‘Ártico’ y ‘Última oportunidad’, la importancia de los hijos
Siempre es posible otra vuelta en cualquier formato o género, como ocurre en estas dos series europeas
Al parecer, siempre es posible otra vuelta de tuerca de tal modo que del nordic noir se puede pasar al artic noir. Es el caso de Ártico que en su tercera temporada vuelve a narrar las tribulaciones de Nina Kautsalo, a punto de ser la nueva jefa de policía de Ivalo, una mujer con una situación familiar complicada y una constancia profesional encomiable. Pero en una serie suelen surgir informaciones colaterales interesantes. En el caso de Ártico hay un tema recurrente: la natalidad. Nina está embarazada y tener o no tener un nuevo hijo —ya es madre de un niño con síndrome de Down— se convierte en un problema añadido a su trabajo, que en esta temporada es el de resolver el asesinato del farmacéutico de Ivalo, un personaje turbio que tiene cierta relación con el intento del robo de un prototipo de automóvil de una potente empresa estadounidense que tiene su circuito de pruebas en la zona.
Naturalmente, la potencia empresarial nunca está alejada de la prepotencia, es decir, que hasta en países tan hipotéticamente civilizados como Finlandia, no es extraña la corrupción. Claro que si se recurre a la Wikipedia sabemos que Finlandia tiene una población total bastante menor que la Comunidad de Madrid, también es cierto que no tiene a Isabel Díaz Ayuso, y que la Laponia finlandesa, lugar de la acción, tiene menos habitantes que Alcalá de Henares para una superficie equivalente a una sexta parte de España. Conclusión: la natalidad es un tema importante como bien saben Olli Haikka, Petja Peltomaa, Joona Tena y Jón Atli Jónasson, guionistas de la serie que exhibe Cosmo en Movistar Plus+
Y, ya puestos a comentar series en las que los nonatos tienen cierto protagonismo y que, como se dijo, siempre es posible otra vuelta de tuerca, cabe citar Última oportunidad (Prime Vídeo), una serie francesa en la que Tara, una bebé de seis meses, tiene un papel relevante: mientras su madre le prepara un biberón se oyen unos disparos. Una semana después, la madre se despierta en el hospital de un coma profundo y se entera de que su marido fue asesinado y su hija secuestrada. Comienza una búsqueda de dos años en la que el sufrimiento materno está omnipresente. Rafael Azcona decía que él no iba al cine para sufrir. François Velle, responsable de Última oportunidad, lo debía compartir y la serie tiene un final feliz.
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