_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Creencias

Lo de poseer una fe indestructible en algo debe de ser luminoso y consolador en el camino hacia la muerte. ¿En qué creo yo?

Woody Allen en la película 'Casino Royale'.
Woody Allen en la película 'Casino Royale'.Roger-Viollet / Cordon Press
Carlos Boyero

Debe de ser luminoso y consolador lo de poseer creencias, muchas o pocas aunque indestructibles, algo que te arrulla, dona fuerza, emociona, hasta el viaje definitivo al cementerio. Algunas creencias se desgastan o desaparecen, pero aquellos que las necesitan para respirar 13 veces por minuto encuentran otras nuevas. John Lennon afirmó en una canción prescindible que ya no creía en nada, incluidos los Beatles, excepto en su amada mujer, dama que siempre me provocó grima, llamada Yoko Ono. Pues vale, que disfrutara mogollón de su única e indestructible fe.

Woody Allen declaraba a través de uno de sus personajes que solo creía en el sexo y en la muerte. Sospecho que lo primero, debido a su vejez, lo tiene crudo para practicarlo, y lo segundo, ese asaltante implacable e inevitable, cada vez más cerca. Y existen algunos majaderos actuales, dedicados a esa cosita frecuentemente vergonzosa de la política, que piden a los creyentes, no ya que elijan entre el suave socialismo y la sagrada libertad, sino también entre el feroz comunismo y la ausencia de cadenas. En contraposición un trasnochado aunque fanático adorador de Marx asegura que la derecha es criminal. Y no veo yo a una declarada derechista como la necesaria Angela Merkel dedicando su existencia al crimen. Y ahí siguen los apocalípticos que tienen clarísimo dónde está el cielo y el infierno, cobrando puntualmente su envidiable sueldo.

Más información
Helena Bonham Carter como la princesa Margarita en la cuarta temporada de 'The Crown'.
La Corona

Hay otros creyentes que creen en los derechos sagrados de las monarquías. Jamás he entendido a qué se dedican o para qué sirve el dadaísta gremio de los reyes. Incluyo el cristo que se ha montado al revelar la guapa Meghan y su intrascendente marido que alguien de la familia real andaba mosqueado por si su futura criatura le salía negra. Pero mi desinterés o mi repulsión por los dueños de Gran Bretaña desaparece cuando la imaginación de los creadores de la modélica serie The Crown deciden hacerlos humanos, complejos y apasionantes. ¿Y en qué creo yo? Elemental, querido Watson. En el arte.

Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_