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‘Bajo tutela’: la odisea por mantener la custodia de los hijos de una madre viuda en Egipto

Emitida en Ramadán y protagonizada por la estrella de cine Mona Zaki, la serie aborda las dificultades de las mujeres por sostener y reconstruir su vida tras la muerte del marido

Mona Zaki, protagonista de la serie egipcia 'Bajo tutela'.
Mona Zaki, protagonista de la serie egipcia 'Bajo tutela'.
Marc Español

Desde hace años, las productoras de televisión egipcias han apostado por dedicar de forma explícita a un tema socialmente espinoso alguna de las series emitidas en el mes islámico del Ramadán, que este año cayó entre marzo y abril y es cuando las telenovelas viven su gran momento del año. Y un asunto que está en pleno auge son algunos de los problemas que enfrentan las mujeres en una sociedad tan patriarcal y conservadora como la egipcia.

Esta temporada, la mayoría de miradas las ha acaparado Bajo tutela, una serie en la que su protagonista, la estrella egipcia Mona Zaki, se pone en la piel de una mujer que lucha por mantener la custodia de sus hijos y el control de su propia vida e independencia cuando queda atada a la voluntad de la familia de su marido tras su repentina muerte.

Según recoge la ley egipcia, cuando muere un padre de familia tanto la custodia legal de los hijos como su herencia se transfieren al abuelo paterno o a un tutor designado por el fallecido en lugar de a la madre, que de esta forma pierde el control sobre los derechos económicos de sus hijos y sobre asuntos tan importantes como su educación.

En la práctica, esta legislación se traduce en que la madre no tiene de forma automática el derecho a presentar demandas, firmar contratos o aprobar intervenciones quirúrgicas en nombre de sus hijos, según explica el medio egipcio independiente Mada Masr. Tampoco puede abrir directamente una cuenta bancaria o una libreta de ahorros en su nombre; ni siquiera matricularlos en un colegio o trasladarlos a otro sin haber obtenido su tutela educativa. Por no poder, no puede tampoco ni inscribir su nacimiento sin el consentimiento del padre o de algún familiar de primer grado, aunque la norma no sea literalmente tan rígida.

En la serie Bajo tutela, de 15 episodios, todos los capítulos arrancan mostrando pinceladas de la historia de la protagonista, Hanan, tras la muerte de su marido. Y es durante esos minutos que la madre descubre a la audiencia muchos de los obstáculos anteriores: pierde el control sobre el barco pesquero familiar, que era su única fuente de ingresos; ello le obliga a tener que dejar el piso en el que vivían; observa con impotencia cómo el suegro saca a sus hijos del colegio; se frustra ante la imposibilidad de realizar trámites... Las trabas aparecen por todas partes, por lo que, al final, huir con el pesquero y sus hijos allí donde no la conozca nadie parecen la única opción posible para mantener y reconstruir su vida.

El resto de cada episodio se dedica a la lucha de Hanan por empezar de cero en estas precarias circunstancias. La trama muestra el rosario de dificultades a las que se enfrenta tanto por la legislación que rige la tutela de sus hijos y la herencia, como por simplemente ser una mujer y madre sola forjando su propio camino. No resulta nada fácil: Hanan debe falsificar documentos de identidad nuevos, no puede regularizar el contrato de alquiler del piso al que se muda porque el propietario pide la presencia del marido, y tienen que esconder de forma sistemática su viudez para que la gente a su alrededor no la cuestione.

Un efecto directo de este sistema que condena a una madre viuda a perder tanto la custodia de sus pequeños como su herencia es el impacto que ello puede acarrear para los hijos, tal y como se encarga de reflejar también la serie. Yasín, el mayor de los dos y todavía en edad escolar, no tiene otro remedio que hacerse cargo de su hermana pequeña cuando la madre se encuentra fuera de casa trabajando, no puede ir al colegio, y debe estudiar por su cuenta para intentar no perder el ritmo.

A pesar de que tanto el argumento de la serie como el final son tan trágicos como la realidad que tratan de reflejar, durante toda la telenovela se intenta proyectar una Hanan luchadora y perseverante, al mismo tiempo que sufridora y conservadora (quizás para conectar con el público). En este sentido, la protagonista debe navegar en todo momento un mundo sumamente masculino, pero es capaz de imponerse y hacerse respetar, hasta montar un equipo de cuatro pescadores, con ella al frente, para volver a trabajar. La serie es, en esencia, una historia de superación y rebeldía con un final inevitablemente amargo.

Una imagen de la serie 'Bajo tutela'.
Una imagen de la serie 'Bajo tutela'.

La poca luz que proyecta la telenovela proviene de la complicidad que Hanan es capaz de tejer con algunas pocas personas que se cruzan en su camino, incluido el hombre que le alquila el piso en el que se instalan tras su huida a la ciudad de Damieta, el miembro más veterano del equipo de pescadores que forma, y, sobre todo, su siempre fiel hermana Saná.

La acción de la serie se acelera en los últimos capítulos, cuando el suegro de Hanan muere. En ese momento —medio trágico, medio aliviador— ella se muestra convencida de que la pesadilla ha acabado y va a obtener la custodia de sus hijos, incluida la herencia. Pero no tarda en darse cuenta que la familia de su difunto marido, empujada sobre todo por el afán del dinero, no tiene ninguna intención de dar su brazo a torcer. Y tienen todas las de ganar.

Aunque no parece ser uno de los objetivos de la producción, la telenovela también es una crítica —aunque velada— a la desprotección absoluta a la que las autoridades condenan a Hanan, puesto que en ningún momento se plantea la posibilidad de que el Estado o la policía la ayuden de alguna manera, ni siquiera cuando la familia la acosa y la persigue.

Una de las estampas más poderosas llega al final, cuando ya está claro que cualquier ilusión de que la serie pueda reconducirse en el último suspiro con un final feliz queda enterrada, y Hanan aparece detenida y vestida de blanco impoluto en una celda mientras se celebra su juicio. Entonces, la protagonista toma la palabra y realiza un alegato final para defender el bienestar de sus hijos, resaltar la inconsistencia e injusticia de un sistema cruel, y cerrar su intervención con un convencido “no sé qué he hecho mal”.

Conocer el impacto que tuvo la serie resulta difícil, pero Bajo tutela fue seguida de cerca por los medios de comunicación egipcios y fue una de las producciones más comentadas de la temporada. Su tema se enmarca en un debate abierto en Egipto desde hace años sobre la necesidad de reformar la ley sobre la tutela. En este sentido, el oficialista Consejo Nacional de Mujeres del país elogió la apuesta, y su emisión llevó a dos diputados del parlamento a pedir al presidente de la cámara y al ministro de Justicia una revisión de la norma. Desde entonces, sin embargo, no ha cambiado nada.

“[La serie] trata un asunto muy importante, y que viene de lejos, como es una ley injusta para muchas mujeres y madres, y por eso cuando lo vemos [convertida en telenovela] impacta a mucha gente, impacta al público, y da que hablar”, comenta el crítico de cine egipcio Rami Metwally. “Hacer una serie como esta era muy importante, y hacerla con muy altos niveles en cuanto a la producción, la imagen y la actuación apoya la causa, apoya el significado de la serie y de los derechos de las mujeres en Egipto”, agrega.

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