‘El péndulo de Newton’, divorcio verbal y violación conyugal para desatar la polémica en Egipto
La serie protagonizada por la actriz Mona Zaki se atreve con dos temas espinosos en un país ultraconservador


Si existe un momento del año en el que prestar atención a las series de televisión egipcias, ese es indiscutiblemente el mes del ramadán. Más allá de su componente religioso, sus 29 o 30 días sagrados están íntimamente asociados a las mejores producciones del año —telenovelas, thrillers, historias épicas y ciencia ficción—, que se emiten cada noche y que cuentan con altos presupuestos, con los actores más famosos y con grandes audiencias.
En los últimos años, la temporada del ramadán también ha pasado a ser en Egipto sinónimo de polémicas, muchas disparatadas y la mayoría fugaces. Este año, en el que ha caído entre abril y mayo, una miniserie recibió especial atención, pero en su caso por tratar cuestiones sensibles, en un ejercicio que muchos han creído necesario.
El péndulo de Newton, un nombre atractivo que guarda poca relación con la serie, relata la turbulenta historia de un matrimonio que quiere que su hijo nazca en Estados Unidos. Para lograrlo, la mujer, Hana, viaja embarazada y sola a América, y el marido, Hazem, se queda en Egipto, lo que genera una fuerte tensión a medida que sus vidas se distancian y conocen a otras personas. A través de su trama, protagonizada por tres populares actores como Mona Zaki, Mohamed Mamdouh y Mohamed Farag, se abordan dos temas espinosos en el ultraconservador país: el divorcio verbal y la violación conyugal.
La producción se parece mucho a la de tantas otras series que pasan más inadvertidas. El péndulo de Newton es una telenovela muy dinámica, que presenta líos constantes y que busca despertar pasiones y la lágrima fácil con reveses dramáticos, la música y una narración muy simple. Aun así, la producción es notable —acorde con la categoría de los actores— y deja algunas imágenes bonitas, sobre todo del campo egipcio, ya que el matrimonio se dedica a la apicultura.
El prestigioso crítico de cine egipcio Rami Metwally pone en relieve la calidad de las interpretaciones. “La actuación es uno de los mejores elementos de la serie, especialmente Mona Zaki, y también la dirección es muy buena. Pero el guion no lo es tanto y tiene muchos problemas, sobre todo después del episodio 12 [de un total de 30]. Del primero al 12 es muy buena, pero después se complica y depende más de cómo los personajes serán más divertidos y más extraños”, señala.

La serie trata un amplio abanico de temas, como la inmigración irregular, el abuso de la religión por parte de organizaciones en el extranjero, la desesperación de muchos egipcios para ganarse la vida, la lucha por quedarse embarazada y problemas de pareja. Pero los que más han dado de que hablar han sido el divorcio verbal, que tiene un gran peso en la historia, y la violación conyugal, que en realidad es mucho más secundario.
El divorcio verbal aparece en la serie rozando el absurdo, probablemente para enfatizar sus problemas. Hazem, el marido en Egipto, le envía una nota de voz a Hana, la esposa en Estados Unidos, diciéndole que se divorcia justo cuando ella acaba de dar a luz, lo que le impide escuchar otro mensaje en el que él se retracta. Creyéndose divorciada, Hana se casa al poco con Moanes, un abogado egipcio ultraconversador que vive entre Egipto y Estados Unidos, y que la convence de la validez del divorcio abusando de su autoridad religiosa. La rocambolesca situación lleva a que Hana esté casada con dos hombres, algo totalmente inaceptable en el país —a menos que seas un hombre como Moanes—.

En Egipto, la polémica alrededor de la legitimidad de este tipo de divorcio resurgió en 2017, cuando el presidente del país, Abdelfatá Al Sisi, pidió promulgar una ley para que el divorcio solo fuera válido si se realizaba oficialmente ante un funcionario, y se mostró contrario a poder terminar un matrimonio solo con la frase “estás divorciada”. Recelosos de su intromisión, Al Azhar, la principal institución religiosa de Egipto, rechazó la propuesta y aseguró que el divorcio verbal es válido, aunque debe, eso sí, documentarse.
En este contexto, la serie se sitúa más cercana al presidente y arroja luz sobre los problemas a los que pueden enfrentarse las mujeres para probar un divorcio verbal. Este proceso puede conllevar años, y acarrea severas consecuencias a la hora de obtener derechos, como una pensión, y volverse a casar sin que mantener otra relación sea considerado adulterio.
El caso de la violación conyugal, en cambio, aparece en el tramo final de la historia, cuando Moanes encierra a Hana en su habitación y la intenta violar. La escena captura cómo el barbudo la desnuda, la pega y la tira en la cama, mientras ella se resiste, grita y le reitera que no quiere. Al final, y sin entenderse bien cómo, Hana logra escapar y echa a correr.

La violación en Egipto está penada y no se contemplan excepciones. Pero un vago artículo del Código Penal, que establece que sus disposiciones no se aplicarán a un acto cometido en virtud del derecho fijado por la ley islámica, ofrece una salida a la violación conyugal, ya que algunas figuras religiosas y conservadoras defienden que las relaciones sexuales en el matrimonio son un deber para ella.
La violación conyugal y los llamamientos a criminalizarla volvieron a resurgir al poco de emitirse la serie cuando una diseñadora egipcia, Nada Adel, denunció su caso con su exmarido. Otras celebridades hablaron de la cuestión, como la propia Zaki en uno de los programas con más audiencia de la televisión, y el tema llegó a ser tendencia en Twitter.
“El triángulo amoroso [entre Hana, Hazem y Moanes] es raro”, apunta Rami Metwally, “e hizo que la gente hablara de ello, y de lo que deberíamos hacer si sucedía en la vida real, o sobre cómo debería actuar Hana. Se generó una gran polémica sobre el matrimonio, el divorcio y la libertad de las mujeres”, continúa. “Hubo una verdadera conversación en las redes sobre cómo reaccionan los personajes o cómo deberían hacerlo, y esto es un gran éxito”, completa.
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