El ciego y su lazarillo
El conocido especialista italiano en comedias Dino Risi realiza en 1974 Perfume de mujer, uno de sus trabajos más considerados y aplaudidos. Su acción gira en torno a un general de ejército que se ha quedado ciego por una explosión, pero sigue fascinado por las mujeres y las persigue por su olor. Este personaje da ocasión a Vittorio Gassman para hacer una de sus grandes interpretaciones y que el resultado final sea una brillante, dura y divertida comedia.Casi 20 años después, el guionista Bo Goldman parte, más que de la película de Dino Risi, del personaje encarnado por Vittorio Gassman para hacer Esencia de mujer, dentro de la política de las grandes productoras norteamericanas de apropiarse de los éxitos europeos para tratar de repetirlos y aumentarlos.
Scent of a woman
Director: Martin Brest. Guión: Bo Goldman. Fotografia: Donald E. Thorin. Música: Thomas Newman. Estados Unidos, 1992. Intérpretes: Al Pacino, Chris O'Donnell, Gabrielle Anwar. Estreno en Madrid: Avenida, Roxy B, Excelsior, Aragón, España y Bellas Artes (versión original subtitulada)
El protagonista vuelve a ser un militar ciego con buen olfato para los perfumen que utilizan las mujeres, pero éstas ocupan una parte muy secundaria de la acción. Aunque hay que reconocer que lo mejor de esta película es el tango que Al Pacino, el intérprete del teniente coronel jubilado, baila con Gabrielle Anwar. En esta ocasión la acción se centra en las relaciones entre el ciego y su lazarillo, un estudiante universitario que encuentra un trabajo durante un largo fin de semana para conseguir algún dinero.
Lo que plantea Esencia de mujer son las relaciones paterno-filiales que se establecen entre ambos personajes a lo largo de una breve estancia en Nueva York. Y cómo, tras ayudar el joven al maduro militar a superar un intento de suicidio, el teniente coronel acudirá en su socorro para resolver el problema universitario que tiene planteado su temporal ayudante.
Construida con tanto rigor como falta de originalidad, el principal problema de este trabajo de Martin Brest es que dura más de 155 minutos y no tiene ninguna razón para ello. De forma que la mayoría de sus escenas resultan insoportablemente largas. Esto hace que una película que hubiese podido tener un cierto atractivo, dentro de su discreción, se convierta en algo excesivo, difícil de aguantar.
Dada la fascinación que los norteamericanos parecen sentir por los personajes que se salen de lo normal, no resulta extraño que Al Pacino haya sido seleccionado para los oscars por su interpretación de este personaje ciego y que, posiblemente, lo gane. La realidad es que, salvo en raros momentos, no resulta convincente. Sus movimientos, más que de ciego, llegan a parecer los de un robot. En buena medida esto también es culpa de la excesiva duración de las escenas, lo que, por ejemplo, hace que su discurso final, que encierra el discutible mensaje de la película, pase de tener interés a ser repetitivo, al tiempo que ocurre lo mismo con su interpretación. Resulta mucho mejor el trabajo del casi debutante Chris O'Donnell en su papel de lazarillo. Tanto por saber escuchar la inagotable verborrea de Pacino como por saber reaccionar ante ella.
Babelia
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