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Elecciones en Estados Unidos
Columna
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La invasión fantasma de Trump: cazar inmigrantes a cambio de votos

Aunque nadie pueda negar que hay una crisis migratoria en la frontera sur, los republicanos han sabido sacarle el jugo magnificando la percepción de que se trata de una indetenible conquista de malhechores

Un hombre ondea una bandera mientras espera la llegada del convoy "Recuperemos nuestra frontera" en Quemado, Texas, el 2 de febrero de 2024.
Un hombre ondea una bandera mientras espera la llegada del convoy "Recuperemos nuestra frontera" en Quemado, Texas, el 2 de febrero de 2024.Eric Gay (AP)

Cada cuatro años el fantasma del voto latino resurge con fuerza en Estados Unidos. Hay buenas razones para que así sea. El voto de los latinos ha crecido 153% desde el 2000, pasando de 14,3 millones de potenciales votantes a 36,2 millones en 2024, de acuerdo con una investigación del Centro Pew. Esto hace que las maquinarias de los partidos dediquen una parte de sus esfuerzos a atraer votantes latinos, incluso vendiendo una invasión fantasma que es, en esencia, antilatina.

En un artículo de 2020, el célebre periodista Jorge Ramos ironizaba que en cada año electoral, políticos de ambos partidos se lanzaban a enamorar a los latinos para obtener su voto: “Es un ritual predecible y, muchas veces, cargado de cinismo y ambición política. Es como si el Partido Republicano y el Partido Demócrata nos redescubrieran cada cuatro años para, luego, olvidarse de nosotros hasta la siguiente elección”.

No será distinto en un año en que cada candidato registra una intención de voto similar, lo que hará la elección tan impredecible como lanzar una moneda en el aire. Los demócratas han dominado históricamente el electorado latino. El presidente Joe Biden ganó el voto latino en 2020. Se da por descontado que volverá a hacerlo en noviembre, pero no con una ventaja que le permita estar cómodo. El expresidente Donald Trump mejoró en 2020 respecto a 2016, cuando derrotó a Hillary Clinton, y ha seguido ganando terreno consolidando posiciones en Florida y Texas.

A principios de mayo, los directores de cinco de las organizaciones de latinos e inmigrantes más importantes del país se reunieron en Washington D.C. preocupados por los planes de Trump de iniciar deportaciones masivas, en su mayoría de personas provenientes de América Latina, si gana de nuevo la presidencia. Es natural que las organizaciones busquen proteger a sus grupos. Y, de hecho, este nerviosismo revela algo que la campaña de Trump ha escondido hábilmente: el discurso antiimigrantes es también —y desde el principio— un discurso antilatinos. El carácter racista y xenófobo de este discurso se ha expuesto infinidad de veces. Pero hay que seguir denunciándolo por lo que implica para los derechos civiles y humanos de esos inmigrantes. Esto no sería tan difícil ni tan urgente si la política estadounidense no estuviera secuestrada por las agendas de la guerra cultural. Y el grito que, en este momento, define la guerra cultural desde la trinchera republicana es: “INVASIÓN!”.

En una entrevista con la revista Time a fines de abril, Trump dijo que había entre 15 y 20 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. “Muchos de ellos provenientes de cárceles, muchos de ellos venidos de instituciones mentales”, aseguró. Para el expresidente, los inmigrantes indocumentados no son civiles, son ilegales y carecen de derechos. Trump ya ha dicho antes que son violadores, gente que viene a contaminar la sangre. “Se trata de una invasión a nuestro país. Una invasión como ningún país ha visto jamás”. Los verificadores de datos de Time no pudieron corroborar las cifras de Trump, pero nadie debe dudar de que, si llegara a ganar, los migrantes indocumentados serán tratados como criminales, es decir, no tendrán derecho a asilo ni al debido proceso. Serán deportados masivamente tras enormes y espectaculares redadas antiinmigrantes, como las que ya se vieron en su Gobierno. Ese será el sello de un Trump 2.0.

Aunque nadie pueda negar que hay una crisis migratoria en la frontera sur, los republicanos han sabido sacarle el jugo magnificando la percepción de que se trata de una indetenible invasión de malhechores. Recientemente, Trump volvió a machacar el tema asegurando que en Venezuela había disminuido un 72% la criminalidad “enviando a sus criminales directamente al buen Estados Unidos”. Según la CNN, el dato carece de base y lo cierto es que hasta ahora las autoridades solo han detenido a dos venezolanos de la megabanda venezolana el Tren de Aragua por crímenes cometidos en suelo estadounidense.

El mensaje apocalíptico de Trump ha sido refutado de manera contundente por los hechos. De acuerdo con el FBI, no existe una ola de violencia en Estados Unidos. Los crímenes violentos vieron un fuerte bajón en 2023 para acercarse a niveles prepandémicos, mientras los crímenes contra la propiedad también disminuyeron en todo el país, salvo en la costa este.

No obstante, hay que tener en cuenta que cuando Trump liga la migración con la violencia y el caos no está pensando en seducir a los latinos. Usa a los inmigrantes como carnada para alimentar a los republicanos radicalizados y las bases del movimiento MAGA, formadas, predominantemente, por una clase trabajadora blanca y empobrecida. Sin embargo, el discurso xenófobo y la promesa de mano dura ha venido calando en Estados con alta densidad de población latina, como Florida, Texas, Arizona y Nevada, que viven de cerca la crisis migratoria y son cruciales para ganar la presidencia. Esto ayuda a explicar la ventaja electoral de Trump en estos Estados.

Jugando a conquistar a los votantes latinos, el presidente Joe Biden lanzó en marzo la iniciativa Latinos con Biden-Harris. Biden sabe que sus números no son fuertes. Por eso, hizo un llamado de urgencia en un restaurante mexicano de Phoenix, Arizona: “Kamala y yo necesitamos desesperadamente su ayuda”, dijo subrayando que los latinos eran la razón por la cual él había derrotado a Donald Trump y, casi rogándoles, les pidió que vuelvan a ayudarlo a ganar. Para convencerlos, enumeró las políticas e iniciativas de su Gobierno en la economía, la salud, la vivienda y la seguridad para apoyar a los latinos. Pero eso no basta para convencer a un elector latino constantemente bombardeado por propaganda y noticias falsas.

Un estudio de The Washington Post en 2022 reveló que los latinos usan plataformas como Whatsapp y Telegram y redes como TikTok y Facebook para difundir y discutir temas políticos más que otros grupos étnicos o raciales. Otra investigación determinó que los latinos que consumen medios y redes en español suelen creer más en que hubo un fraude electoral en las presidenciales de 2020 que quienes consumen información en inglés, sean blancos o latinos.

¿Pueden Biden y los demócratas hacer algo a estas alturas? Una forma es llegar a los latinos a través de los medios y las redes sociales en español y con más fuerza de lo que lo hacen los republicanos. Los demócratas invirtieron 54 millones de dólares en medios latinos para las elecciones de medio término de 2022. Pero esa suma fue solo 2,5% del total gastado.

Para contrarrestar a Trump y sus mentiras, los demócratas deben invertir mucho más y tener una estrategia enfocada en eliminar la desconexión que los votantes perciben con los políticos. Para eso hay que llegarles con mejor información sobre los logros de Biden, sus planes para mejorar los problemas críticos de los latinos y, de manera perentoria, recordarles que Trump no solo es la mayor amenaza para la democracia estadounidense, sino también para los millones de latinos sin estatus legal en los Estados Unidos.

Ya lo demostró durante su Gobierno al lanzar la famosa ley de “tolerancia cero”, separar a las familias migrantes y rescindir la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que ha protegido a más de un millón de los llamados Dreamers, y que, por fortuna, la Corte Suprema anuló por arbitraria en 2020. Por todo esto, derrotar a Trump es crucial para proteger la verdad, la democracia y el futuro de los latinos.

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