Apoyaron a Trump y ahora se sienten estafados: “Los venezolanos fuimos utilizados para ganar votos”
La comunidad venezolana en Estados Unidos, que respaldó mayoritariamente al republicano, contempla defraudada las políticas contra ellos de la nueva Administración, en especial la retirada de la protección para exiliados

A veces Pedro Correa piensa que todo esto se trata de algo más, de algún juego político que al final ofrecerá un gran plan para los venezolanos. Es el único consuelo que puede darse a sí mismo. No le cabe en la cabeza que Donald Trump haya reconocido que más del 90% de la comunidad venezolana le dio el voto en las elecciones de noviembre, y que ahora dicte precisamente contra ellos sus primeros decretos antiinmigrantes. “El tema no es que haya cargado contra la inmigración en general, sino específicamente contra la venezolana. Si estaba agradecido por nuestro voto, ¿cuál es ese doble discurso?”, se pregunta.
Muchos venezolanos sienten como si Trump les hubiese mordido la misma mano con la que votaron en las urnas. El republicano prometió en campaña sostener una política de “máxima presión” contra Nicolás Maduro, pero su nueva secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, insiste en que Venezuela es hoy un país seguro, al que todos los exiliados deben regresar (en vuelos de deportación si es necesario). “En Venezuela no se dan las condiciones para volver”, refuta Correa.

Este venezolano de 70 años no podría asegurar que esté “arrepentido” de haber dado su voto al Partido Republicano, un bando que, según dice, se alinea con sus intereses como cristiano y conservador. Pero ya no sabe qué pensar. Llegó de Venezuela en 1994 y, una vez obtuvo la ciudadanía estadounidense, su primer voto fue para Barack Obama, un tipo que le parecía “carismático”. Le gustaba la idea de un primer afroamericano en el poder. Pero en las siguientes dos elecciones se distanció de los demócratas. “Por el libertinaje de la Administración de Joe Biden”, dice. Con “libertinaje” se refiere a los temas de identidad de género en la educación o a la participación de personas trans en los deportes, con los que no comulga.
Había pasado una semana de la llegada de Trump a la Casa Blanca cuando comenzaron a filtrarse los primeros rumores de la suspensión del Estatus de Protección Temporal (TPS), una sombrilla legal bajo la que viven en el país unos 600.000 venezolanos, y que ha brindado permanencia segura y permiso de trabajo a más de un millón de ciudadanos de países como El Salvador, Honduras, Nicaragua, Afganistán, Sudán, Líbano, Venezuela y Haití. Hace unos días, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) anunció la cancelación oficial del programa, pero solamente para los 300.000 venezolanos beneficiados en 2023, un grupo que a partir de octubre pasará a formar parte de los más de 13 millones de indocumentados del país.
Durante la campaña electoral, mientras se debatía sobre el precio de los huevos, el costo de la gasolina, los salarios y la inflación, algunos venezolanos nunca pensaron que el TPS tuviera que preocuparles, que fuera algo en juego. “El TPS justamente se creó para proteger a los venezolanos que venían huyendo de la tiranía hasta que la situación en Venezuela mejorara y la gente pudiera regresar. Tengo muchos amigos amparados con ese programa”, dice Correa. Él siente que la imagen del emigrante venezolano “se ha dañado” en los últimos tiempos: se les ha criminalizado. “Por un grupo no podemos pagar todos los venezolanos. Eso es lo que me preocupa de esta Administración, que nos está metiendo a todos en el mismo saco”.

“Un vaso de agua fría”
Luis Patiño, un venezolano de 43 años que ha votado dos veces en Estados Unidos, las dos por Trump, tampoco se esperaba nada de lo que está sucediendo. “En su campaña el presidente habló mucho de la situación venezolana y no puede ser que haya cambiado ahora”, dice. Patiño está sorprendido por todo lo que ha hecho Trump en casi un mes de mandato, sobre todo con la eliminación del TPS. “No existe un venezolano consciente de lo que ocurre en el país que esté de acuerdo con la medida”, sostiene. “Fue un vaso de agua fría que la primera medida fuera justamente en contra de los venezolanos”.
Patiño tiene varios amigos y familia cercana que se verán afectados en octubre con la suspensión del TPS, cuando perderán su permiso de trabajo y la posibilidad de permanecer legalmente en Estados Unidos “Está violentando nuestra paz como diáspora”, asegura. Y siente que los diferentes gobiernos juegan con los inmigrantes: “Cada vez que hay una elección, dicen que van a hacer una reforma migratoria, y terminan sin hacer nada porque todo es un juego político”.
Por eso, dice que la única manera de ayudar a los venezolanos es “arreglar el problema de fondo”. “Si lo que quieren es regresar a la gente a una Venezuela normal y resolver el problema migratorio, la única forma es removiendo [sacando del poder] a Maduro”, asegura.
Entre la comunidad de 1,3 millones de venezolanos, con votantes cada vez más republicanos, no es el único que pone sus esperanzas en que el Gobierno estadounidense ponga fin al chavismo. Muchos creen fervientemente que Trump podría ser quien ponga la soga en el cuello de Maduro. En su anterior mandato, el republicano dijo que desembarcaría con marines en Caracas, pero lo que hizo ahora fue mandar a un enviado especial a negociar a Miraflores, sede de la presidencia venezolana, el regreso de seis rehenes estadounidenses. El Gobierno de Maduro, que había roto relaciones desde 2019 con Washington, se mostró dispuesto a recibir vuelos de deportados.

“Caímos otra vez en el deseo de que alguien nos salvara”, insiste Adelys Ferro, directora ejecutiva de la organización liberal Venezuelan American Caucus, quien estudió de cerca el Proyecto 2025 y alertó a la comunidad de lo perjudicial que podía ser el republicano en el poder. “A pesar de que tratamos de llegar con el mensaje, no fue suficiente. La comunidad venezolana apoyó y creyó en el presidente Trump”.
“Fuimos utilizados una vez más para ganar los votos de la Florida y para afianzar y consolidar la hegemonía republicana” en un Estado donde viven cerca de 400.000 venezolanos, dice la activista asentada en El Doral, un barrio del condado Miami-Dade donde el 40% de la población es de origen venezolano, y que ha sido bautizada como “Doralzuela”.
Después de perder las elecciones 2016 en El Doral, y ganarlas por un margen estrecho en 2020, Trump se llevó el mayor porcentaje de votos en noviembre pasado. En poco tiempo, la ciudad se ha convertido un bastión republicano con votantes que llegaron a Estados Unidos en la última década huyendo de la crisis sistémica en el país petrolero.
Guillermo Grenier, sociólogo de la Universidad Internacional de Florida, explica que más del 50% de los venezolanos en Estados Unidos están asentados en Florida, la mayoría en los condados Miami-Dade y Broward, y de ellos unos 100.000 tienen derecho al voto. “Entre el 65 y el 70% de los venezolanos votantes en el Estado apoyaron a Trump, alrededor del 60% de los votantes venezolanos están inscritos como republicanos, el 35% como demócratas y el resto como independientes o no afiliados”, dice. El sociólogo asegura que, aunque el poder del voto venezolano es “menos evidente” en contiendas para cargos federales, sí resulta decisivo en elecciones locales y estatales. Se trata de un voto “importante y creciente”.
Grenier considera que el apoyo mayoritario republicano se debe, entre otras razones como la estabilidad económica o las ganas de “integrarse a la sociedad estadounidense”, a que los votantes “son muy susceptibles a la retórica en torno al socialismo, que ha sido un tema central en las campañas republicanas”.
Para Ferro, las razones son claras, y casi las mismas que tiene una comunidad como la cubana, asentada en el sur de Florida, donde el 68% de los electores votó por el republicano. “Los venezolanos tenemos una suerte de síndrome postraumático con la dictadura, y eso nos hace soñar con que va a venir un mesías a salvarnos de las desgracias que está viviendo la gente en nuestro país. Eso es lo que hizo soñar a muchos venezolanos”, dice.
Ahora, la decepción se extiende al ritmo que avanzan las políticas del magnate. “Hay mucha gente callada porque están en shock, estamos inundados de medias que nos afectan. La gente está cayendo en la idea de que fuimos usados”, dice Ferro.
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