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Raúl Cimas, actor: “Las épocas de encerrona nunca me dieron una mierda”

‘Poquita fe’, la serie revelación del año, tendrá segunda temporada. Cimas vuelve a protagonizarla junto a Esperanza Pedreño. “La fe no se tiene. Se adquiere, se entrena y, si es preciso, se doma”, dice

El humorista y actor Raúl Cimas.
El humorista y actor Raúl Cimas.Juanlu Real (Movistar Plus+)
Manuel Jabois

El éxito de Poquita fe, la serie original de Movistar Plus + producida por Buendía Estudios, ha puesto a sus creadores, Montero y Maidagán, a escribir la segunda temporada. Vuelve el reparto principal con Raúl Cimas y Esperanza Pedreño a la cabeza encarnando a un matrimonio aparentemente soso, aparentemente intrascendente y aparentemente gris del que sus creadores arrancan 15 minutos gloriosos a los que el público se ha vuelto adicto. Raúl Cimas (Albacete, 46 años) interpreta a José Ramón, un vigilante de seguridad hijo de una madre estrafalaria. Dibujante (sus cómics los ha publicado Blackie Books), humorista y actor, Cimas es una de las más originales rara avis del mundo de la comedia y, paradójicamente, una de las más populares.

Pregunta. ¿Cuánta fe tiene en usted mismo?

Respuesta. Si tenemos fe como confianza en algo, a pesar de que no haya pruebas claras y tangibles ni sea un valor seguro, desde luego toda. La fe no se tiene. Se adquiere, se entrena y, si es preciso, se doma. Si vas a subirte a un escenario más vale que tengas fe en ti mismo.

P. ¿Qué hay de José Ramón en usted?

R. Los dos somos defensores de la sencillez, casi llegando a la falta de ambición, como modelo de vida. ¿Podría ser eso la pereza? Probablemente. A veces es difícil distinguir entre la falta de inquietud y la reacción contra los objetivos impuestos socialmente en materia de felicidad. Es una putada que eches una tarde en el sofá viendo una serie que te ha enganchado y luego te sientas culpable porque no has cumplido con los 10.000 pasos en el podómetro. Pero tampoco puedes pegarte la vida en el sofá, eso está claro. Ese podría ser el debate que tuviéramos los dos en la cabeza.

P. ¿Y qué no tiene en absoluto de usted?

R. Lo que no comparto con él, a mi pesar, es la paciencia. Y le envidio. Yo soy aquel personaje de Eugenio: “Señor, dame paciencia, ¡pero dámela ya!”.

P. ¿Cuál es el secreto para que dure una pareja como la de la serie?

R. Eso no es ningún secreto: se llama tragaderas.

P. Qué hace ese papel en sus manos.

R. A mí Pepón [Montero] me contó que les gusté en Extraterrestre, de Vigalondo, y que pensó en mí. No sé si ese día, o al poco, se cruzó por la calle conmigo y hablamos. De esto hace ya algunos años. Entre medias hicimos Los del túnel, pero ellos ya le estaban dando vueltas a esta serie, por lo menos al concepto de esta serie. ¿Ves como no se puede renegar de la fe?

P. Ha sido un éxito.

R. Lo que más ha atraído es la pequeñez, poner la lupa en los tiempos muertos de la vida. Esas cosas que nunca colgarías en las redes ni las contarías entre amigos porque creemos que no valen para nada.

P. ¿Usted cómo empieza en todo esto?

R. Me dejé llevar de joven y salió bien. Pudo ser un acto valiente o una imprudencia. A veces me digo: “Olé tus huevos”, y otras: “Tengo una potra” y algunas más: “Soy una estafa”, según para donde me caiga el vino. Eso sí, cuando ya estaba metido en harina me lo tomé en serio, me encantó y le cogí el respeto que merecía. Y ahí hice cosas que considero que merecen más la pena.

P. ¿Es más noticia el humor en España por sus discusiones sobre él que por su valor?

R. El humor, la cultura, y la sanidad, y el fútbol, y la meteorología, y el IPC, y la vida extraterrestre. Pero oye, está bien. O por lo menos mejor que lo contrario. Hay que ser críticos. Puede que hubiera un tiempo en el que había mucho humor en televisión y se echaran de menos algunos espacios con más contenidos. Pero la tele es así: es un balancín, no se queda nunca en el centro. A mí me gusta mucho un buen debate, pero 20 cansan. Pasa con los amigos, las parejas o la familia. Es importante darte cuenta de si estás intentando arreglar las cosas o si estás discutiendo ya por discutir.

Raúl Cimas y Esperanza Pedreño
Raúl Cimas y Esperanza Pedreño, protagonistas de 'Poquita fe'.

P. La televisión.

R. Es cíclica. Cuando pensamos que algo se ha enterrado, vuelve. Ahora hay más debate, más contenido político. Se nos llenará la barriga y haremos otra cosa. Pasó con el humor, con los talk shows, con los true crimes. Nunca fue un medio equilibrado. Desde que yo recuerdo siempre ha producido hartazgo por algo: o mucho fútbol, o mucho marujeo, o mucha sangre, o mucho tonto del culo haciendo monólogos.

P. Se ha ido de Madrid.

R. Me gusta vivir en el campo. De Madrid me he ido ya otras veces y luego acabo volviendo. Pero tengo la necesidad de vivir otras cosas y de otra manera. Soy más feliz sin estar en medio de ningún meollo.

P. Suele mencionar que usted será de retirada prematura.

R. Me gusta recordarme que hay una salida. Y saber que la hay me relaja.

P. Su vida ideal.

R. Mi vida ideal, si eso existe… Tengo suerte, mi oficio me gusta. Aunque también da muchos disgustos: no es un oficio para todo el mundo. La rutina a la que te obliga, dedicarte a lo que te gusta, recordarte la suerte que tienes, puede llevarte también a un exceso de carga… No me estoy explicando bien, pero es que me da vergüenza lo que estoy diciendo. En realidad tengo mucha suerte. Virgencita, que me quede como estoy.

P. Cómo se inspira usted.

R. Implicándome. Metiéndome con todo dentro de la vida. Formando parte. Escuchando a mis amigos, viajando, conociendo cosas. Las épocas de encerrona nunca me dieron una mierda.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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