¿Pista o casualidad? La serie sobre un gran ataque sorpresa a Israel que Hamás filmó en respuesta a ‘Fauda’
El cerebro de los atentados del 7 de octubre de 2023 presentó ‘El puño de los libres’ un año antes. Las similitudes con la realidad han generado el debate de si era un mensaje en forma de ficción
Los líderes del brazo armado de Hamás deciden dar inicio a un gran ataque que, en palabras de uno de ellos, “sorprenderá al enemigo [Israel] y cambiará las reglas del juego”. Apenas un puñado de personas conocen los detalles, que preparan desde hace tiempo: consiste en derribar las torres de control en la barrera fronteriza, poner bombas bajo blindados para capturar rehenes y tomar una base militar. No, no es la realidad, tampoco se trata de los días previos al ataque que la milicia islamista lanzó el 7 de octubre de 2023, dejando casi 1.200 muertos, capturando 251 rehenes y desencadenando una sangrienta invasión (40.000 palestinos muertos) que ha incendiado Oriente Próximo como nunca en medio siglo. Es El puño de los libres, una serie de ficción filmada un año antes en Gaza por el propio Gobierno de Hamás con el objetivo explícito de competir con Fauda, la exitosa serie israelí en Netflix sobre un grupo de mistaravim, la unidad de élite que se entrena para mimetizarse con los palestinos. Tanto que los mistaravim en la serie de Hamás tienen, casualmente, un líder calvo y una mujer, como en Fauda.
La serie ―que lleva por título el nombre de la macroperación que prepara Hamás en la ficción— fue emitida en el mes sagrado de Ramadán (cuando los musulmanes de medio mundo se enganchan a las series) de 2022. Primero en Al Aqsa, la televisión vía satélite del movimiento islamista; y luego en Al Manar, la del partido-milicia libanés Hezbolá. Sus 30 capítulos, de unos 50 minutos, pasaron sin pena ni gloria.
Si ahora ha resucitado, no es por su ―discutible― calidad, sino por las pistas de lo que se avecinaba el 7 de octubre (aprovechando la etiqueta de ficción) que algunos ven a posteriori. Tanques ardiendo en la frontera, combates entre soldados y milicianos... Algunas secuencias de El puño de los libres parecen directamente sacadas del ataque real. Cuando la ofensiva comienza, un mando israelí se lleva las manos a la cabeza: “El país está viviendo un evento grave y muy inusual que no podemos explicar. El cuartel general en el sur está en la línea de fuego. Lo que sucede es totalmente anormal. No tenemos satélites, ni aviones, ni drones”. Se estima que, en el momento del rodaje, Hamás ya tenía en marcha los preparativos secretos de Diluvio de Al Aqsa.
Los indicios no están tanto en la grabación (buscar profecías a toro pasado es siempre ventajista y tramposo) como en unas frases que hoy parecen cobrar otro sentido. Las pronunció, al presentar la serie, nada menos que Yahia Sinwar, el cerebro de Diluvio de Al Aqsa y enemigo número uno de Israel, al que Hamás acaba de nombrar líder político tras el asesinato en Teherán de Ismail Haniya. “Aplaudo los esfuerzos de todos los que habéis creado y trabajado en esta serie. Vuestro trabajo nos acerca a la liberación. Esta serie es parte integral de lo que preparamos en las Brigadas [de Ezedin Al Qasam, el brazo armado de Hamás]. Desde las armas producidas en laboratorios a los planes y capacidades de obtener información de inteligencia”, dijo antes de entregar personalmente los galardones al equipo. En aquel momento, los servicios de inteligencia israelíes desdeñaban con condescendencia las señales y advertencias.
La serie está inspirada en un hecho real: una operación fallida israelí de incógnito en Jan Yunis, en el sur de Gaza, en 2018. En la realidad, los descubrieron vecinos de la zona, al sospechar de gente que nadie conocía. Acabó en un enfrentamiento en el que los israelíes salieron mucho mejor parados: rescataron a 16 hombres, mataron a siete palestinos y perdieron un solo agente.
En la producción de Hamás, que aún se pueden encontrar en Internet, la historia cambia. Es el propio objetivo, Abu Anas, quien se da cuenta de que lo persiguen y sale a combatir. En Fauda, sería un malo malísimo; aquí, es un padre de familia amoroso, afable y sonriente que sacrifica su vida “por la liberación de Palestina”. Lucha con valentía, pero le disparan en el cuello un dardo sedante. Hamás lanza entonces la operación, con andanadas de cohetes, justamente como hizo de verdad al alba del 7 de octubre, como señuelo de la infiltración masiva.
“Cambiar las reglas del juego”
“Hemos conseguido romper el mito de que el ejército enemigo es invencible […]. El puño de los libres debe ser nuestro plan para sorprender al enemigo y cambiar las reglas del juego. Todo el mundo conocerá el Puño de los libres”, dice uno de los líderes en la serie, tras regañar a los milicianos en un entrenamiento por salir a capturar soldados en un tanque sin derribar antes las torres de control. Algo que sí hicieron el 7 de octubre.
A diferencia de Fauda, los agentes israelíes son medio torpes. Si en la vida real, los arrestados palestinos son desnudados, esposados y reclinados durante horas con los ojos vendados y las rodillas en el suelo, aquí una unidad de élite pasa horas sin darse cuenta de que Abu Anas lleva un cuchillo escondido en el calcetín.
Algunos planos están grabados con cámaras GoPro, adosadas al cuerpo, por lo que se asemejan aún más a las que grabaron en la vida real los milicianos y se han ido difundiendo estos meses. Todo con mucha música dramática, muchos subrayados y mucha cámara lenta, al puro estilo de las series populares en el mundo árabe.
Hamás creó un departamento de producción artística tras tomar el control de Gaza en 2007. Su responsable, Mohammed Soraya, admitió a la cadena Al Jazeera en 2022 que El puño de los libres buscaba “mostrar el punto de vista de la resistencia palestina y el espíritu de pelea para resistir a la ocupación”, para contrarrestar el “engaño” y la “gran influencia en el público” de Fauda. “Netflix está apoyando la ocupación sionista al producir muchas series como Fauda, que presentan al pueblo palestino como criminales”, agregó.
La serie tiene todas las limitaciones de haber sido rodada en una Gaza bajo bloqueo. No hay estudios, así que grabaron durante medio año solo en decorados naturales y de día. Carecían de equipo para tomas nocturnas. En una ocasión, los soldados israelíes abrieron fuego contra el rodaje, pensando que era real. Algunos picados se grabaron con el cámara subido a hombros de otro. El presupuesto: 78.000 euros.
Buena parte de los actores eran aficionados y, obviamente, no había israelíes para hacer de tales, a diferencia de Fauda, donde los personajes palestinos hablan árabe y los israelíes, hebreo (o árabe, cuando están en una operación especial o bromean entre ellos). Es como esas películas de Hollywood en las que todos hablan inglés entre sí en el extranjero. Zohair Al-Belbisi, el intérprete de 65 años que da vida a un oficial del Shin Bet (los servicios secretos interiores), parece más egipcio que israelí, pero se reunió con exreclusos para preparar el personaje.
Más allá de su carácter o no profético, la serie supone una ventana al universo islamista palestino. La familia es el centro y sostén de los guerreros. Las mujeres deben vigilar sus movimientos para no dar pistas al enemigo. Un protagonista halaga a su hijo llamándole Ezedín Al Qasam, el influyente predicador que luchó para expulsar a británicos, franceses y sionistas de Oriente Próximo y del que toma su nombre el brazo armado de Hamás.
Algunos diálogos son más bien arengas al televidente para elevar la moral: “Claro que el enemigo tiene un arsenal sofisticado, pero nosotros tenemos una voluntad inquebrantable. Sí, son poderosos, combaten, pero temen morir. Nosotros, no; y creemos en que Dios nos dará la victoria”.
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