"En Cuba se libra una lucha contra el tiempo y cada vez hay menos"
La entrevista se celebra en su casa habanera del barrio de Mantilla, donde Leonardo Padura, de 54 años, ha escrito las nueve novelas que ha publicado. La última, El hombre que amaba a los perros (Tusquets), recién salida en España, revive el crimen de Ramón Mercader, el asesino de Trotski, y es una reflexión sobre la perversión del socialismo como gran utopía de la humanidad en el siglo XX.
Pregunta. ¿Qué tiene de actualidad esta historia?
Respuesta. Mercader es un hombre que estuvo alrededor de uno de los acontecimientos históricos más dramáticos y reveladores del siglo XX. Su historia es permanente: un hombre que renuncia a todo por una fe; es un símbolo de cómo el fanatismo es capaz de pervertir a las personas.
"El estalinismo se exportó y frustró la realización de un gran sueño"
"Existe una literatura del desencanto fruto del cansancio"
P. ¿Qué cosas descubrió durante la investigación que no sabía?
R. Durante cinco años consulté las fuentes más diversas. Me impresionó descubrir lo poco que sabíamos los cubanos de lo que había sido la verdadera historia soviética y comprender por qué ese país y esa sociedad debían desaparecer: eran criaturas falsas y enfermas desde hacía muchísimo tiempo, que incluso practicaron el crimen de Estado.
P. El protagonista casi perdona a Mercader ¿Y usted?
R. Yo he tratado de entenderlo, de buscar sus razones. Pero no lo perdono. Siempre queda, incluso en el totalitarismo más férreo, un resquicio ético que el individuo puede manejar desde sus propias convicciones y que le permite decir que no ante lo inadmisible.
P. ¿Cuál fue la principal estafa del socialismo?
R. El estalinismo, sin duda. Las proporciones de la perversión política, económica, filosófica, ética y hasta estética que implicó la apropiación por parte de Stalin de una idea que pretendía crear una sociedad de iguales, fue la mayor traición. El estalinismo se exportó y se convirtió en legado y, con otros métodos y rostros, frustró la realización de un gran sueño.
P. ¿Qué ha dejado en Cuba la copia del modelo socialista soviético?
R. Creo que Cuba desde el inicio trató de crear su propio modelo. Y en buena medida lo logró: sólo así se entiende que haya desaparecido el socialismo soviético y que Cuba, sola y con el embargo norteamericano, haya mantenido su estructura política y social... Pero quedaron cosas importantes, como la economía centralizada, la mayoritaria propiedad estatal de los medios de producción y otras que hoy se discuten. En Cuba, sólo con transformaciones esenciales del viejo modelo, puede empezar a pensarse en un socialismo posible, en una sociedad más equitativa y viable.
P. Muchos de sus personajes son gente decepcionada y arrepentida...
R. Existe una literatura del desencanto que no es sólo un reflejo de la crisis que vive el país, sino, y sobre todo, del cansancio de los individuos. El exilio al que se han ido tantos es una de las manifestaciones de ese desencanto. Pero también es una opción la crítica y el debate por el que hemos optado muchos de los que nos hemos quedado en la isla.
P. Al llegar al poder Raúl muchos esperaban un cambio. Han pasado casi tres años...
R. En Cuba se libra una lucha contra el tiempo, y cada vez hay menos tiempo. Hay lastres muy pesados y peligrosos para la estabilidad y el futuro del país: la ineficiencia y la asfixia de una economía que no acaba de encontrar cauces productivos; el crecimiento de la marginalidad y la corrupción; el burocratismo; la acumulación de necesidades muy diversas (vivienda, alimentación, la relación desquiciada entre salario y costo real de la vida, etcétera). Hace falta ver si hay capacidad para cambiar todo lo que debe ser cambiado, introducir esos cambios estructurales y conceptuales que se mencionan pero no se definen.
P. Todo sigue estando en manos de los históricos...
R. Los cubanos llevamos casi veinte años viviendo en medio de una crisis económica propia... Ya sean los históricos o los emergentes, el deber de los que gobiernan es responder a la necesidad e introducir los cambios que preserven lo aprovechable y procuren soluciones a lo no resuelto.
P. ¿Que le pareció el concierto de Juanes en La Habana?
R. Muy bien. Un concierto sin consignas políticas, en el que el mensaje principal es la paz y la comprensión, eso en Cuba es una cosa extraordinaria y necesaria. El concierto fue un revulsivo de cosas que están anquilosadas... Todo lo que sea apertura, en cualquier sentido, es importante.
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