Rocío Flores en ‘De viernes’: En el nombre del padre
La entrevista con Rocío Flores en Telecinco fue un ataque disfrazado de comprensión


Me pregunto cómo sería ahora Telecinco si no hubieran quitado Sálvame y aledaños. La pretensión de hacer una televisión blanca y familiar tenía la misma credibilidad que tenemos cualquiera de nosotros cuando decimos “mañana me levanto a las seis, voy a correr, y luego al trabajo”.
Por continuismo con el fenómeno que cambió el rumbo de la cadena (el documental Rocío, contar la verdad para seguir viva, de 2021), intento ver —cuando no me puede el sentido común— todas las continuaciones y spin off. El viernes pasado, 12 de septiembre, le tocaba el turno a Rocío Flores, tercera generación de Rocío Jurado, para poner de vuelta y media a su madre. Tras la promesa de Telecinco de no volver a llevar por allí a Antonio David Flores, ha sido su hija (su marioneta mediática) la que se ha sentado en una butaca a contar lo mucho que han sufrido por culpa de su madre.
Una entrevista de tú a tú con Santi Acosta y un interrogatorio posterior en ¡De viernes! componen un nuevo capítulo en este Falcon Crest sin glamur que empezó en el verano de 1995. Lo peor que le pudo pasar a Rocío Carrasco fue enamorarse de Antonio David, personaje siniestro y pestilente que ha vivido (y muy bien) de hablar mal de la madre de sus hijos y de su exfamilia política. Antonio David es un vampiro al que Rocío Carrasco invitó a entrar.
La entrevista con Rocío Flores fue un ataque disfrazado de comprensión. Rocío respondía con mal disimulado rencor, pero dejando claro que es mejor que su madre. “Mi padre nunca nos ha hablado mal de la familia de mi madre”. Lo hacía en los platós, pero no en casa. “Es mi madre quien nos ha prohibido tener contacto con la familia”, pasando por alto la paliza que la entrevistada le propinó a su progenitora.
Rocío Flores es la víctima de un romance de juventud, una separación, y un personaje perverso al que pillaron hace ya 30 años robando el dinero de las multas. Lo más elocuente que ha dicho, y lo único que me he podido creer, es que el mayor “defecto” de su padre es que “es mejor no tenerle como enemigo”. Poco que añadir a eso. Lo mejor que podría hacer esa familia es dejar de airear su vida en los platós. Quizás les salvaría de sí mismos, pero, entonces, ¿de qué iban a vivir?
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