La televisión también quiere ser verde: cómo ‘Servir y proteger’ disminuyó la contaminación en su rodaje
La serie vespertina de La 1 es pionera en materia de sostenibilidad en televisión, mientras la industria avanza en su deseo de limitar su emisión de huella de carbono
Un rodaje de una producción de gran presupuesto genera en tan solo cinco días una media de 20.000 botellas de plástico, 27.000 kilómetros en desplazamientos y ocho toneladas de CO₂, calcula la compañía española Mrs Green Film, que trabaja con la Academia de Cine y el Ministerio de Cultura para acercar la producción sostenible al sector audiovisual. Con ella ha colaborado durante cinco meses el drama policiaco Servir y proteger, que se emite de lunes a viernes en las tardes de La 1. Esta ficción es pionera en televisión a la hora de abrazar medidas verdes en los ya de por sí complejos planes de trabajo de una serie diaria.
El resultado del informe que elaboró la empresa especializada para ellos desveló que generaban 308 toneladas de CO₂ al año. Desde ese momento, los responsables de esta ficción han ido reduciendo esa cifra. “En nuestro caso, el transporte y la gestión de residuos eran los aspectos más contaminantes”, apunta por teléfono Emilio A. Pina, productor ejecutivo de la compañía Plano a Plano, responsable de la serie. Cada día de trabajo, su numeroso equipo artístico y técnico se traslada al polígono industrial de Cobo Calleja, en la localidad madrileña de Fuenlabrada, donde se rueda. Servir y proteger, que está a punto de cerrar su sexta temporada en antena y lleva más de 1.200 capítulos emitidos, no tuvo la oportunidad de trabajar con Mrs Green Film en el proceso de preproducción de la serie e incorporó las medidas sugeridas con toda la infraestructura necesaria para grabar la serie ya en marcha.
Sin llegar a ser tan nociva como la industria cárnica o la textil, se estima que la audiovisual es responsable de entre el 2 y el 3% de la huella de carbono emitida en todo el planeta. Así lo afirmó Nina Hauser, asistente de sostenibilidad del Austrian Film Institute, y Linn Rott, que ocupa un cargo equivalente en la Lower Austrian Film Comission (LAFC), durante su participación a mediados de junio en el Evia Film Project. Este encuentro internacional convocó en Grecia a varios agentes de la industria para encontrar vías comunes de colaboración con las que lograr que su práctica sea más sostenible. La cita, organizada por el Festival de Cine de Tesalónica, se celebra en un lugar muy simbólico, el norte de la isla griega de Evia. Durante el verano pasado, esta zona quedó asolada por los incendios forestales que avivaron las elevadas temperaturas provocadas por el calentamiento global. En las carreteras de acceso a Limni, que acogió uno de los encuentros profesionales de este ciclo al que acudió EL PAÍS, pueden verse tramos completos de árboles calcinados, cuyos tísicos y oscuros troncos sin apenas ramas parecen cruces de cementerio.
Hauser y Rott consideran que “la permanente sinergia entre instituciones locales”, como la que ambas mantienen en su país, es clave para que salga adelante algo tan complicado como readaptar los caóticos procesos de trabajo de un rodaje en favor de la sostenibilidad. Una de las herramientas por la que abogan es “una calculadora de huella de carbono que esté diseñada de forma específica para la industria del cine” y también por una figura como la del ecomanager, un asistente que se incorpora al equipo de producción para asistir a sus profesionales en estas medidas medioambientales.
El proceso de preproducción es clave, más incluso que el de rodaje, para que el plan dé resultados positivos, explican desde Creast, empresa que mide el impacto medioambiental en esta industria y que ha asistido en este aspecto a la ceremonia de entrega de los premios Goya 2022.
Poner las cosas en orden desde el principio ayuda a lidiar con el caos que viene después, argumenta Eduardo Viéitez, expublicista que decidió fundar esta empresa tras comprobar todos los desperdicios que dejaba atrás la creación de un solo anuncio. “Para producir un capítulo de una serie de unos 60 minutos se movilizan cada día entre 100 y 1.000 personas, dependiendo del tamaño de la producción, y se necesita mucha energía en sus instrumentos técnicos”, dice. Yolanda Costas, responsable de la sostenibilidad en cine en Creast, recuerda que también deben reforzarse los sistemas de reutilización de vestuario y, en especial, de decorados: “Muchos equipos no saben lo que hacer con ello, porque necesitarían naves enormes para almacenarlo, y a menudo esos materiales se convierten en gigantescos residuos”.
Un ‘ecomanager’ didáctico
Ambos defienden que la figura del ecomanager no debería basarse en instalar un policía medioambiental en el set. Además de ser útil en la fase inicial de diagnóstico, debería tener una verdadera función didáctica con la que educar al equipo, para que sus miembros adopten en el futuro una nueva forma de trabajar sin necesidad de tener vigilancia externa.
Titus Kreyenberg, productor en la empresa alemana Unafilm, explicó en Evia Film Project que necesitó meses para completar el informe necesario para su ecomanager, con datos detallados al milímetro. “Hay que especificar qué modelo exacto de equipos de iluminación va a necesitar el proyecto, qué tipo de energía se va a emplear, qué traslados… y todo ello con mucho tiempo de antelación y sin tener en cuenta los imprevistos”, profundizó. El ecomanager sugería cambios a partir de ese exhaustivo informe previo pero sin olvidar que esas medidas no deberían comprometer el resultado artístico final. “Hay todavía mucho sobre lo que dialogar en esta nueva forma de trabajo sostenible”, defendió durante su intervención.
Cuando el presupuesto no es muy alto, en proyectos independientes, aplicar estas medidas puede incluso ahorrar costes, explica Myriam Sassine, al frente de la compañía libanesa Abbouy Productions y también presente en el Evia Film Project. En su caso particular, en un rodaje de 35 días de duración, aunque de no gran tamaño, fueron capaces de “ahorrar más de 1.000 recipientes de papel y plástico al día”.
Pina opina que el sector debería comenzar a crear referencias de las necesidades básicas de plan sostenible de los diferentes tipos de producción: un largometraje, una serie diaria, un serie de prime time… para evitar errores y repetición de esfuerzos. A partir de su experiencia pionera, también considera relevante la colaboración de las autoridades públicas en aquellos lugares que acogen (y a menudo incentivan) los rodajes, “con la mejora del transporte público o de la gestión de residuos”, sugiere. En el cine, el “sello verde” se ha convertido en un requisito obligatorio para optar a las ayudas del ICAA, pero no lo es en televisión, explica el productor ejecutivo. “A partir de hacerlo nosotros, creo que TVE se ha tomado en serio este asunto y ha llegado a un acuerdo para comenzar a usar una calculadora de huella de carbono [llamada Albert]. En las televisiones públicas, debería ser algo también obligado”, defiende.
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