma en ocasiones demasiadas libertades frente al espectador, al que se le pide un esfuerzo de comprensión que limita con la benevolencia, pero con un gusto visual espléndido y una rara capacidad par lograr casi instantáneamente un ambiente opresivo, un mundo en el cual puede suceder cualquier cosa en cualquier instante ¿qué otra cosa es, sino una buena película fantástica?-, Moebius avanza hasta su insólita resolución, no sin antes apuntar un par de excelentes detalles.Uno, una llamada a vivir una vida más solidaria, más pendiente del otro; más empática, en definitiva, con los problemas ajenos. Y otro, la metáfora mayor que el filme encierra, y no es otra que la de la propia historia reciente de Argentina. Así, resulta difícil no ver en este vagón que desaparece, en estos seres que están y no están, que perviven en la memoria de quienes por ellos se preocupan, un claro trasunto de los desaparecidos políticos, esa mancha en la conciencia colectiva del país que el filme vuelve a poner sobre la mesa con determinación, pero con la insólita, elíptica opción de no hablar frontalmente de las cosas.
Babelia
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