Televisión para vegetar
Varios programas recientes de diferentes plataformas invitan al espectador a relajarse viendo la naturaleza e incluso a practicar la meditación
Calma gélida, Luces nocturnas, Serenidad tropical, Soledad desértica y Formas tranquilas. Estos son los títulos de los cinco episodios que conforman la serie de documentales sobre naturaleza Emociones de la Tierra, que acaba de estrenar Disney+. En ellos no hay narrador, solo una cámara que se mueve morosa y una banda sonora tan delicada que cuando desaparece para dejar que la naturaleza se exprese por sí misma a través del ruido de un riachuelo, el canto de un pajarillo o el sonido del viento sacudiendo las hojas de un árbol, el espectador casi ni se da cuenta de la transición. Emociones de la Tierra es la gran apuesta por oficializar una tendencia apuntada en tiempos recientes, la de la televisión vegetativa, que no trata solo de ver vegetales en pantalla (que también) sino que apuesta por convertir al espectador en vegetal.
Hace una década, se popularizó en redes sociales la expresión “Netflix and chill” (Netflix y relajarse). Se trataba de una frase que se refería a aquello de llegar a casa tras un duro día de trabajo y desparramarse en el sofá para olvidarse de todo viendo series o documentales de cualquier plataforma. Pero el mundo era otro entonces, y aquella frase mutó de significado. Netflix y relajarse pasó a convertirse en una expresión para ligar. Cuando se invitaba a alguien a hacer eso, en realidad se le estaba informando de que la velada podía terminar en una sesión de sexo. Pero en los siguientes años, Netflix decidió recuperar el valor original de la frase.
Además de potenciar su ya de por sí invencible oferta de imágenes de chimeneas hasta el punto de que aún hoy se siguen elaborando rankings con los mejores y más relajantes bucles de troncos ardiendo en un hogar, se hizo con los derechos de una serie de productos audiovisuales noruegos en plena sintonía con lo que en 2016 se popularizó como hygge y que apostaba por un estilo de vida acogedor y agradable, un camino lleno de calcetines de lana, luz cálida y libros de tapa dura hacia la ataraxia. Entre aquellos contenidos noruegos que el servicio bajo demanda añadió a su oferta, se incluía un programa que había sido un éxito sin precedentes en el país escandinavo. Se trataba de un viaje en tren desde Bergen a Oslo. La cámara se había colocado en la locomotora del convoy y se le había dado el botón de grabar. El resultado: 7,5 horas (el trayecto completo, sin cortes ni molestos saltos de tiempo o espacio) de raíles, nieve, árboles y algún que otro pueblo. Otro gran éxito de esto que se llamó por un rato slow tv (televisión lenta) fue el programa National Knitting Morning (la mañana nacional de tejer). La primera parte duraba cuatro horas. En ella se veía a un grupo de noruegos debatir sobre el noble arte de tejer. Y como los escandinavos son gente de acción, la segunda parte incluía casi ocho horas de esas mismas personas tejiendo. Las mañanas pueden ser muy largas cerca del Polo Norte.
Emociones de la Tierra no es el único producto actual que apuesta por esta forma vegetativa de entender la televisión, aunque tal vez sea el más extremo. Netflix estrenaba este mes de enero La Tierra de noche, otra serie documental que, gracias a los avances tecnológicos, nos permite ver qué hacen los animales por la noche. El programa puede resultar extremadamente relajante cuando nos muestra sapos contemplativos o gráciles calamares reformulando la natación sincronizada, pero también es capaz de despertar al espectador de su feliz letargo con salvajes imágenes de leones cazando y demás acciones agresivas que nos recuerdan que las bestias de noche pueden ser tan bestias como los humanos de noche.
Apple TV, por su parte, ofrece Tiny World (mundo diminuto), una serie también documental alrededor de las fascinantes vidas de los bichos más pequeños del planeta narrada por el actor Paul Rudd. Cabe esperar que, vista esta tendencia, Amazon Prime Video ponga disponible de una vez en nuestro territorio su serie de imágenes del planeta desde el cielo. El episodio Asia desde el aire dedicado a la India es especialmente gratificante.
Pero no todo lo asociado a la televisión vegetativa tiene a los animales y a la naturaleza como protagonistas. La serie Painting With John (HBO) nos muestra al artista John Lurie en su hogar tropical pintando y opinando sobre casi cualquier aspecto de la vida. Cuando el tema se pone excesivamente emocionante, Lurie nos devuelve la paz haciendo comentarios sobre lo bella que se ve la puesta de sol desde donde él está. De HBO Max es A world of calm (un mundo de calma, no disponible en España), serie en la que actores como Idris Elba o Lucy Liu cuentan historias para irse a la cama relajados. Hace que Los Lunnis suenen como un disco de Metallica.
En un plano más obvio, encontramos Guía Headspace para la meditación, de Netflix, pequeños cursos en ocho episodios para aprender a meditar o a dormir —hay incluso cuentas atrás— a través de animaciones de estética infantil y unos colores que solo se encuentran en las tiendas de helados. En un artículo reciente el crítico de televisión de The New York Times Mike Hale incluía en esta categoría de televisión contemplativa series de éxito como Ted Lasso (Apple TV+), un producto perfectamente amable y domesticado, una suerte de perfeccionamiento del concepto Emily in Paris, que también intentó conducir al espectador hasta la felicidad inopinada, pero que para muchos resultó tan irritante que provocó el efecto contrario a la relajación: una irrefrenable ira.
¿Y por qué ha sucedido todo esto? ¿Por qué queremos que la televisión nos narcotice en el concepto menos sociológico y más literal del tema? La respuesta sofisticada tendría que ver, una vez más, con la velocidad de la vida moderna, la asfixia provocada por la pandemia y demás males asociados al tardocapitalismo y a la economía de plataformas. Pero Emma Marris en The Atlantic llegaba a una conclusión mucho más simple: en EE UU es legal la marihuana en cada en vez más estados. Aquí, el consumo de CBD, el compuesto natural de cannabis sin efectos psicotrópicos pero de alto valor relajante, parece haberse disparado en los últimos meses. Cada vez que se ha popularizado una droga, un nuevo fenómeno cultural ha nacido.
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