Ciudadano Jorge Javier
La broma solucionaba la vida a todos: al PSOE le daba un nombre con el que recuperar el ayuntamiento, y a Vázquez un colofón lógico a su carrera
Del muy divertido affaire Jorge Javier Vázquez —auspiciado por la travesura de Carlos Alsina cuando ironizó en Onda Cero sobre su posible candidatura a la alcaldía de Madrid por el PSOE— solo me ha decepcionado el desenlace. Tras unas horas de suspense en las que el aludido participó en la broma, sin confirmar ni desmentir, llegó el desmentido teatral a dos bandas, por el partido y por el protagonista. Lo que podría haber sido un momento grandioso, además de gracioso, de la política española, quedó en tuits de un día. No entiendo por qué Jorge Javier se bajó de la carroza en la que le habían montado, cuando tenía tan fácil honrar el verso de Macbeth: “Si el azar me quiere rey, que me corone sin mi acción”. Candidato sin presentar candidatura, y casi alcalde sin hacer campaña, pues se la daban hecha (Alsina propuso hasta el lema: Sálvame). ¿Qué más se puede pedir? Pocas veces la política pone la historia en bandeja, sin necesidad de que los asesores, los escribidores de discursos y los demóscopos (sic) la fabriquen.
Puedo meter la mano en el fuego sin temor a abrasarme y apostar por que el candidato real del PSOE para batirse con Almeida, si es lo que los socialistas de Pedro Sánchez entienden por “estrella”, será un bluf. La broma, en cambio, solucionaba la vida a todos: al partido le daba un nombre con el que recuperar al fin el Ayuntamiento, y a Jorge Javier le daba un colofón lógico a una carrera que ha ido pasando del rosa al rojo, y del cotilleo al mitin. Todos contentos. Todos, salvo los que aún se toman en serio la política y creen que hay en ella algo más que una puesta en escena. Como somos muy poquitos los que conservamos tales ilusiones, el daño sería irrelevante.
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