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reality show
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Volved al lugar de donde vinisteis’: un ‘reality’ fallido para explicar el drama del racismo y la inmigración

‘Go Back to Where You Came From’, de Channel 4, lleva a seis británicos con ideas intensas y polémicas a lugares como Somalia, Siria, Líbano o Kenia, para conocer de primera mano la tragedia de los desplazados

Imagen del 'reality' 'Go Back to Where You Came From', de Channel 4.
Imagen del 'reality' 'Go Back to Where You Came From', de Channel 4.IMdB
Rafa de Miguel

¿Merece la pena ver a un tipo racista e ignorante llorar a moco tendido cuando contempla a los niños de Raqqa, la ciudad siria devastada por la guerra civil, hurgar en la basura? Es el mismo individuo que, en los primeros minutos del nuevo reality show de Channel 4, Go Back To Where You Came From (Volved al lugar de donde vinisteis), posa en los acantilados de Dover, frente al mar, y ofrece su particular solución ante la inmigración irregular: “Haría que la Marina Real instalara minas a cincuenta metros de aquí, para que cada bote que llegara a nuestra maravillosa costa acabara jodidamente reventado”, dice. “Son como ratas. Si les dejas comida, vuelven”, concluye tal profunda reflexión, ya en el salón de su casa.

El peligro del debate más importante del siglo XXI, la inmigración, es que puede ser material perfecto para pasarlo por la trituradora del entretenimiento. Seis personajes que son seis tópicos andantes viajan a Somalia, Siria, Líbano, Kenia…, y conocen las miserias y el terror de la guerra y el drama de los campamentos de refugiados.

Dave Marshall, el de la metáfora de las ratas, es un cocinero de Eastwood ―en la serie se presenta como chef e influencer—, soltero, con una hija, cuyo conocimiento del mundo, hasta ahora, se reducía a Torremolinos.

Nathan Rimmington, de 33 años, es transportista y dueño de una autoescuela de vehículos pesados en Barnsley. Enorme, plagado de tatuajes, siempre sudando y siempre suspirando por una pinta, aparece en la serie como un bromista incorregible: “Si el Gobierno no pone freno a la inmigración, mis hijos tendrán que ir al colegio en putos camellos”.

Chloe Dobbs, de 24 años, comentarista habitual del canal de noticias de la derecha populista británica, GB News (el mismo en el que Nigel Farage tiene su programa), presume de su grado universitario en Filosofía y Política, obtenido en Oxford, que le capacita, dice, para opinar con solidez sobre la inmigración. Al ver ella también a uno de los niños de Raqqa encaramarse a un contenedor de basura plagado de moscas, en busca de plástico por el que recaudará 20 céntimos el kilo, Chloe da una muestra de su capacidad de análisis: “Puedes ver cómo lo disfrutan, porque están aprendiendo a ser emprendedores”. Ese era un comentario espontáneo. Sentada ante la cámara, desarrolla con más precisión sus ideas: “Mi visión es puro sentido común. En 10 años, el Reino Unido se llenará de gente tapada con un burka y el Islam dominará todo”.

Mathilda Mallinson se define como periodista, activista social, podcaster y especialista en inmigración. La historia de amor que vivió con un inmigrante, durante cuatro años, marcó su visión de esta dura realidad, explica. Cree que “la gente se está dejando manipular por los medios y políticos de extrema derecha”. Su compañero Nathan la define como una “socialista woke de champán” (champagne socialist es el término derogatorio con que se ha llamado siempre en Inglaterra a cierta izquierda acomodada: la beautiful people de España, o la izquierda caviar). Mathilda cree que puede hacer cambiar de opinión a sus compañeros si comparten las penalidades y sufrimientos de los refugiados.

Con un matiz: todo el grupo viaja con protección, durante las 24 horas del día; no pasarán hambre, y saben que esta aventura tan instructiva terminará en algún momento, y regresarán a casa. La amenaza del terrorismo islamista de Al-Shabaap, en Mogadiscio, solo provoca en los participantes del reality un miedo escénico.

Jess, de 33 años, es de la ciudad galesa de Llanelli, de unos 45.000 habitantes. Se define como la “única gay del pueblo”, y recuerda con horror el abuso sexual que sufrió a los 16 años. Participó en los 100 días de disturbios de 2023, cuando muchos lugareños se opusieron a la llegada de 200 solicitantes de asilo a un pequeño hotel. “No quiero un nido de violadores y pedófilos a los pies de donde vivo”, cuenta Jess.

Durante su visita a un campo de desplazados internos, Jess llorará de tristeza y mostrará su afecto ante la penuria de mujeres y niños, pero la cruda realidad de la mutilación genital femenina, explicada por una trabajadora social, y el elevado índice de violaciones y abusos que ocurren en el campamento, solo servirán para consolidar los prejuicios y los temores de la mujer. “Nuestro Gobierno está permitiendo la llegada de estos criminales, y nos pone a todos en riesgo”, dice.

Y finalmente está Bushra Shaikh, una pequeña empresaria de Surrey, musulmana, hija de inmigrantes, y fuente de problemas para Channel 4 después de que se conocieran sus tuits antisemitas de los últimos meses: “Los palestinos han logrado en cinco minutos más que Zelenski [presidente de Ucrania] con ayudas de 75.000 millones de libras. Llamarlo humillación es quedarse corto”, escribió después del ataque de Hamás en territorio israelí que aniquiló a 1.200 personas.

Las opiniones de Bushra sobre sus compañeros de elenco, y sobre el Reino Unido, no dejan hueco a los matices: “Una gran parte de los británicos son tan obtusos e ignorantes como la mierda”, resume.

La buena televisión

Go Back to Where You Came From está basado en una serie australiana que causó el mismo escándalo y rechazo, y los mismos elogios y buenas críticas. Como producto televisivo, tiene una fuerza incuestionable. Decía un maestro del negocio que la buena televisión es la que lleva al espectador, en el salón de su casa, a ponerse a hablar o a gritar con el aparato. Y esta serie provoca indignación en abundancia.

Los comentarios racistas y obscenos de varios de los protagonistas, así como sus temores y preocupaciones, son los que escuchamos a nuestro alrededor día a día. El tono condescendiente o altivo de los que supuestamente defienden a los inmigrantes resulta irritante e inútil.

Un viaje de ida y vuelta a la miseria humana, sin riesgo y a gastos pagados, no parece el mejor modo de plantear un debate tan complejo. Y sí, hasta el más cenutrio se conmueve ante una madre que lucha día a día por dar de comer a sus hijos entre las ruinas. Pero la empatía es efímera, como concluye el cocinero Dave en un infame campo de refugiados: “Que se esperen aquí, y que hagan todo lo posible por viajar [al Reino Unido] de un modo legal. Si lo hacen, pueden hasta venir a mi casa a cenar. Pero si llegan de modo ilegal, desgraciadamente, tendrán que dar media vuelta”.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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