Detectives en un mundo de dilemas
Encuentro entre Philip Kerr y Robert Wilson, creadores de dos de las sagas policiacas más exitosas - Ambos autores participan en el festival Getafe Negro
Empezando por el final. Robert Wilson ha leído a Philip Kerr, pero Philip Kerr no ha leído a Robert Wilson.
El trotamundos Wilson (Standford, 1957), que eligió como paraíso en la tierra una finca perdida del Alentejo portugués que ha hecho funcionar con energías renovables, leyó con interés la tres primeras novelas de Berlin noir, la saga protagonizada en la Alemania nazi por el detective Bernie Gunther, antes de construir Solo una muerte en Lisboa, por la que se mueven volframio, oficiales de las SS y la podredumbre salazarista.
El hombre que iba a ser abogado, o sea Kerr (Edimburgo, 1955), tira de ironía, tal vez para evitar algo que parezca un desaire hacia el escritor que se sienta a su lado, en uno de los magreados bancos de cuero del café Comercial. "Leo sobre todo historia, y no ficción, casi no leo novelas, me dedico a venderlas".
Philip Kerr: "Hitler se parece a Lutero, no solo en su antisemitismo"
El autor de 'Berlin noir' cree que todos somos capaces de los peores crímenes
Robert Wilson llegó a la capital andaluza en 1984 pedaleando
El inspector Falcón sigue rastreando el sur en 'La ignorancia de la sangre'
-A partir de los 40, los hombres dejan de leer novelas, las mujeres son nuestro público -acota Wilson sin burla, como quien constata un hecho.
-En Inglaterra está mal visto leer novelas de amigos, entre otras cosas porque puedes descubrir que son mejores que tú -prorrumpe el autor de Berlin noir con todo el sarcasmo.
Kerr hace reír con sus provocaciones. Wilson habla con trascendencia. Ya de pie, al final del encuentro, dirá que Una investigación filosófica, escrita por su compañero de entrevista, es una de las obras británicas más brillantes de los últimos 25 años.
Vayamos al principio. Kerr y Wilson nunca se habían visto hasta ayer, cuando se sentaron hombro con hombro en el café Comercial. Ambos visitan Madrid para participar en el festival Getafe Negro, que durante esta semana da miles de vueltas al género de moda en encuentros con autores, películas y debates. Una moda que va por barrios y que ni Wilson ni Kerr vinculan al afán de evasión ante la actual crisis. Los británicos, esgrimen, se engancharon al misterio cuando (algunos) vivían requetebién, en los imperiales años victorianos en los que arrasó Arthur Conan Doyle.
Los dos autores comparten nacionalidad (británica), editorial en España (RBA), casi año de nacimiento (1955, 1957), devociones literarias (Raymond Chandler) y una elección creativa: han huido de casa con sus sagas criminales. El Berlín años treinta y cuarenta le dio a Philip Kerr el éxito que hasta entonces le había esquivado y un marco único para abordar el mal. Una Sevilla alegre y corrupta, singular y al tiempo aquejada de problemas comunes a otras ciudades, es el escenario que rastrea el inspector Javier Falcón, protagonista de cuatro novelas de Wilson (recién llegada a las librerías La ignorancia de la sangre).
"El último lugar sobre el que escribiría es Edimburgo, una ciudad bastante aburrida. Además, pertenezco a esa tradición de británicos fascinados con Berlín, la ciudad más totémica de las últimas décadas", dice el escocés. En la última novela de la serie, Si los muertos no resucitan (Premio Internacional de Novela Negra RBA), el descreído Bernie Gunther afronta una intriga que arranca cuando los nazis se asientan en el poder y se ramifica hacia La Habana de Fulgencio Batista. "La Alemania nazi es el periodo histórico más interesante desde la reforma. En muchos aspectos, Hitler se parecía a Lutero, no solo en su antisemitismo, también en el hecho de que ambos se creyesen seres elegidos para ser líderes".
Robert Wilson descubrió Sevilla desde una bicicleta. En una de sus múltiples peripecias por el mundo, llegó pedaleando en 1984 a la ciudad andaluza y sucumbió. El barroquismo de la Semana Santa, la juerga interminable de la Feria, la crueldad de los toros, el vitalismo callejero y la alegría. En definitiva, lo tópico y lo real. "Pero cuando escarbas en la superficie encuentras que tiene los mismos problemas que otras ciudades de corrupción, drogas o asesinatos".
Philip Kerr se gira para preguntar a su colega su origen.
-He vivido en Londres más tiempo que en otro sitio. Mi padre era piloto de la RAF.
Un padre literario a más no poder. El niño Robert cambiaba con frecuencia de casa, de base en base, como un anticipo de lo que haría en el futuro (vivió en Grecia como guía turístico, recorrió en caravana buena parte de África, vendió nueces en Ghana...) antes de afincarse en el Alentejo.
Wilson no descarta permitir cierto protagonismo a su progenitor en una futura novela, pero donde el aviador planearía sin anacronismos de ningún tipo sería en esas tramas de Philip Kerr repletas de dilemas morales. "El gran error sobre el nazismo es llamarle monstruos. Había abogados, incluso jueces, y si personas inteligentes pueden cometer los peores crímenes, tienes que reconocer que cualquier ser humano puede cometerlos", reflexiona el escritor escocés.
En los dilemas morales puede crecer o no la barbarie, pero Kerr está convencido de que alimentan el quid literario. "Lo interesante de la literatura es imaginar qué harías ante esos dilemas, qué habrías hecho si eres español en la Guerra Civil. Es muy difícil encontrar un punto de neutralidad", plantea Kerr, que la próxima semana presenta en Reino Unido su nueva entrega, Gris militar, disponible en España en febrero.
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