Por qué los bisexuales, el colectivo no heterosexual más numeroso de España, siguen siendo invisibles en televisión
Guionistas, sexólogos y activistas LGTBI+ analizan la escasa y a menudo negativa representación de esta comunidad en programas y series nacionales
Según los datos oficiales, en España hay más bisexuales que homosexuales, pansexuales o cualquiera de las comunidades LGTBI+. Sin embargo, siguen infrarrepresentados en un medio tan importante para la visibilización social como es la televisión. Y, cuando aparecen en ella, lo hacen a menudo acompañados del prejuicio. Así lo analizan un grupo de sexólogos, guionistas y representantes del colectivo a los que ha consultado este periódico.
El 6% de los españoles dice ser bisexual y el 5% se define como homosexual. Son datos de una encuesta de Ipsos de 2021 sobre la visibilidad y percepción pública del colectivo LGTBI+, que sitúa a España como el tercer país a nivel mundial y el primero europeo con mayor población no heterosexual. Entre los jóvenes, la presencia de la bisexualidad es aún mayor. La encuesta sobre relaciones sociales y afectivas del CIS de 2021 divide su estudio por edades y muestra que el 13,2% de los jóvenes de 18 a 24 años se declara bisexual y el 3,2%, homosexual.
Luis Noguerol, mediador cultural y miembro desde hace años de Lambda, colectivo por la diversidad sexual, de género y familiar de Valencia, considera especialmente nocivo el tratamiento que se da a la bisexualidad en el formato del infoentretenimiento. “Esos magacines de tarde, en los que tan pronto te hablan de la guerra de Ucrania como de la minifalda de moda y todos opinan, muestran la parte más carnívora de la televisión. Enmascaran ciertas opiniones y planteamientos nocivos y lgtbifóbicos con argumentos supuestamente científicos. Cuando nos piden colaborar con ellos, suelen pedirnos perfiles dentro del colectivo que puedan generar morbo”, explica por teléfono.
La sexóloga y socióloga Norma Ageitos, que ha participado en formatos divulgativos de RTVE, recuerda que, al igual que existe el test de Bechdel para evaluar la brecha de género en series y películas, también existe el test de Vito Russo para hacerlo con respecto a la comunidad LGTBI+. “Y la televisión española no lo pasa. Falta seriedad a la hora de reflejar la bisexualidad o la diversidad sexual en general”, comenta. Destaca que en la ficción permanecen los clichés perpetuos: se considera de forma errónea que son personas más promiscuas, menos leales en sus relaciones afectivas o que están solo explorando hasta aterrizar en la heterosexualidad o la homosexualidad. “Y a mí me cuesta pensar en personajes bisexuales que sean hombres. Siguen generándose entre los personajes femeninos, que alimenten la fantasía masculina, pero sus tramas no tienen peso ni relevancia”, prosigue.
Yolanda Cosgaya, vocal de cultura del Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM) y guionista profesional, defiende que la televisión, como parte de la sociedad que es, se maneja mejor en blancos y negros que en el campo de los grises y los matices. La estructura que ella define como “monosexismo” hace que se entienda mejor la homosexualidad en contraposición de la heterosexualidad e incluso la transexualidad como lo opuesto al cisgénero. “Si una persona comienza una relación con alguien de su mismo sexo, el resto sobreentiende que se ha declarado homosexual. Te ven con respecto a quien tienes al lado”, apunta. “Y así se perpetúa la invisibilidad”, completa Ageitos.
En la temporada televisiva que está a punto de terminar, la presencia bisexual en los canales generalistas ha destacado en el formato de la telerrealidad. Estos programas, aunque basados en la convivencia y en la competición, establecen tramas que sirven de hilo conductor del relato, como ocurre con la ficción. El rapero Arkano explicó el pasado mes de noviembre que mantenía relaciones con hombres y con mujeres mientras competía en las cocinas de MasterChef Celebrity de La 1 de Televisión Española, como en su día lo hicieron Alba Reche, Natalia Lacunza y María Escarmiento en Operación Triunfo 2018, también de la cadena pública.
David Colchero lo comentó hace unos meses dentro de la convivencia de Secret Story (Telecinco) sin que marcara su paso por el concurso. Mantenía conversaciones ocasionales sobre el asunto con sus compañeros y fuera de la casa, en plató, se analizaba con igual naturalidad si podía tener una relación amorosa con un compañero o con una compañera, sin importar el género. En La isla de las Tentaciones, Zoe Mba Bayona también se declaró bisexual, aunque en esta ocasión sí sirvió para que el programa desarrollara una trama en torno al morbo que despertaba un posible acercamiento con su compañera Tania Medina. Este arco argumental nacía de algunos de los participantes masculinos del formato de Telecinco, que mostraban incomprensión y sorpresa ante la tendencia sexual de su compañera.
Lambda valora la capacidad de cambio social del entretenimiento televisivo, que se cuela a todas horas en todos los hogares. Incluso cuando esa visibilidad sea a menudo estereotipada. “Genera referentes y, a veces, resuelve dudas y abre diálogos en las familias, lo que hace que legislar estas realidades sea luego más plausible”, argumenta Luis Noguerol.
Al margen de la televisión generalista, las plataformas digitales programan en ocasiones series que abordan la bisexualidad desde una perspectiva más realista. “Generalmente son producciones independientes”, destaca Noguerol, ya que su bajo presupuesto permite una mayor libertad a la hora de contar el relato sin tener que contentar a tantos intermediarios (productoras, cadenas de televisión) ni a un público masivo. Yolanda Cosgaya destaca que casi ninguna de las producciones que abordan personajes bisexuales aparecen en televisiones en abierto, siempre están programadas en plataformas de pago y que, de nuevo, no siempre la representación es positiva. “En Merlí. Sapere Aude (Movistar Plus+) sí que está bastante bien representado a través de las relaciones de su protagonista, pero en Élite (Netflix) el personaje que se declara abiertamente bisexual es una vez más el villano y el atormentado”, recuerda la guionista.
Cosgaya admite que la bifobia interiorizada, nacida del rechazo que a menudo vive el colectivo dentro de la propia comunidad LGTBI+, hace que haya poco activismo bisexual al otro lado de la pantalla, en la silla de dirección, las mesas de guion y, en especial, en la producción. “Aunque los haya [trabajadores bisexuales], si en la producción se entiende que lo comercial y lo vendible es lanzar relatos que se sustenten en el cliché, no vamos a ver el cambio. Fuera de España, la protagonista de Orange is the New Black (Netflix) era claramente bisexual, pero no se pronunció la palabra hasta la séptima temporada, después de que las asociaciones hicieran presión”, concluye.
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