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COLUMNA
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‘El corazón del imperio’: romanas tan crueles como los romanos

La serie presentada por Santiago Posteguillo combina ficción y documental para poner el foco en mujeres que osaron ser poderosas sin edulcorar sus historias

Aitana Sánchez-Gijón, caracterizada como Julia Mesa en una escena de 'El corazón del imperio'.Vídeo: MOVISTAR+
Ricardo de Querol

Es sabido que la historia la escriben los poderosos, los vencedores, casi siempre hombres. En un intento de sacar a las mujeres de los márgenes, el escritor Santiago Posteguillo conduce El corazón del imperio, cuyos primeros episodios acaba de estrenar Movistar+. El autor es un superventas de la novela histórica (ganador del Planeta de 2018 con Yo, Julia) que vuelve a la Roma antigua en este documental dramatizado. Una fórmula híbrida y arriesgada: pasamos de repente de escenas cuidadosamente ambientadas (¡con los diálogos en latín!), que darían para una serie de pura ficción, a los comentarios de Posteguillo y de un grupo de historiadoras y expertas que ponen una mirada feminista sobre aquel mundo del que tanto hemos heredado, para bien o para mal.

De entrada nos presentan a las gladiadoras Amazona, Achilia y Aunia, y la recreación de sus combates está lograda. Una de ellas acude a abortar; eso también es explícito. Las explicaciones se cruzan en un lenguaje muy coloquial, quizás para captar la atención de esa generación que sigue a los streamers. Pasamos por el mito de Medea, entre heroína y villana; por la historia de Fulvia, que lideró una revuelta y quemó el Senado, pero es más conocida por casarse con Marco Antonio; por una preparadísima Cleopatra, que rebate el mito de mujer fatal creado luego para ella. En próximas entregas vendrán Julia Mesa, influyente figura política y la primera senadora (interpretada por Aitana Sánchez-Gijón, palabras mayores); Heliogábalo, un efímero emperador (hoy diríamos emperatriz) que era una transexual; y Livia, la perfecta esposa y madre sospechosa de envenenar a varios de sus rivales.

No esperen unas vidas ejemplares. Estas mujeres no eran santas, sino capaces de la misma crueldad que aquellos hombres. Ocurre que la historia trató bien a los varones despiadados, hasta genocidas, pero ellas fueron denigradas por ser igual de ambiciosas. Todavía pasa algo de eso.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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