Las mujeres de cuarenta no pueden pasárselo bien
Que la industria audiovisual tiene un problema con la edad de las mujeres es palpable y no hace falta ir al cine para constatarlo, basta con encender la televisión y echar un vistazo a cualquier programa, incluso a los informativos
Mi obra de ciencia ficción favorita es la comedia de Nancy Meyers Cuando menos te lo esperas. En una película en la que Keanu Reeves en el apogeo de su atractivo interpreta a un médico encantador, Diane Keaton y Amanda Peet pierden el oremus por un escritor ajado e insoportable al que da vida Jack Nicholson (apunto, 35 años mayor que Peet). Si quiero corroborar lo fantasioso del argumento solo tengo que pensar en Nicholson y Reeves bebiendo los vientos por, digamos, Kathy Bates, al igual que Nicholson una actriz talentosísima que no parece preocupada por aparentar ni un año menos de los que tiene. Esa película no se produciría jamás. Cuando se llevó al cine la obra teatral Frankie y Johnny en el claro de luna que Bates había inspirado y protagonizado ni siquiera fue considerada para el papel, un papel que Terrence McNally había escrito para ella. Fue sustituida por Michelle Pfeiffer, 10 años más joven, pero mucho más creíble a ojos de Hollywood como una mujer de mediana edad poco agraciada. Alta comedia involuntaria.
Que la industria audiovisual, casi cualquier industria, tiene un problema con la edad de las mujeres es palpable, se denuncia a diario, y ni siquiera es necesario irse al cine para constatarlo, basta con encender la televisión y echar un vistazo a cualquier programa, incluso a los informativos. Las mujeres no solo tienen que ser jóvenes, además deben parecerlo y si no, el casting obra el milagro.
Al inicio de Braveheart, William Wallace y Murron tienen una edad similar, pero cuando son adultos a ella la interpreta Catherine McCormack, 16 años menor que Mel Gibson. Idéntico prodigio se vive en la recién estrenada Voy a pasármelo bien, los protagonistas tienen 12 años cuando se enamoran al son de Hombres G, pero al reencontrarse tres décadas después él es Raúl Arévalo de 42 años y ella Karla Souza de 36. Esos seis años que se han perdido por el camino pueden parecer un detalle nimio y está tan normalizado que probablemente nadie se lo plantease a la hora de elegir el casting, pero es relevante, porque sabemos que raras veces sucede a la inversa y revela el conflicto que les genera a algunos la edad real de las mujeres. O más bien el aspecto real de las mujeres de una determinada edad.
Algún día Souza se preguntará, como llevan haciendo tantas actrices desde hace décadas, dónde están los papeles para mujeres de más de 40 y la respuesta será muy sencilla: los interpretabais cuando teníais 30.
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