Una vida sin sorpresas ni decepciones
Es el sueño contemporáneo: un futuro con garantías. Queremos vacunarnos, pero sin ningún efecto secundario. Queremos tener hijos, pero sin mancharnos de caca ni sufrir insomnio
The One (Netflix) es una serie mala levantada a partir de una buena idea. Esto es muy normal en las obras narrativas, al contrario de lo que sucede en otros oficios, como la arquitectura. Cuando se diseñan los planos de un edificio, el edificio suele responder con fidelidad a ellos y no se convierte en otra cosa conforme se construye, pero las leyes de la ficción son diferentes, y lo raro es que una buena idea esbozada en un primer guion se convierta en algo digno y bueno. Incluso puede suceder lo contrario, que un pensamiento chapucero e idiota acabe generando una obra maestra. Nadie sabe por qué suceden estas cosas, mientras el arquitecto, si hace bien los cálculos y dibuja como le enseñaron, tiene la seguridad de que su obra responderá a las expectativas. Tal vez se deba a que, como dice Luis Landero en su último libro, escribir no es un oficio, sino una forma de ser que a veces sale bien, pero casi siempre mal. Como la vida.
Prueba de ello es esta columna, en la que pensaba escribir sobre The One y se me ha ido a otros sitios. La buena idea que inspira esta mala serie es una empresa que encuentra a tu media naranja mediante el ADN. Te garantiza un amor verdadero y para siempre, sin desilusiones, sin fracasos, sin dudas y sin angustias. Es el sueño contemporáneo: un futuro con garantías. Queremos vacunarnos, pero sin ningún efecto secundario. Queremos tener hijos, pero sin mancharnos de caca ni sufrir insomnio. Queremos leer la prensa, pero sin ninguna opinión que nos moleste. Queremos acostarnos con quien nos apetezca, pero sin tener nunca una mala noche ni tropezar jamás con un imbécil o un malvado. Una vida diseñada por un arquitecto, sin sorpresas ni decepciones. Es decir, vivir como si no viviéramos.
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