‘Essex County’: el infierno de lo rural según Jeff Lemire
El reconocido autor de cómics se pone al frente, por primera vez, de la adaptación de su novela gráfica más personal, una historia de vidas cruzadas en un perdido rincón de Canadá que aúna a Raymond Carver con Edward Hopper
Jeff Lemire, un grande entre los grandes del cómic independiente americano, ganador de tres premios Eisner —los Oscar de las viñetas—, está detrás de la adaptación de su novela gráfica en tres partes Essex County (Filmin), su obra más personal —él mismo nació en una zona rural como la que retrata, y fue un niño tan reservado y solitario como Lester (Finlay Wojtak-Hissong), uno de los protagonistas— y la que le abrió las puertas de la industria de la viñeta.
Fue después de la publicación de Essex County (2008) que DC primero, y Marvel después —las dos gigantes de lo superheroico—, le sacaron del cubil de autor de culto para intentar que algo de su desoladoramente único saber hacer grunge permease en alguna de sus series en marcha. Y lo que hizo con Animal Man en DC supuso un antes y un después en la concepción del superhéroe moderno, y a la vez, posmoderno.
Es la primera vez que Lemire se pone a los mandos —en tanto showrunner y guionista principal— de una ficción televisiva basada en su obra. Se adaptó, con mucho tino, una bellísima fotografía, y una empatía con los personajes capaz de colocar al espectador en mitad de esa cruel y a la vez enternecedora utopía distópica llamada Sweet Tooth (Netflix), pero Lemire no estaba al frente de nada entonces, y puede que haya sido la dificultad por levantar el proyecto de Essex County —se empezó a hablar de la adaptación en 2011 y la cosa pareció despegar en 2015, pero tampoco lo hizo entonces— lo que ha forzado al dibujante a salir de su aislamiento. Él estudió cine, pero lo cambió por el cómic porque no se vio capaz de lidiar con la exposición y ponerse manos a la obra. El resultado es modesto y apabullante a la vez.
Tiene, Essex County, algo de Raymond Carver —crudas pero aparentemente pequeñas historias cotidianas, de un cotidiano norteamericano, o canadiense, que amplía el cliché sobre el tormento de la familia imperfecta—, y a la vez de Edward Hopper —el pintor de lo solitariamente desolador, y los momentos de introspección—, y consigue trasladar, de una forma inquietantemente perfecta, el ambiente devastado de las viñetas a la pantalla. La extrañeza, en una pequeña comunidad a la que le trae sin cuidado tu tragedia personal, en la línea de un Tales from the Loop (Amazon Prime) al que se le hubiese extirpado el componente fantástico, es quizá el elemento que más destaca en una ficción que explora las consecuencias de cada una de las decisiones que te llevaron al callejón sin salida en el que se ha convertido tu vida.
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