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Festival de Eurovisión
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ganó el mejor en Eurovisión y, ya puestos, qué pena que Nebulossa no quedara en último lugar

El temido triunfo de Israel, que fue la segunda en apoyo del televoto, hubiese provocado una situación endemoniada

Carlos Marcos

Ganó el mejor, Nemo, el representante de Suiza, y muchos respiraron aliviados. Israel quedó en quinta posición. Su presumible victoria, aupada por el televoto (fue la segunda de las 25 en recibir más apoyo del público), hubiese sido un disparate. Es imposible aislarse de lo que está pasando en Gaza. Se debió impedir la participación de Israel en Eurovisión, al igual que ocurrió con Rusia después de la invasión a Ucrania. Esa decisión, la del veto, habría dignificado a la organización. Pero no: permitieron a Eden Golan interpretar Hurricane y toda la semana estuvo sumida en un turbio ambiente. Anoche, en la final de Eurovisión en Malmö (Suecia), el mismo panorama enrarecido. Absolutamente innecesario.

Habría que preguntarse por qué hubo tanta gente que votó a la canción de Israel. Obviamente hubo una movilización. Uno es ingenuo y quiere pensar que detrás de muchos miles de espectadores que pulsaron el número de Eden Golan existe mucho boicoteador del festival, mucho gamberro queriendo ver qué pasa en un escenario tan comprometido si llega a vencer Israel. En cualquier caso, un panorama endemoniado que da mucho que pensar.

The Code, el triunfador, es un tema que lo tiene todo: drama, original puesta en escena con esa plataforma inestable, una voz apabullante y un mensaje amarrado a este tiempo. Nemo (24 años) se declara no binario y la letra habla de ese proceso y de “librarse de las cadenas”. Su interpretación fue inmaculada, llena de plasticidad y apoyada en unas tremendas condiciones vocales. Tan buenas facultades posee que debe moderarse con esos agudos que casi llegan al nivel de Freddie Mercury.

El cantante Nemo durante su actuación en la final de Eurovisión 2024Foto: DPA VÍA EUROPA PRESS (DPA VÍA EUROPA PRESS) | Vídeo: RTVE

Y España qué. Pues bien, gracias, aunque quedamos los 22. Un poco por debajo de lo previsto. Pero nos gustó su actuación. Mary Bas se paseó por el escenario con una indolencia coqueta a la que solo le faltó un cigarrillo humeante entre los dedos. Salió vestida con un mono negro de encaje, pedrería y lentejuelas, una imagen decadente y glam que le pega mucho. Ante la presión ella expuso naturalidad, porque cuando se rebajan las expectativas ya solo queda disfrutar. Se desenvolvió con estilo y gracia y le sacó todo el partido posible a su escasa voz. Bueno, no nació la alicantina con las facultades de Maria Callas, pero estamos tratando con el material más desechable del pop, con permiso para exprimirlo para luego lanzarlo a la basura sin el mínimo remordimiento.

Cae bien esta mujer desacomplejada y probablemente un poco baqueteada por la vida, como todo el que ya cuenta 55 años y se toma el paso por esta fase de la existencia con cierta intensidad. Y luego está su marido, Mark Dasousa (47 años), que se mantuvo en una esquina, discreto, sabiendo que su papel era secundario. Se movió sin exhibicionismos ejecutando el paripé de tocar su sintetizador con correa al cuello como si fuese una guitarra. Porque, recordemos, en este gran concurso de la canción lo único que no es pregrabado es la voz. Fue bonito ver al matrimonio alicantino besarse en el centro del escenario en el paseíllo de la presentación de los participantes.

Siempre se tiene la sensación de que los representantes españoles (y quizá sea generaliza a otros países, pero aquí hablamos de lo que nos toca) son brochas utilizados por alguien que está pintando el edificio. Nebulossa no: se percibe que allí mandan ellos, para bien o para mal, que controlan la situación, que están de vuelta de todo, que fueron allí a disfrutar y nadie les iba a arruinar su momento de exposición y gloria, que igual pronto tienen que volver al pueblo.

Zorra es un tema facilón y divertido, adecuado para llevarlo (aunque quede mal clasificado) a un festival que no vive de la calidad artística sino del petardeo, la extravagancia, la pomposidad y la polémica. Un espacio televisivo que no hay que tomárselo muy en serio: se disfruta en la medida de lo posible (y hay motivos para ello) y a otra cosa. Y esta canción representa eso, con el añadido de una letra de reafirmación femenina que creíamos asumida como algo poco controvertido, pero que vista la reacción de mucha gente al escandalizarse por el término “zorra” parece ser que todavía queda camino por recorrer. Que se lo pregunten a Manu Tenorio. ¿A quién? Pues eso.

Ya puestos, lástima que no quedáramos los últimos. Aquel “Cero Points Tour” que anunció la pareja si cerraban la clasificación seguro que hubiese sido una gira ganadora. Zorra fue de lo mejor del festival, a pesar de su clasificación. Hubo propuestas superiores. Por supuesto, la de Suiza. También la de Reino Unido, con un arrollador Olly Alexander y ese Dizzy que nos recuerda tanto en el inicio a Pet Shop Boys. O la candidata italiana, Angelina Mango y su Noia, un tema de ritmos latinos bien interpretado. Destacó también Ucrania, con el dúo femenino integrado por Alyona y Jerry y su himno a la resiliencia femenina.

Se escuchó mucha música inane, que es lo peor que puede transmitir este inmenso arte. Lo estrafalario también estuvo presente. El que se llevó el premio fue el representante finlandés Windows95man. Tienen que verlo si quieren reírse un rato.

Hubo al final un homenaje a Abba, que triunfó en este festival en 1974, hace 50 años; además de sus hologramas, se pusieron imágenes de la interpretación de aquel Waterloo. Fue inevitable comparar aquel himno con lo que acabábamos de ver y escuchar. Qué quieren que les diga…

Lo mejor que se puede hacer es olvidar este Eurovisión 2024 tan polémico y confiar en que paren las bombas y que el año que viene Israel participe sin ese lastre.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
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